La próxima semanas serán determinantes para el blanqueo y, si bien todavía no se ve un gran impacto en las cuentas abiertas para adherir al proceso, desde los estudios contables y las agencias de inversión financiera tienen todos los cañones apuntados a la implementación de la iniciativa, Aunque el período por el que estará vigente es más extenso, se prevé que el pico en el volumen de fondos exteriorizados se produzca antes de fin de septiembre, fecha en la que se cierra la etapa para regularizar dinero en efectivo y, particularmente, cuando debutará en los hechos el acuerdo de intercambio de información bancaria alcanzado con Estados Unidos. Se espera a fines del mes próximo el primer reporte desde ese país.
Es ese uno de los principales incentivos de los ahorristas para sumarse, aun a pesar del antecedente del blanqueo durante la gestión del ex presidente Mauricio Macri, cuando se exteriorizaron fondos por más de USD 110.000 millones, lo que consistió en uno de los blanqueos no sólo más grandes de la Argentina sino también nivel mundial. Ese proceso amplió en gran medida la base imponible del impuesto a los Bienes Personales cuya alícuota la gestión siguiente, la de Alberto Fernández, más que triplicó. La decisión sentó un precedente que será difícil de rebatir por lo que ahora se prevé que la cifra llegará a menos de la mitad, entre USD 30.000 y USD 40.000 millones.
Pero no es sólo la experiencia del último blanqueo lo que atenta contra un alto resultado para el plan del ministro de Economía, Luis Caputo. Más allá de ese mal trago para los inversores, el principal escollo es el mismo que enfrenta el equipo económico para avanzar sin sobresaltos en la fase 2 del programa hacia la etapa final, en la que se levantaría el cepo. Ese obstáculo es el alto nivel de riesgo país.
Hace 8 años, la variable se ubicaba por debajo de los 600 puntos básicos y poco hacía pensar en las dificultades financieras que sobrevendrían. La tasa de riesgo país también influía porque una de las opciones para evitar pagar la multa de ese momento, de 10%, era invertir en dos bonos que, aunque no eran negociables, había que mantenerlos por más de 2 años en cartera, lo que implicaba un voto de confianza, como mínimo, en la capacidad de pago del país.
“Las condiciones del plan en sí son mucho mejores que las de 2016″, destacaron en la consultora 1816, cuyo informe especial respecto del blanqueo comparó las condiciones con el anterior: la penalidad es ahora de 0% hasta USD 100.000 mientras que en aquella oportunidad se empezaba a pagar a partir de los USD 20.000 y la multa ahora es de sólo 5% con flexibilidad casi absoluta en alternativas de inversión hasta 15 meses para evitar la penalidad. Pero la mayor diferencia de todas, sin embargo, juega en contra. “El blanqueo de 2016 se hizo con un riesgo país de 500 pbs mientras que hoy está en 1600: es otra manera de demostrar que hoy la desconfianza de los capitales en el país es mucho mayor que la de hace ocho años”, concluyó el informe, en el que se destacó también que por el aumento de Bienes Personales, el Aporte Solidario, el default de los bonos que en muchos casos se compraron para reducir la carga de BBPP y la divulgación pública de información sensible del blanqueo, “es probable que un porcentaje significativo de quienes regularizaron activos en 2016, vean el antecedente con frustración, siendo difícil para ellos participar del (nuevo) programa”.
Por lo pronto, los estudios contables dan cuenta de un inicio lento con todavía muchas dudas por parte de sus clientes aunque, lo cierto, es que las expectativas oficiales son más bien moderadas: en el acuerdo con el Fondo, se proyecta que el plan acercará recursos por el 0,3% del PBI, lo que en términos fiscales implicará unos USD 2.000 millones, que se integrarán en dólares y que contribuirán a fortalecer las reservas líquidas.
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