Aunque a causa de la recesión y la fuerte caída de las importaciones, en mayo y junio últimos la Argentina logró el casi inédito récord de anotar dos meses seguidos de superávit en el comercio bilateral con China, lo cierto es que ni así logró revertir -aunque sí achicar fuertemente- algo que se volvió una constante desde 2008: un consistente y elevado déficit en el intercambio con el gigante asiático.
En el primer semestre de este año el rojo para la Argentina fue de USD 1.029 millones, cifra mínima comparada con los déficits bilaterales de 2022 y 2023: en ambos años, durante el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner (CFK), los saldos negativos superaron claramente los USD 9.000 millones.
Si se consideran los datos desde enero de 2008, primer mes completo de la primera presidencia de CFK, el déficit en el intercambio con China sumó USD 84.928 millones, cifra que casi duplica la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI), triplica las reservas brutas del Banco Central y se acerca a unas veinte veces el costo estimado de las represas patagónicas, financiadas por China y construcción a cargo de un consorcio encabezado por una empresa de ese origen.
Tres licitaciones
Ese proyecto fue licitado por primera vez en 2007 por la provincia de Santa Cruz, que manejaban desde Buenos Aires el entonces presidente Néstor Kirchner y la primera dama, CFK, vuelto a licitar (y a anular) por la Nación en 2010 y finalmente licitado y adjudicado en 2012. Con financiamiento interrumpido, la obra está parada desde fin de 2023, cuando asumió el actual gobierno.
El balance parcial es que las dos represas sobre el río Santa Cruz detentan respectivamente avances de 20% y 40% al cabo de 17 años desde la primera licitación, 14 desde la segunda y 12 desde la última y definitiva.
Esas pocas cifras y referencias pintan el bajo logro de metas locales y la enorme asimetría de la relación económica y comercial de la Argentina con China y que fue parte de una advertencia de Paolo Rocca, presidente del grupo Techint, en Brasil, y de un seminario internacional organizado en Buenos Aires por la multinacional argentina.
Ya en 2016, dos años después de que CFK firmara en Beijing con el presidente Xi Jinping, la “Asociación Estratégica Integral” con China, Rocca había dicho que “el pacto con China era un pacto con el Diablo”. Y en 2017, cuando Miguel Acevedo, de Aceitera General Deheza, asumió la presidencia de la Unión Industrial Argentina (entidad fuertemente influida por Techint), el entonces flamante titular de la UIA dijo: “los precios que tiene China son como los del Indec de Moreno”, por el falseamiento deliberado y sistemático de las estadísticas oficiales a partir de enero de 2007, causa por la que el entonces secretario de Comercio, Guillermo Moreno, fue sentenciado a tres años de prisión, por abuso de autoridad y destrucción de registros públicos.
No es una economía de mercado; no hay precios similares de productos para comparar con otros mercados. Es un precio como el Indec de Moreno (Acevedo)
China, había dicho Acevedo, “no es una economía de mercado; no hay precios similares de productos para comparar con otros mercados. Es un precio como el Indec de Moreno”. Y agregó: “queremos saber qué tratamiento se le dará a los productos importados de China, porque nos preocupa mucho”, antecedente de la denuncia reciente de Rocca de que la ampliación del área de influencia comercial china “ha contribuido sustancialmente a la primarización de nuestras economías”.
Competencia desleal
China ha hecho lo que ha hecho, explicó Rocca, a partir de competencia desleal, pues “es un país con un sistema de gobierno autoritario y centralizado, que tiene la capacidad de asignar recursos a diferentes sectores de la economía en base a decisiones de conveniencia táctica y estratégica”.
El titular de Techint citó además un estudio de la Comisión Europea sobre las “anomalías” del sistema económico chino, “impulsado, en gran medida, por la intervención del Estado y del Partido Comunista Chino”, con amplia presencia de firmas estatales, simbiosis Estado-Partido, violaciones a la propiedad intelectual, restricciones a la propiedad de la tierra, ausencia de sindicatos independientes, límites a la movilidad de las personas y costo subsidiado de la energía, entre otras “anomalías”.
De hecho, desde la firma en 2014 de la “Asociación Estratégica Integral”, la Argentina perdió participación en el mercado chino. Un cuadro de un reciente informe de la consultora de Miguel Broda comparó la ya de por sí bajísima participación, (0,27%) que las exportaciones argentinas tenían en las compras de China, contra la todavía más baja (0,24%) que tuvieron en los primeros cinco meses de este año. Esto es, a partir de la “Asociación Estratégica Integral”, que sugiere un mayor grado de acceso, la Argentina perdió más del 11% de la cuota ya minúscula que tenía hace diez años.
Los principales ganadores del “rebalanceo” comercial chino fueron los países del sudeste asiático, Rusia y Brasil (que aumentó su cuota de 2,64% a 4,59%) y los principales perdedores Corea del Sur, Japón, Alemania y EEUU.
Un estudio de la Comisión Europea, con datos de 2020, muestra además que incluso de las ventas latinoamericanas a China la Argentina representaba el 4%, contra 52% de Brasil, 22% de Chila, 9% de Perú y 6% de México.
Penetración de mercado
En su presentación en el seminario internacional de Techint sobre China, Dante Sica, exministro de Producción y fundador de la consultora Abeceb, mostró que mientras desde 2002 las ventas de China pasaron de 4% al 20% del total de las compras argentinas, multiplicando por cinco su cuota, las de Argentina a China crecieron apenas dos puntos porcentuales, multiplicándose por uno y medio.
Las exportaciones locales al gigante asiático sufrieron por las taras macroeconómicas de la Argentina, pero también por decisiones activas de Beijing, que en nombre del “valor agregado” y de la “seguridad alimentaria” limitó primero las compras a la Argentina de aceite y harina de soja, para privilegiar la compra de grano y procesarlo internamente, y ahora va por la “autosuficiencia absoluta” de cereales básicos, medida que entró recientemente en vigor.
La ley, adoptada por el órgano legislativo en diciembre pasado, cubre 11 capítulos con medidas que van desde la producción, almacenaje y procesamiento de cereales y un marco legal para que el PC Chino “oriente” a los gobiernos locales y a la industria agrícola a aumentar la producción alimenticia. Esto incluye la “protección” de tierras agrícolas para que no se destine a otros usos y el resguardo de los recursos de germoplasma.
China, además, maneja en la Argentina buena parte de su aprovisionamiento externo de alimentos. Por caso, como reportó Infobae, una reciente investigación internacional detectó que 64 buques pesqueros que operan con bandera celeste y blanca en la Zona Económica Exclusiva, hasta 200 millas desde la costa marítima argentina, son propiedad de empresas chinas, incluyendo 41 “poteros”, dedicados a la pesca del calamar (esto es, la mitad más uno de los 80 buques de ese tipo que capturan la especie clave de la “cadena trófica” del Mar Argentino, tienen como “beneficiario final” a capitales chinos).
China, además, maneja en la Argentina buena parte de su aprovisionamiento externo de alimentos
De mucho mayor peso aún es que el principal trader o agroexportador de la Argentina es una empresa china. Como lo hizo consistemente desde 2020, salvo el año pasado, en el primer semestre de 2024 el ranking de de agroexportadores del país lo encabezó la china Cofco, con 4,5 millones de toneladas, dejando en el segundo lugar a Cargill (4,3) y en el tercero a Viterra (4,1 millones).
Cofco es el acrónimo de China National Cereals Oil, & Foodstuffs, en origen un holding estatal chino dedicado a compra de granos y la producción y comercio de alimentos que en 2014 (el año en que CFK y Xi Jinping firmaron la “Asociación Estratégica Integral”) adquirió el 51% del paquete accionario de Nidera y el 51% del Noble Group, otros dos traders a los que embuchó íntegramente entre 2015 y 2016. Pudo así constituir en la Argentina una red de originación con 9 plantas de acopio y 3 de molienda de granos, además de una de biodiésel.
Aquel pase de manos estuvo lleno de simbología. Nidera había sido creada en Países Bajos en 1920 y su nombre es el acrónimo (en neerlandés) de los que eran entonces sus nodos de originación y comercio de cereales: Nederland, India (por las Indias Orientales holandesas), Duitsland (Alemania), Engeland (Inglaterra), Rusland (Rusia) y Argentina.
Cofco, en cambio, surgió cuando después de la revolución comunista china el gobierno liderado por Mao Tse Tung tomó el control del sector agrícola y estableció agencias estatales especializadas en distintas partes (Cereals, Oils, Foodstufs) que luego consolidó en la que es hoy la principal trader cerealera de la Argentina. Con los años Cofco adoptó un status “corporativo” que hoy le permite presentarse como empresa privada.
Pese a la prédica de Xi Jinping de la “circulación dual” de la economía, consistente en aumentar el consumo interno sin resignar dinamismo exportador, lo cierto es que el crecimiento chino sigue dependiendo en gran medida de un mercado internacional al cual volcar su sobrecapacidad productiva, dijo en el seminario internacional de Techint la sinóloga Margaret Myers, del Diálogo Interamericano, un think tank bipartidario con sede en Washington.
Myers mostró en un gráfico cómo fueron cambiando en los últimos veinte año las prioridades de inversión y comercio chino en América latina, a nivel de países de destino y de sectores elegidos. Paradójicamente, ahí también puede observarse cómo, después de la “Asociación Estratégica Integral” firmada en 2014, la Argentina fue cediendo posiciones en el ranking regional de destinos (ver arriba). Además en cuanto a sectores, dos tercios de la inversión china en la Argentina se concentra en actividades “extractivas”.
A su turno, Aaron Friedberg, experto en política internacional y profesor de la Universidad de Princeton, subrayó que pese a adherir en 2001 a la Organización Mundial del Comercio (OMC), Beijing nunca perdió de vista su prioridad: irradiar su poder y preservar el control del proceso en manos del Partido Comunista Chino. En las intervenciones económicas y comerciales en el exterior, dijo, la doctrina no es el marxismo-leninismo, sino lo que llamó “mercantilismo-leninismo”.
En el caso argentino, eso se refleja en la cifra llamativa ya citada: USD 85.000 millones a favor de China en poco más de 16 años de intercambio mercantil.
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