El año 1993 es recordado en Colombia, ya que dos de los hechos que marcaron significativamente al país se registraron durante esos 365 días. El primero de ellos fue el 5 de septiembre cuando la selección Colombia derrotó 5-0 a Argentina en el estadio Monumental de Núñez, mientras que el segundo fue el asesinato del narco Pablo Escobar el 2 de diciembre.
Si bien algunos pensaban que este crimen significaba el “inicio del fin del narcotráfico”, esta afirmación solo marcó una transición en el negocio de las drogas, ya que con la caída de Pablo Escobar y del cartel de Medellín el poder fue tomado por el cartel de Cali, liderado por los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, los cuales en similitud con Escobar también tenían una gran pasión con el fútbol.
Ahora puede seguirnos en nuestro WhatsApp Channel y en Google News.
En los años 80 y principios de los 90, el fútbol colombiano estuvo vinculado al narcotráfico; se comprobó que una gran parte de los clubes profesionales recibió dinero de los capos más importantes. Entre los que más se destacaron en este aspecto figuran el Atlético Nacional, con Pablo Escobar, y el América de Cali, con los hermanos Rodríguez Orejuela.
Además de la pasión por el deporte, los equipos de fútbol fueron tomados por los capos como proyectos que demarcaban cuál cartel tenía más dinero: el club de Cali con los fichajes extravagantes del exterior o el verdolaga con el proyecto que reunía a los mejores talentos del fútbol colombiano bajo el concepto de puros criollos.
De la misma forma, esta relación entre fútbol y narcotráfico quedo reflejada con la visita de figuras estelares de Colombia al líder del cartel de Medellín, asociado a la influencia que este tenía en Atlético Nacional, club que tenía en sus filas a gran parte de los jugadores habituales que eran convocados a la selección Colombia.
Sin embargo, la fuga de Escobar de La Catedral no solo marcó la caída del imperio del capo, sino también la llegada de una nueva figura en cuanto al poder del negocio y otros intereses del ámbito nacional, eso incluía a la selección Colombia.
Dado que tras la muerte de Escobar el foco de los medios de comunicación se centró en la preparación del combinado nacional de cara al Mundial Italia 1994, la federación programó 21 partidos amistosos. Además de buscar llegar con una idea de juego clara, otro objetivo era aprovechar al máximo la expectativa que el equipo había generado.
Es por ello que Colombia enfrentó tres juegos amistosos en mayo de 1994, en lo que fue denominado como la despedida del equipo en el país, enfrentando a Bayer Múnich en Bogotá, Eintracht Frankfurt en Medellín y el juego que abría la gira frente a Parma en Cali, lo que marcaba la vuelta de la Tricolor a la capital del Valle del Cauca luego de más de dos años.
Aunque este partido también fue tomado como una oportunidad para el cartel de Cali, en el documental 1994. El primer año del resto de nuestras vidas, Mauricio Silva recuerda la historia que fue revelada años más tarde y que involucra a los capos más buscados de la época y a la nómina de la selección Colombia.
Se detalla que antes del juego contra el club italiano, un grupo de hombres se acercó al lugar donde se hospedaba la selección. Abordaron a los futbolistas y los llevaron vendados hasta una finca donde se encontraban los líderes del cartel de Cali, encabezados por Miguel Rodríguez Orejuela. Fue él quien se encargó de indicar a los deportistas la suma de dinero que recibirían de su parte si lograban llegar a la final del Mundial.
“Miguel Rodríguez Orejuela, alias El señor, les dice a los jugadores “Si llegan a la final la cifra es esta”, y uno de ellos me dijo “Con esa plata me hubiera comprado el mundo””, afirmó Mauricio Silva.
Hacer Comentario