El tipo de cambio real en este inicio de abril se encuentra prácticamente en un nivel de equilibrio en la comparación histórica.
Según la medición del Índice de Tipo de Cambio Real Multilateral (ITCRM) que mide el BCRA –en base a las tasas de inflación y devaluación de los países socios comerciales de la Argentina–, alcanza los 103 puntos, sobre un punto de equilibrio teórico de 100 puntos.
No obstante, este indicador de competitividad cambiaria es una variable muy volátil. Basta recordar que una vez aplicado el salto del dólar oficial del 13 de diciembre, el ITCRM subió desde los 75 puntos –un dólar “atrasado”– a los 163 puntos –que reflejó entonces un dólar “alto”–. Y con el correr de los meses se fue desinflando hasta el equilibrio presente. Los economistas discuten entonces si hay que esperar una nueva devaluación una vez que se consuma esta ventaja cambiaria por efecto de un dólar casi quieto –crawling peg con alza marginal del 2% mensual– y una inflación que todavía presiona cerca del 10% mensual aunque en rápida desaceleración.
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Desde una mirada estrictamente matemática, el dólar oficial se puso al día con la suba de diciembre, aunque todavía pierde la carrera contra la inflación. Si se toma el dólar mayorista de 60 pesos del 25 de octubre de 2019 –cuando se endureció el “cepo” a USD 200 mensuales para la demanda privada– y una inflación acumulada de 1.886%, hoy debería cotizar ahora unos $1.191,60, unos 334 pesos o 38,9% por encima del valor presente de 858 pesos.
De todos modos hay que enfatizar que el ITCRM del BCRA alcanzaba en octubre de 2019 los 132 puntos, es decir que se trataba ya de un dólar por encima del nivel de competitividad cambiaria que habilita a pensar que el dólar fijado por el presidente Javier Milei, junto con el ministro Luis Caputo y el presidente del Central Santiago Bausili aún puede resistir en esa zona de “equilibrio” teórico.
Todo apunta a la estabilidad cambiaria en el corto plazo
Al proyectar las variables a largo plazo, el crecimiento de emisión monetaria y las tasas de inflación y devaluación tienden a converger, aunque no se mueven a la misma velocidad. El precio del dólar depende de muchos factores que lo determinan: además de la inflación y el ritmo de emisión inciden la tasa de interés, la vigencia de controles cambiarios, la demanda de dinero, entre otros. Con el segundo trimestre del año se inicia el período de máxima liquidación de exportaciones del agro, que garantiza un importante ingreso de divisas y cierta calma cambiaria.
“Tomen todas sus decisiones sin esperar un salto devaluatorio. Los que cruzan datos y proyectan una devaluación como inevitable, hacen aritmética, no política económica”, afirmó el economista Juan Carlos De Pablo.
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Jorge Vasconcelos, economista Jefe del IERAL de la Fundación Mediterránea, subrayó que “en parte, la brecha cambiaria está controlada en un 30% porque hay un 20% de las exportaciones que se liquidan en contado con liquidación y así sucesivamente. Yo creo que el Gobierno debería en algún momento hacer un replanteo e ir hacia un esquema cambiario distinto, en vez de una tablita, una flotación sucia. Es una hoja de ruta que el propio Gobierno está realizando con borradores que están cambiando”.
Gustavo Ber, economista del Estudio Ber, destacó “la positiva expectativa que despierta la ‘hoja de ruta’ económica en marcha, la cual incluye un rápido ordenamiento desde el frente fiscal, monetario y cambiario. Todo ello camino a la salida del cepo, ya que se reconoce que actuaría como un importante driver para prolongar no sólo repricing de los activos financieros, sino también activar inversiones y confianza en la economía real en busca de ir dejando atrás la dura recesión”.
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Eugenio Marí, economista Jefe de la Fundación Libertad y Progreso, señaló que “la inflación que estamos viendo son los últimos coletazos de lo que fue el ‘plan platita’ del año pasado. Lo positivo es que con la política de equilibrio fiscal y no emisión para financiar el gasto el Gobierno ha apagado los motores que empujan la depreciación de la moneda argentina. Esto es, dejamos de generar inflación futura. Algo que se observa claramente en la estabilidad que experimentan los tipos de cambio”.
La consultora Abeceb, en tanto, destacó que para levantar las restricciones se necesita un tipo de cambio competitivo, aunque eso limita los objetivos oficiales “porque la competitividad se está resintiendo y se están perdiendo aceleradamente los beneficios de la devaluación: desde el 11 de diciembre el tipo de cambio real multilateral perdió un 35% de su valor. No hay que olvidar que el cepo existe justamente porque se lo usa para deprimir la demanda de dólares en contextos de atraso cambiario”.
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