Si bien no hubo anuncios al respecto, algunas definiciones sobre impuestos que dio presidente electo Javier Milei en distintas entrevistas periodísticas esta semana , podrían ser tomadas como referencia para imaginar su plan para el mercado automotor argentino durante su gobierno. No perjudicar a la gente sino hacer el ajuste sobre los costos de la política sintetiza su pensamiento, aunque su manifiesta decisión de hacer ajustes fiscales de shock, sin gradualismo, implica que algunas medidas podrían ser inmediatas por diversas razones.
La apertura a las importaciones con menores aranceles de los actuales, los máximos permitidos por la OMC (Organización Mundial de Comercio), pareciera que es un objetivo indiscutible, pero el propio Milei ha dicho que antes de cambiar el sistema de arancelamiento hay que bajar el gasto público y ordenar la macroeconomía.
El régimen actual de importaciones de automóviles está determinado por el convenio llamado ACE14 (Acuerdo de complementación económica), que estipula un arancel de extrazona del 35% para los automóviles extrazona y de 0% de arancel para los que provienen de la región, que en el caso de Argentina son los autos provenientes de Brasil, Colombia y México.
El cambio a futuro, podría ser pasar al ACE18, con lo que los autos importados de extrazona se arancelarían con un 20%, o directamente pasar a un arancel 0% como el que se tiene con Brasil, aunque esa podría ser una medida a mucho más largo término, incluso aunque fuera el ideal de libre mercado que pretende el presidente electo.
Pero no es ese el único cambio que podría aplicarse al mercado automotor argentino en los próximos meses. El impuesto interno, popularmente conocido como impuesto a los autos de lujo, también es un arancel que se aplica al precio de los automóviles, y que eleva su precio.
El sistema, que está vigente desde el segundo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, tiene una actualización trimestral de la base imponible que determina tres categorías. La escala 1 tiene un monto vigente hasta el 30 de noviembre de 10,5 millones de pesos. Todo automóvil que supere ese precio pagará un impuesto del 20 por ciento. La siguiente es la escala 2, que grava a los autos de más de $19.300.000 con un arancel del 35 por ciento. Finalmente, la que sería la escala 0 es la que no aplica el impuesto, y es la que rige para los autos que tienen un precio menor a los 10.500.000 pesos.
Este sí podría ser uno de los cambios que se aplicarían con menor plazo, aunque teniendo en cuenta que el nuevo gobierno asume el 10 de diciembre y los nuevos valores se deberían anunciar en la primera semana del mes próximo, hay dos opciones claras: o el gobierno de Alberto Fernández lo actualiza, a unos 14,3 millones de pesos para la escala 1, y eso implica un nuevo trimestre con autos topeados para no entrar en el impuesto, o hay un acuerdo para que, si la decisión es eliminarlo, la actual escala se extienda al menos hasta el 11 de diciembre.
La última actualización, de hecho, fue así. Llegó el comienzo de septiembre, y como no había acuerdo entre las automotrices y el gobierno, lo que terminó ocurriendo con el ingreso al programa de “Precios Justos”, recién el 6 de septiembre se conoció la nueva escala. Hasta tanto, los fabricantes decidieron distintas políticas y mientas algunos ajustaron entre un 12 y un 15% sus precios estimando la nueva escala, otros esperaron a conocer el monto mínimo actualizado.
Lo que debería ocurrir si esto sucediera, es que los precios se sinceraran como no ocurre actualmente. Hoy, las listas de precios tienen a la mayoría de los modelos más accesibles al mismo precio, es decir “topeados” para no pasar a la escala 1. Pero en la práctica esos precios no son reales, porque si los usuarios van a un concesionario a comprar el modelo más equipado de determinado automóvil, que cuesta lo mismo que el menos equipado de la gama, no lo encontrará o se verá ante la realidad de tener que pagar un sobreprecio no escrito pero real.
Probablemente los aumentos serían un poco mayores al no tener precio límite, y entraría en juego la estrategia que cada marca decida para algún modelo específico, como de hecho ha ocurrido cuando terminó el programa de “Precios Justos” y al menos dos autos que tenían el precio congelado, mantuvieron ese valor para este mes de noviembre.
Pero los autos pagan otros aranceles también. Desde el 24 de julio, el paquete de medidas anunciado por el Ministerio de Economía, aplica un 7,5% a los bienes importados de cualquier procedencia, y eso tuvo impacto no sólo en los autos que vienen del exterior, incluidos los regionales, sino también sobre los insumos para producir los automóviles de fabricación nacional, que son importados en un 70% promedio.
Qué pasará con los vehículos comerciales o utilitarios es también un interrogante a dilucidar. Actualmente no sólo no pagan el impuesto interno que sí pagan automóviles convencionales y SUV, sino que además tributan el 10,5% de IVA en lugar del 21% que sí pagan los otros vehículos. Esto ha generado en gran parte el enorme crecimiento del mercado de pick-ups, inicialmente de las medianas, de una tonelada, y más cerca en el tiempo, el de las camionetas compactas también.
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