El reinicio del deslizamiento (o crawling peg) cambiario que decidió el gobierno mediante devaluaciones diarias que durante noviembre llevarían a un aumento del 3% del dólar oficial a partir de los $350 (mayorista) en que lo había fijado el lunes 14 de agosto, el día posterior a las PASO, era largamente esperado.
Sin embargo, dice un informe de la consultora Quantum, fundada y encabezada por el exsecretario de Finanzas Daniel Marx, con una inflación que desde entonces acumuló 34% de aumento, el ritmo de corrección “luce desacomodado frente a otros indicadores de la economía”.
En términos reales (esto es, descontada la inflación), el tipo de cambio entre el peso y el dólar se apreció 29% desde el pico de la devaluación post-PASO y un 14% respecto al nivel que había alcanzado hasta ese momento, porcentajes que reflejan la pérdida de poder adquisitivo del dólar oficial.
Sucede a su vez, agrega, que a esta altura el tipo de cambio oficial mayorista que el BCRA estableció mediante la llamada “Comunicación A 3.500″, es “cada vez más testimonial que real”. Vale solo para algunas empresas y provincias endeudadas en dólares que afrontan servicios a ese valor y serían impactadas con una nueva devaluación oficial, pero importa cada vez menos para el comercio exterior y la fijación de los precios internos.
La variedad de tipos de cambio y la canalización del operaciones de comercio exterior y de pagos a través de “mezclas” cambiarias, como las exportaciones liquidadas un 70% al tipo mayorista oficial y 30% al Contado con Liquidación (CCL), el llamado “dólar fernet” que rigió hasta el viernes pasado, dice Quantum, diluyó la incidencia del llamado “Mercado Único y Libre de Cambios” (MULC) en las transacciones de monedas y sobre los precios en general.
“La capacidad de revertir esta situación y comenzar a acumular reservas dependerá de las decisiones enmarcadas en un programa consistente y creíble que implemente el próximo gobierno, incluyendo la materia cambiaria, y que induzca un aumento de la demanda de pesos”, dice el informe, Para eso, añade, sería necesaria una simplificación del mercado que, entre otras cosas, “acomode los tipos de cambios para importaciones y exportaciones y también para los ingresos y egresos de capitales y pago de los servicios de deuda”.
No es algo que se pueda hacer de un saque. Al respecto, el informe considera probable que para lograrlo se mantengan “ciertos controles” sobre egresos de divisas, mientras se reduce la brecha cambiaria, “que debería ser significativamente menor que la actual”.
Comparaciones históricas
¿Cuán alineados o desalineados están los diferentes tipos de cambio del abanico vigente, en relación a cotizaciones del pasado? Según Quantum, algunos están en verdaderos picos reales, si se descuentan la alta incertidumbre existente.
Por caso, dice, el actual precio del dólar CCL es similar a la sobre-reacción (overshooting) inicial del dólar a la salida de la convertibilidad, mientras el dólar oficial está excesivamente apreciado (barato) y es similar (siempre en términos reales) al de la época de la “tablita” de Martínez de Hoz y al de los años de la convertibilidad, momentos que Quantum define como “instancias claras de atraso cambiario sostenido con ingreso de capitales, a altas tasas de interés reales”. ¡Tanto cepo para llegar a esos resultados!
A su vez, el dólar 70/30, a $507, es 44% más alto que el oficial y está “levemente por debajo del promedio de largo plazo”, que para los 53 años transcurridos entre 1970 y 2023 el informe precisa en $531, a valores de este noviembre.
En relación a momentos extremos, la comparación es más favorable. Por caso, el dólar CCL está muy por debajo del tipo de cambio del rodrigazo de junio de 1975 (que a valores de hoy equivale a $1.622) y del de la híper de mayo de 1989, cuando llegó –siempre a valores de hoy– a 2.029 pesos.
El futuro gobierno deberá tener en cuenta esos parámetros al evaluar el futuro de los controles cambiarios y levantarlos de modo que, en la próxima etapa, el dólar quede lejos de los extremos históricos. En definitiva, el dólar oficial llegó agotado a la cita electoral y ya no le importa a (casi) nadie.
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