El lunes fue casi negro para los mercados internacionales pero los activos argentinos apenas se enteraron. Si bien las acciones sufrieron caídas generalizadas a tono con los papeles en el resto de las bolsas del mundo, los bonos soberanos y las diferentes cotizaciones del dólar tomaron un ritmo positivo propio, a tono con las noticias que depara más la economía que la política.
Ambos frentes, de todos modos, concitan por estas horas la atención de los operadores. Y en ambos frentes, al menos ayer, saludaron lo que se considera avances concretos. Después de más de dos semanas por encima de 50%, la brecha cayó ayer a 40% aunque se reduce a un nivel mucho más bajo si en la cuenta entra el impuesto PAIS que se cobra a los importadores.
A la baja del dólar se le sumó el buen desempeño de los bonos argentinos, que avanzaron más de 2% en su versión global.
Detrás de ese buen clima local, a contramano del contexto intencional que suele ser determinante , se asoman los primeros resultados o datos concretos de la gestión de Javier Milei. Se descuenta que la inflación del mes pasado será al menos 5 puntos más baja que la de diciembre pero la novedad central parece aportar el dato fiscal de enero. Estacionalmente, el primer mes del año suele mostrar algún atisbo de disciplina fiscal tras la expansión que, casi todos los años, trae aparejada el último mes del año. Esta vez, sin embargo, diciembre fue la excepción -fue marcada la caída del gasto del mes en términos mensuales y también interanuales- pero no enero. Al contrario, el mes pasado, los resultados estuvieron, según cifras oficiales, muy por encima del estándar para el primer mes del año. La cifra exacta de resultado fiscal se conocerá bien entrado el mes pero datos preliminares indican que el superávit del mes oscilaría en el $1 billón o incluso más. Para otra ocasión quedará el análisis de la “sustentabilidad” de un resultado de esa magnitud a futuro, ya que se sostuvo en gran medida en la aceleración inflacionaria y gastos que no le siguieron el paso a los precios. Es decir, licuación.
Pero en el frente netamente técnico y económico, otro dato estimuló el optimismo. El mercado mira con buenos ojos las señales respecto al aumento de tarifas, aun cuando se haya recortado el alcance. A fin de cuentas, aunque dejó afuera de la corrección a la mayor parte de los usuarios, el Gobierno decidió adelantar un nuevo cuadro tarifario de la electricidad para este mes en el que las empresas de todos los tamaños y los usuarios de altos ingresos deberán cubrir el costo pleno de la energía. Esto implicará una suba promedio de 117%, incremento que contribuirá a reducir el gasto en subsidios. Al mismo tiempo, la contundencia con la que se estableció el doloroso aumento del transporte público, que desde hoy es 250% más caro, también es percibido como una señal de la fuerte convicción y compromiso del Gobierno en lograr el equilibrio de las cuentas públicas.
Dos factores más, particularmente en lo cambiario, también aportaron al buen clima de ayer, En principio, el bono para los importadores ya es una estrategia consolidada que, tal como estaba previsto, entrará esta semana en una segunda fase al tiempo que durante este mes quedarán habilitadas unas 10.000 pequeñas y medianas empresas a acceder al mercado oficial de cambios para cancelar sus deudas con proveedores del exterior. La medida descomprime la tensión sobre la demanda de divisas en el dólar financiero.
La última, pero no por eso menos importante, válvula de escape para los grandes temores del mercado fue la aprobación en general, el viernes tras el cierre de la rueda, de la Ley Ómnibus en la Cámara de Diputados.
Más allá la ardua negociación y múltiples concesiones que tuvo que hacer el Gobierno, los inversores locales y extranjeros -aseguraron en una importante agencia de Bolsa, hoy denominada Alyc- se quedaron principalmente con una foto: la que marcó la diferencia de votos positivos al proyecto oficial respecto de la cantidad de negativos. “A regañadientes en muchos casos, la dirigencia política parece interpretar que no acompañar los cambios que votó la gente en este etapa embrionaria puede tener alto costo político”, sostuvo el operador. La aprobación del articulado en particular abrirá una nueva perspectiva al respecto pero, en cualquier caso, el debate ahora se centra en las reformas. “Ya no se discute si habrá o no reformas, sólo se negocia el cómo”, concluyó el analista.
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