Todos los meses los argentinos siguen con atención el informe de inflación que publica el Indec, pero a veces da la sensación de que los precios del día a día avanzan a un ritmo diferente. Un estudio de la consultora Quantum demuestra que no se trata sólo de una “sensación”; realmente hay bienes y servicios que se ajustan a una velocidad muy superior al resto.
Para demostrar la magnitud de la distorsión de precios, la consultora realizó un seguimiento de la evolución de los valores de diferentes insumos desde abril de 2019 hasta agosto de 2023. Los expertos explicaron que eligieron como punta de partida al cuarto mes de 2019 debido a que en ese momento la economía funcionaba sin mayores restricciones al ingreso y egreso de bienes, servicios y de capitales con el exterior. Es decir que había relativa normalidad y pocas regulaciones que incidieran en el normal desarrollo de los valores de mercado.
“Además, las tarifas de servicios públicos representaban aproximadamente el 80-90% de los costos de generación y producción de la electricidad y el gas y las cuentas públicas estaban relativamente ordenadas (ese año el déficit primario fue 0,5% del PBI)”, dice el informe.
“Por el lado del sector externo, el tipo de cambio estaba depreciado respecto del promedio de largo plazo (el bilateral ARS/USD 8% y el multilateral 3%), la cuenta corriente era levemente deficitaria (USD 3.500 millones en el acumulado de 2019) y la cuenta capital y financiera más que lo compensaba (superávit anual de USD 5.100 millones)”, agrega Quantum.
Por carriles diferentes
Partiendo entonces de abril de 2019, se observan importantes cambios en los precios relativos. De acuerdo al estudio, el tipo de cambio libre CCL (contado con liquidación) cuesta hoy 19,4 veces más que en ese momento. Fueron marcados también los incrementos de las prendas de vestir (aumentaron 11,5 veces su valor) y el de los alimentos y bebidas (10,2 veces).
Claro que dentro del rubro de alimentos hay también comportamientos muy diferentes. La papa cuesta hoy 22,9 veces más que en 2019 y el azúcar es 22,4 veces más caro. También subieron significativamente la docena de huevos (14,2 veces), la carne picada (12,8 veces), el yogur (12 veces), el asado (11,2) y la yerba mate (10,9 veces), entre otros productos.
¿Cuál es el problema? Más allá de los incrementos, que son un problema de por sí para la economía -sobre todo cuando los salarios no pueden seguirles el ritmo-, el punto es que los ajustes de estos productos (incluido el dólar) estuvieron muy por encima de la inflación general y del avance de la inflación núcleo (no incluye precios regulados ni estacionales).
El informe de la consultora especialista en finanzas remarca que en el acumulado del período analizado (abril de 2019 – agosto de 2023) el IPC núcleo aumentó 9,5 veces. Por tanto, todos los valores mencionados anteriormente tuvieron subas de precios claramente por encima de ese nivel.
Asimismo, se pueden encontrar productos y servicios que tuvieron desde entonces ajustes inferiores al promedio inflacionario. Los que menos subieron fueron las tarifas de gas residencial (AMBA), que aumentaron 3,6 veces, el transporte público –subió 4,2 veces- y las tarifas de electricidad – aumentaron 5,8 veces-. El precio del litro de nafta, por su parte, se encareció 5,9 veces, por debajo del tipo de cambio oficial, que se incrementó 7,9%.
Volviendo al rubro de alimentos y bebidas, se ubican por debajo del IPC general y del IPC núcleo productos como el agua sin gas (cuesta 6,1 veces más que hace cuatro años), las galletitas de agua (6,9) y la harina de trigo común 000 (7).
Las correcciones hipotéticas
En base a los resultados de las grandes distorsiones de precios, desde la consultora estimaron entonces cuánto deberían bajar o subir de precios los diferentes bienes y servicios para equiparar el incremento de la inflación núcleo. Los especialistas aclararon que se trata de un cálculo hipotético, que además no toma en cuenta los factores económicos que inciden en cada sector en específico, como podría ser por ejemplo la variación internacional del barril de petróleo para el litro de nafta.
Así, el “salto” del precio de la electricidad debería ser 63%, el de la nafta 60%, el transporte público 128% y el del gas 162%. Los precios de las prendas de vestir y de los alimentos y bebidas deberían caer 17% y 7%, respectivamente. El tipo de cambio oficial contra el USD no debería aumentar si se tiene en cuenta la inflación en Estados Unidos.
Para los expertos, reordenar los precios relativos será seguramente una de las prioridades de política económica del futuro Gobierno en el marco de un plan de estabilización.
“El desafío es minimizar el impacto negativo de las correcciones sobre la tasa de inflación y el nivel de actividad económica. En los meses recientes se avanzó por ese camino en forma gradual, pero la dinámica de precios actual y el nivel de ingresos reales bien pueden demandar un manejo distinto”, opinaron.
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