A casi 70 años del último amistoso internacional de ajedrez realizado en el país -Argentina v. URSS, 1954-, un representativo argentino integrado por algunas de sus mayores promesas menores de 18 años pudo medir sus fuerzas de juego ante su similar de la República de Azerbaiyán -una de las seis potencias mundiales de la actividad-, separados a más de 14 kilómetros, gracias a los avances de la nueva era de las comunicaciones y la tecnología. En el marco del 30° aniversario del comienzo de las relaciones diplomáticas entre ambas naciones, se puso en juego la “Copa Amistad”, que se adjudicó Azerbaiyán por 7,5 a 4,5.
Los alcances y avances de la ciencia no sólo permitieron acortar los tiempos y distancias de las fronteras, sino que además causaron un cambio de paradigma en los usos y costumbres en el mundo de las 64 casillas; el complejo armado organizativo de una competencia con gastos de pasajes, alojamiento y estadía ahora se reduce a un acuerdo de día, horario y de conexión a Internet para la disputa de un torneo en tiempo real en una plataforma virtual.
El sistema de juego utilizado para la “Copa Amistad” Argentina – Azerbaiyán se denomina “Ajedrez híbrido”; se trata de un formato que nació en tiempos de la pandemia del COVID19, donde las partidas se juegan de manera onlinee y en el que los jugadores, o en este caso el equipo, se ubica físicamente en una misma sede: los salones del Círculo de Ajedrez de Villa Martelli. La presencia de los ajedrecistas en una misma sala de juego es controlada por un árbitro que supervisa además del uso de las reglas oficiales, que los jugadores no utilicen anotaciones, o se valgan de ayuda, como por ejemplo de equipos electrónicos durante las partidas. Por eso cada ajedrecista se ubica frente a la pantalla de la PC, Tablet o notebook y una cámara monitorea sus movimientos y el espacio físico que lo rodea. Así, mientras los argentinos se reunieron en uno de los salones del 1er piso del Círculo de Villa Martelli, el equipo de Azerbaiyán lo hizo desde la Federación de Ajedrez ubicada en Bakú, la capital de aquel país. Los árbitros encargados de los controles fueron: Beatriz Liendro (de Argentina) y Farid Abbasov (de Azerbaiyán).
La plataforma Lichess fue el sitio de reunión y que permitió el seguimiento de las partidas. El match se trató de un duelo a dos partidas (cada jugador se enfrentó con su rival en dos ocasiones, una vez con piezas blancas y otra con negras) con ritmo de ajedrez rápido de 12 minutos más un adicional de 5 segundos por cada movimiento.
La confraternidad del encuentro convocó también a los representantes de cada embajada: la embajadora argentina en la República de Azerbaiyán, Mariángeles Bellusci y del azerbaiyano Ramzi Teymurov en la República Argentina; ellos fueron los encargados de dar la bienvenida a los integrantes de cada equipo.
Durante la disputa del match estuvieron presentes integrantes de la Cancillería Argentina; Mauro Grandío por el Comité Olímpico Argentino, y el director de educación ambiental y participación ciudadana del Ministerio de ambiente y desarrollo sostenible, José María Losada -le hizo entrega de una planta “árbol de la vida” al embajador Teymurov- dentro del acuerdo y sostenibilidad ambiental en los parámetros del Comité Olímpico Internacional (COI).
Los equipos Sub18 que representaron a cada país estuvo integrado por estos jugadores.
Argentina: Faustino Oro, (de 9 años), Francisco y Joaquín Fiorito, (de 13 y 16) -todos socios del Círculo de Ajedrez Torre Blanca-, Candela Belén Francisco Guecamburu (de 16 años, del Círculo de Villa Martelli), Anna Scarsi (de 17, de Villa del Parque) y Ernestina Adam (de 14, de Torre Blanca).
Azerbaiyán: Shahin Valiyev (16 años), Khagan Ahmad (12 años), Shamsi Garakhanov (11 años), Narmin Abdinova (15 años), Samra Gasimova (16 años), Khanim Ismayilova (13 años).
De esta manera, la utilización del sistema de ajedrez híbrido llegó para solucionar una de las grandes preocupaciones de los ajedrecistas en general y los argentinos en particular, que alejados de los principales centros de competencia, por cuestiones geográficas y económicas, ahora encuentran la posibilidad de entrenar y enfrentarse con los mejores sin necesidad de moverse del país. Aunque la modalidad no es la ideal ya que las competencias individuales y cara a cara siguen siendo las mejores evaluaciones para conocer el progreso de cada caso, al menos ahora se abre una nueva ventana con mayores posibilidades para el futuro.
“Este es un nuevo avance de la actual conducción de la Federación Argentina de Ajedrez (FADA), en la búsqueda de nuevos rumbos que permitan el crecimiento de la actividad. La prueba resultó un éxito y seguramente es el comienzo de otras competencias que iniciaremos junto a otras embajadas del exterior que están en la Argentina para acordar nuevos matches con sus federaciones” dijo a Infobae, el Ing. Mario Petrucci, titular de la FADA.
“Vemos mucho potencial en este formato, que permitiría albergar competiciones de ajedrez con participantes dispersos en múltiples sedes, en un entorno de marca. Esto aumenta las oportunidades de exposición en los medios y activaciones de patrocinio”, explicó David Llada, director de marketing y comunicaciones de la FIDE.
El comienzo de las negociaciones para el armado de la “Copa Amistad” fue como consecuencia de la clasificación de cinco jugadores argentinos: María José Campos, Pablo Acosta, Candela Belén Francisco Guecamburu, Fernando Peralta y Anapaola Borda para la Copa del Mundo de Ajedrez de la FIDE, que se realizará en Bakú entre el 29 de julio y el 26 de agosto próximo. Ese torneo, dividido en categoría de hombres y mujeres, se disputará con el formato de eliminación directa y clasificará a los mejores para el próximo ciclo de candidatos que permitirá conocer al nuevo aspirante al título mundial. La Copa del Mundo nació en 1998 cuando el mundo del ajedrez estuvo atravesado por un cisma en el que existía un campeón oficial de la FIDE y uno oficioso por parte de la Asociación de Profesionales de Ajedrez (ACP) que encabezaba la megaestrella de esta actividad, el ruso nacido en Bakú, Garry Kasparov. En las más de veinte ediciones de la Copa del Mundo ningún ajedrecista argentino, masculino o femenino logró superar la 3a rueda de las siete previstas de la competencia. Todo un desafío para los nuevos participantes que viajarán hasta ese punto geográfico ubicado entre Asia Occidental y Europa Oriental, con límites fronterizos con Rusia, Georgia, Armenia, Turquía, Irán y el Mar Caspio.
Voces de los participantes:
Candela Francisco: “Estuvo bueno el match, una pena que perdí la segunda partida, me colgué una pieza. La primera la había ganado bien”.
Ernestina Adam: “Siempre es mejor jugar cara a cara con tu rival, pero este sistema te permite jugar a la distancia con gente con lo que a lo mejor nunca podría llegar a enfrentarla”
Anna Scarsi: “Fue mi primera vez con este sistema híbrido de ajedrez y me sentí muy cómoda, aunque el resultado no haya sido bueno”
Faustino Oro: “Ya estoy acostumbrado a jugar por Internet así que no noté mucho la diferencia; gané mis dos partidas”.
Una anécdota en tiempos sin Internet
Entre el 16 y el 24 de marzo de 1954, el Teatro Nacional Cervantes fue sede del último match amistoso disputado entre los equipos de ajedrez de Argentina (con Najdorf, Bolbochán, Panno, Eliskases, Rossetto, Pilnik, Maderna -luego reemplazo por Martín- y Guimard) frente a un conjunto extranjero, en este caso, la URSS (con Bronstein, Keres, Avervaj, Taimanov, Kotov, Petrosian Geller y Boleslavsky; sólo faltó el campeón mundial Mikhail Botvinnik, porque le tenía miedo a los viajes en avión). Se trató de un duelo entre las dos mejores potencias de aquel momento; la Argentina ya había logrado dos subcampeonatos en las olimpíadas de Yugoslavia (1950) y Finlandia (1952) y se utilizó el match como preparación para la olimpíada de ajedrez en Holanda (1954). Los visitantes se impusieron sin despeinarse por 20,5 a 11,5.
El día de la inauguración oficial de aquel match previsto a cuatro ruedas (cada jugador se enfrentaba a su rival en cuatro ocasiones) más de 1500 personas colmaron la sala de juego; el general Juan Domingo Perón, con impecable traje blanco, participó de la jugada inaugural frente al tablero de Najdorf -con blancas- y David Bronstein. El presidente Perón ejecutó el tradicional movimiento e4 (peón cuatro rey), posó para la foto y se marchó hacia el palco de honor donde lo aguardaba el presidente de la FADA, Juan Laurens, el presidente de la Comisión de Cultura, Cátulo Castillo, y los soviéticos Viacheslar Ragosin (presidente de la delegación soviética) y Oleg Ignatiev (intérprete). Antes que el maestro David Bronstein efectuara su respuesta y ante la mirada del árbitro del match, el viejo Najdorf tomó el peón que estaba en “cuatro rey” y lo retornó a su lugar de origen. Sin saberlo se desataría un diálogo que el tiempo convirtió en anécdota.
“Miguelito, cómo te atreves a corregir a un general; en mi país podrían matarte por ello”, dijo Bronstein -sobrino del revolucionario León Trotsky- con ojos de asombro. “David, querido, no es para tanto; lo que sucede es que aquí el general Perón es un excelente estadista, pero un muy mal ajedrecista… ¿Cómo va jugar una apertura abierta frente a Bronstein? ¿A quién se le ocurre?”, cerró el entrañable Najdorf con su particular carcajada mientras efectuaba d4 (peón cuatro dama), en el inicio de una partida que finalizaría en tablas.
A casi 70 años del recuerdo, el ajedrez argentino sumó un nuevo capítulo a su vasto historial: la práctica del ajedrez híbrido; una jugada con futuro.
Hacer Comentario