Finaliza un 2023 cargado de novedades políticas, con el giro de signo político en el Gobierno después del triunfo electoral de Javier Milei, y fuertes repercusiones económicas y financieras acordes a esa transición.
En el plano cambiario, el arribo del disruptivo líder libertario no consumó la erradicación plena del “cepo”. El dólar libre, entonces, mantuvo su estatus de precio de referencia. Este viernes el libre finalizó ofrecido a $1.025, con un alza de 679 pesos en el año o un 196,2%, que significó haber multiplicado por tres su valor en el mercado interno.
Sin embargo, esta ganancia no fue suficiente para derrotar a la inflación y, por lo tanto, el billete de EEUU fue una deficiente apuesta inversora.
Según datos del INDEC, entre enero y noviembre la inflación acumulada fue de 148,12 por ciento. En el caso de confirmarse las estimaciones de consultoras privadas, que cifran a la inflación de diciembre en un piso de 25%, el 2023 terminará con un salto inflacionario superior al 200 por ciento, el dato del IPC más elevado desde mayo de 1991 (232,1%).
La inflación mensual de diciembre de 2023 será la más alta en lo que va del siglo XXI y podría igualar el máximo registro anterior, de 27% en febrero 1991. Y en el caso de superarlo, habría que retrotraerse a marzo de 1990 (95,5%) para encontrar un registro mensual más alto.
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El dólar libre registró en 2023 un récord nominal intradiario de $1.150 para la venta el 13 de diciembre, inmediatamente después de aplicado el salto cambiario de 118,3% anunciado por el ministro Luis Caputo, que elevó al tipo de cambio oficial a la zona de 800 pesos.
Debido a esa devaluación histórica del peso, el dólar mayorista finalizó el balance de 2023 con una suba de $631,29 o 356,3%, desde los $177,16 del cierre de 2022 a los $808,45 de este viernes.
Este movimiento sirvió para recortar la brecha cambiaria, que quedó en el 26,8%, un rango que para algunos analistas podría allanar el camino para una pronta convergencia entre los distintos segmentos del mercado.
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Vale recordar que la brecha cambiaria alcanzó un nivel máximo de 214,3% en las ruedas del 23 y el 24 de octubre de este año, cuando el dólar libre operó a $1.100 y el dólar mayorista se mantuvo en los 349,95 pesos.
Aquella brecha, en las jornadas posteriores a las elecciones generales del 22 de octubre -en las que el entonces ministro de Economía Sergio Massa se había posicionado como el candidato más votado- empinaron a la brecha cambiaria a un nivel casi idéntico del máximo anterior del 31 de marzo de 1989, cuando el país atravesaba una hiperinflación. Según datos del Banco Central, aquel día la brecha alcanzaba 214,8% entre el dólar comercial -para operaciones de comercio exterior- a 15,82 australes y un dólar libre, a 49,8 australes.
La brecha cambiaria tocó un máximo de 214% después de las elecciones del 22 de octubre, para reducirse a un 27% al término del año, después de la devaluación del 13 de diciembre
El economista Gustavo Ber explicó que ante “una ‘brecha’ que testeó niveles mínimos del 10%, los operadores se encuentran atentos a dicha dinámica combinada con tasas en pesos en descenso y un crawling-peg (devaluación gradual) de sólo el 2% ya que, de no haber cambios, podría derivar a futuro en una ampliación” del ritmo de suba del dólar mayorista.
“Ello podría ir sucediendo gradual y ordenadamente desde ahora aunque posiblemente con más decisión hacia febrero a partir de la reversión de la mayor demanda de dinero actual, momento que también podría ir marcando un agotamiento de las tácticas de trading, y así es que podría requerirse de una convergencia en el ritmo entre las tasas y el dólar, ya que el fuerte proceso de ‘licuación’ podría ir activando una mayor demanda cambiaria”, advirtió el titular del Estudio Ber.
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