La Argentina vive un debate muy interesante respecto de su futuro monetario: ¿dolarizar o no la economía? El origen de esta posibilidad tiene su raíz más potente en la alternativa de brindarle al país un remedio contra la inflación, fenómeno que no se logra revertir desde décadas.
La dolarización, entre otras cosas, implica asumir al dólar estadounidense como moneda de curso legal.
El BCRA no podría hacer política monetaria activa influyendo en la cantidad de dinero, las tasas de interés, y las políticas crediticias, tampoco en el tipo de cambio activamente, y paulatinamente en la dinámica de la transformación, hasta dolarizar la economía totalmente, al final el peso desaparecería.
En definitiva, el gobierno argentino perdería herramientas que la gran mayoría de los países utilizan para poder pilotear la economía según sean las fases del ciclo económico en la cual se encuentre el país.
El BCRA no podría hacer política monetaria activa influyendo en la cantidad de dinero, las tasas de interés, y las políticas crediticias
El argumento a favor del cambio de régimen tiene su origen en la falta de madurez institucional para utilizar las herramientas monetarias, cambiarias y fiscales de forma responsable. De ahí que de busque “encorsetar la posibilidad de emitir pesos” para financiar el déficit del sector público y así controlar la inflación.
Es una regla dura que tiene un beneficio claro: bajar y encuadrar la inflación con un costo alto, que es perder herramientas para manejar la política económica del país.
Costo – beneficio
Un tema no menor de la dolarización es ¿A qué tipo de cambio se haría? Asumiendo que podría ser un valor cercano a $890 por unidad, según uno de los escenarios del análisis del CentroRA de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, inicialmente tendrá un impacto incrementando los precios de los bienes nacionales e importados.
Esto generaría un efecto inflacionario inicial, repercutiendo además en la caída de los ingresos y salarios reales, las valuaciones de las empresas, de los activos en general de la economía.
Por ende, en el inicio de la dolarización al subir los costos de los insumos importados, y los precios de los bienes en general, sumada a la retracción de la oferta, con una disminución en la demanda por la caída de ingresos, llevará inevitablemente a una recesión.
Todo el sistema financiero deberá pasar los créditos tomados y otorgados en pesos a dólares, lo que generará un importante costo transaccional hasta acordar cómo y a qué cotización los deudores y acreedores estarán en condiciones de afrontar el nuevo valor de sus activos y pasivos.
Luego habrá que pensar en la activación de las exportaciones, las cuales dependerán de la competitividad del dólar con el resto de las monedas internacionales, pero principalmente del uso de los factores de producción.
El sistema financiero deberá pasar los créditos tomados y otorgados en pesos a dólares
El proceso inflacionario, el cual se viene transitando a elevada velocidad, tendería gradualmente a disminuir.
Escenario posible
Un escenario factible sería la decisión de la Reserva Federal de los EEUU de subir la tasa de interés, si persisten los problemas para revertir la alta inflación. Esto haría que el dólar se aprecie respecto al resto de las monedas, lo que se materializaría en exportaciones argentinas menos competitivas.
En ese supuesto, se abaratan las importaciones, aumentado la demanda de bienes y servicios del resto del mundo que se utilizan en la industria y para consumo final, lo que generaría presión para obtener endeudamiento para tener los dólares necesarios.
La dolarización per se no resuelve el futuro del país, no es magia, pero induce a hacer los deberes a nivel macroeconómico, esto quiere decir encuadrar el déficit fiscal, generar estabilidad institucional, tener reglas claras para todos los actores de la economía, en particular para el comercio exterior, de modo de recrear la confianza, abaratar el costo del crédito y atraer inversiones extranjeras.
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