Se llama impuesto interno, pero se lo conoce como impuesto a los autos de lujo. Se comenzó a aplicar el 1 de enero de 2014 y podría empezar a recorrer sus últimos días de vida en enero de 2024. Pasaron diez años, y por culpa del nombre popular con el que se lo identificó, todavía sigue habiendo un gran número de personas que creen que sólo es un gravamen que afecta “a los ricos de la Argentina”. Nada más alejado de la realidad. Luego de diez años, este impuesto llegó al punto límite de incluir a todos los autos del mercado automotor argentino y es uno de los incordios con los lidian los fabricantes, los vendedores y especialmente, los consumidores.
A finales de diciembre de 2013, visto el atraso cambiario que generaba una distorsión de precios entre los autos nacionales y los importados, se había generado un auge circunstancial de autos de alta gama. Comprarse un BMW, un Audi o un Mercedes-Benz era posible para lo que en ese entonces era la clase media elevada argentina, algo que no tenía precedentes en la era post convertibilidad.
Así, mediante la ley 24.674, se elevaba la alícuota de impuestos internos que ya pagaban todos los autos, sin importar su precio o procedencia, pasando del 10% al 30% para aquellos vehículos que tenían un precio superior a los $170.000 (unos 21.000 dólares en aquel momento) y del 50% a los que costaban más de $210.000 (cerca de 16.000 dólares). Pero la devaluación de la moneda pronto dejó cada vez a mayor cantidad de autos nacionales de gama media dentro del impuesto, proceso que continuó hasta 2016, cuando el gobierno de Mauricio Macri eliminó la primera escala para que el mercado recuperara competitividad.
En 2019, el gobierno de Alberto Fernández volvió a cambiar el escenario y aplicó un 20% para la escala 1 y un 35% para la escala 2, que se fue actualizando trimestralmente a causa de la inflación y la necesaria recategorización de ambos mínimos imponibles para determinar qué autos quedaban exentos, cuales pagaban el arancel más bajo y cuáles el más alto.
Pero los últimos dos años, esa actualización trimestral no alcanzó a amortiguar los aumentos de costos y precios, dando nacimiento a los famosos “autos topeados”. Se trata de un precio virtual que los fabricantes ponen aun hoy a sus modelos más accesibles para no caer dentro de la escala 1, que desde el 1 de diciembre y hasta el 29 de enero está en torno a los 14,7 millones de pesos. El número no es exacto porque intervienen costos como el flete y la comisión de los concesionarios, que varía según las marcas.
Pero los precios topeados, lo único que hicieron fue dejar afuera al gobierno de percibir el impuesto del 20%, porque en realidad, en la mayoría de los casos, el auto se vende con sobreprecios tales hasta alcanzar el valor que tendría en el mercado si no existiera esa barrera. Hasta diciembre, había varios modelos por debajo del impuesto de manera genuina por su precio real, pero otros estaban en ese valor por estrategia de los fabricantes de tener un vehículo de equipamiento básico de la gama a un precio que iba de los 9 a los 11 millones de pesos.
Pero con la nueva escala y la inflación del último mes del año fue imposible sostener toda la gama baja y empezaron a “saltar” al impuesto los modelos más equipados. Por entonces, ya con Javier Milei en funciones, se empezó a hablar entre Adefa (Asociación de Fábricas de Automotores) y el gobierno, para evaluar la situación y las posibles soluciones. “La única forma de hacerlo rápidamente es modificando las alícuotas, porque un impuesto no se puede eliminar por DNU”, dijo Pablo Sibilla a Infobae el 22 de diciembre. “La idea es bajar la escala 1 a 0% de arancel y en todo caso subir la escala 2 a un valor distinto para que no se genere otro embudo con los autos medios”, aseguraron la semana pasada desde el sector.
“Nos dicen que la resolución está en circuito de firmas, por lo que debería estar en los primeros días de la semana próxima”, confesaron de una terminal a última hora de este viernes. El lunes comenzó sin novedades y por esa razón, las fábricas esperan para publicar las listas de precios. Se estima que los autos que estaban topeados subirán al precio real y no el de las listas oficiales, pero los modelos que estaban adentro del impuesto pero cerca del límite podrían bajar. Así, podrán aparecer autos que estaban en los 22 millones de pesos bajando a unos 18 o 19 millones aproximadamente.
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