A veces la geografía es caprichosa y hace que existan unos límites fronterizos de lo más curiosos. Lo más habitual es que sean extensiones de terreno las que separen dos países, ciudades o pueblos. También es posible que sea el mar o un río el que haga de frontera. Sin embargo, en ocasiones la separación es tan ínfima que con un par de pasos puedes estar en otra localidad. Esto es lo que ocurre en un pueblo situado en la frontera entre España y Francia, donde puedes aparcar el coche en España, cruzar la acera y estar en Francia.
Pero, ¿de verdad esto es posible? Sí, lo es. Y si no que se lo digan a los habitantes de Le Perthus, primer pueblo tras cruzar la frontera con Francia, situado a solo 6 kilómetros de La Jonquera (Girona). A pocos kilómetros de Figueres, se encuentra esta localidad, en la que se da la circunstancia de que la parte occidental pertenece a Francia, mientras que la zona oriental forma parte del territorio español. De hecho, a esta área se la conoce como El Pertús, y su gestión depende del Ayuntamiento de La Jonquera. Se trata de uno de los puntos limítrofes más curiosos, dado que dando una vuelta de pocos minutos por esta localidad puedes entrar y salir de España a Francia varias veces. Y, ¿cómo ha sido esto posible?
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Todo se remonta a los años 60, momento en que estos terrenos se encontraban en pleno desarrollo urbanístico, lo que provocó que se unieran y acabaran separados por un bordillo, como ocurre hoy en día. Aunque para conocer el origen de la división hay viajar todavía más atrás en el tiempo, al año, momento en que se firmó un tratado a través del cual se estableció la frontera entre Francia y España. De esta forma, establecieron que el límite estaría en el arroyo de la Condesa, pero el riachuelo fue sustituido por pavimento y ahora esto es lo que separa a un país del otro.
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Una calle, dos nombres y dos países
Para llegar a esta curiosidad fronteriza es necesario hacerlo por la carretera Nacional II y cruzar los dos puestos fronterizos, que se encuentran situados en territorio español. Tras ello, hay una línea discontinua que atraviesa la calle de forma diagonal, y siguiendo esta línea se llega al número 575 y luego a un bordillo que separa España de Francia.
Es ese punto se encuentra la Avenida de Francia o la Avenida de Cataluña, una misma calle cuyo nombre dependerá del origen de la persona que lo pronuncie. Y no solo eso, sino que además esta localidad cuenta con todos los organismos por duplicado, es decir, que tiene dos ayuntamientos.
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Un pueblo con dos legislaciones
El hecho de que se trate de dos países separados por un bordillo ha provocado que muchos se aprovechen de las diferencias de legislación que existen entre ambas naciones. En concreto, esto se hace visible en productos como el tabaco, el cual cuenta con unos impuestos diferentes entre España y Francia. Así como para las infracciones y las faltas administrativas, aunque la policía española sí que circula por la calle que pertenece a la jurisdicción francesa y viceversa para controlar esos casos.
Lo mismo ocurre con los tiques de aparcamiento, dado que los adquiridos en la zona francesa no valen para la española y al contrario. O con el precio de los alimentos, dado que en cada país presenta un coste propio de venta al público.
Problemas durante la pandemia
A pesar de que las diferencias entre las dos zonas de este municipio, en su día a día, no suponen grandes problemas. Sí los provocan cuando se produce un hecho como una pandemia mundial, en el que cada parte responde ante su país, es decir, una zona ante España y otra ante Francia. De esta forma, las decisiones que los Gobiernos centrales de cada país tomaron durante la crisis sanitaria afectaban solo a una parte del municipio.
Este hecho supuso un problema cuando los ciudadanos comenzaron a salir a la calle y las restricciones empezaron a levantarse, dado que cada nación seguía su criterio. De esta forma, mientras que distintos establecimientos españoles permanecían cerrados, algunos franceses ya estaban abiertos.
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