La obra está considerada la pieza más espectacular dentro del repertorio de la danza clásica y su coreografía requiere de los bailarines una gran capacidad técnica para la interpretación de los personajes. En diálogo con Infobae Cultura, el artista ruso evitó hablar de cuestiones políticas (la guerra en Ucrania, el boicot a la cultura rusa en Europa y Estados Unidos), pero dedicó un párrafo especial a su sensación de volver a presentarse en Buenos Aires. “Bailar esta obra aquí tiene un significado muy especial: me fascina la ciudad y tiene un gran público amante del ballet, muy emotivo y conocedor”, afirmó.
El lago de los cisnes fue encargada por el Teatro Bolshoi y se estrenó en 1877. Es el primero de los tres ballets que escribió Piotr Ilich Tchaikovski y es, además, el primer ballet de planteamiento sinfónico de raíz orquestal germánica e inspiración melódica francesa.
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A través de una impresionante coreografía, la obra sumerge al espectador en un cuento de hadas en el que confluyen los ideales del más puro romanticismo: fantasía, misterio, redención por amor y fatalidad. El libreto del ballet, de autor desconocido, toma su argumento del cuento alemán “El velo robado”, de Johann Karl August Musäus, enmarcado en la tradición de los Hermanos Grimm.
La historia narra un amor imposible entre el Príncipe Sigfrid y Odette, una joven reina convertida en cisne junto a toda su corte por el hechizo del malvado brujo Rothbar. La joven sólo puede recuperar su forma humana por la noche y únicamente será liberada del maleficio por aquel que le prometa amor eterno.
“El lago de los cisnes es la obra más querida por el público –considera Alexander Volchkov (Moscú, 1979)–. Aunque bailo hace mucho tiempo, siempre me emociono al salir al escenario, y bailar esta obra en Buenos Aires tiene un significado muy especial: ya he tenido la oportunidad de actuar aquí un par de veces, me fascina la ciudad y tiene un gran público amante del ballet, muy emotivo y conocedor”.
Volchkov comenzó a estudiar ballet a los siete años por iniciativa de su madre y se incorporó al Ballet del Teatro Bolshoi en 1997. Recuerda sus años de aprendizaje como “muy difíciles, realmente”, y resume: “El ballet es muy exigente, para nosotros no es nuestra profesión sino la vida misma, pero el aplauso del público compensa todos los esfuerzos”.
El artista, que evitó hablar del boicot que sufre el arte ruso a raíz del conflicto bélico con Ucrania, destacó la importancia que tienen los maestros en la formación de los bailarines: “Los pedagogos son nuestros segundos padres, ya que están con nosotros casi todo el tiempo desde nuestra infancia. Mi maestro que fue mi pedagogo de toda la vida falleció durante la pandemia… Me duele muchísimo esa pérdida”.
—¿Qué desafíos presenta la interpretación de un personaje tan icónico como el Príncipe Sigfrid?
—Debes estar preparado, listo para trasmitir emociones distintas a medida que avanza el hilo narrativo de El lago de los cisnes. Comienza con la melancolía de no tener un amor y desearlo; en el primer acto pasa por la felicidad de tener un amor, pero al mismo tiempo se torna inalcanzable en el segundo acto; la desesperación del error y haber sido engañado en el tercero, y la fuerza para defenderse de la maldad en el acto final. Es un diapasón de emociones encontradas, igualmente para la bailarina, quien debe en una misma noche ser un dulce cisne o el cisne negro malvado.
—¿Hay alguna escena de la obra que sea tu favorita?
—Realmente no, todo el ballet es muy especial. Claro, los momentos cumbres son el dueto del segundo acto y la variación y coda del tercer acto, para mí.
—¿Te queda alguna meta pendiente como bailarín?
—Siempre estamos a la expectativa de nuevos proyectos. Por ejemplo, hace dos años el teatro puso en escena un nuevo ballet con una propuesta modernista sobre Anna Karenina de Leon Tolstoy; para mí fue un gran reto por el tipo de versión, pero el público lo recibió muy bien y tanto yo como Svetlana Sakharova somos felices de interpretarlo. Justamente el fin de semana pasado el Ballet Bolshoi se trasladó a la Casa Museo de Tolstoy y en medio del festival por el natalicio de Tolstoy bailamos allí, en su casa, Anna Karenina.
—¿Hay algún coreógrafo al que admires y cuyas coreografías te interesaría interpretar?
—Admiro y respeto mucho a todos los coreógrafos. De los clásicos mi preferido es Petipa; de los contemporáneos, Grigorovich es para mí un gigante.
*El lago de los cisnes en versión completa, por el Ballet Intercontinental con Alexander Volchkov, se presenta este lunes 24 de julio a las 20 h en el Teatro Avenida (Avenida de Mayo 1222, C.A.B.A.).
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