La carga impositiva se fue agravando a lo largo de los años en la medida que aumentaba el gasto público, llegando a niveles que, como dice “la marchita”, terminaron combatiendo el capital, dejaron sin trabajo a millones de personas, sumergieron el país en la miseria disparando la pobreza y el país retrocedió como potencia económica.
Esto ya lo veía Juan Bautista Alberdi. Si bien la obra más conocida del tucumano es “Bases y puntos de partida para la organización política de la República de Argentina”, otro de sus libros de gran relevancia es el “Sistema Económico y Rentístico de la Confederación Argentina según su Constitución de 1853″.
En rigor, con la destrucción que hubo en el país de la historia y de la educación, lo chicos actualmente no saben quién fue Alberdi, qué libros escribió y, por lo tanto, mucho menos van a conocer El Sistema Económico y Rentístico.
En el Sistema Económico y Rentístico, dice el autor: “Hasta aquí el peor enemigo de la riqueza del país ha sido la riqueza del Fisco. Debemos al antiguo régimen colonial el legado de este error fundamental de su economía española. Somos países de complexión fiscal, pueblos organizados para producir rentas reales. Simples tributarios o colonos, por espacio de tres siglos, somos hasta hoy la obra de ese antecedente, que tiene más poder que nuestras constituciones escritas. Después de ser máquinas del fisco español, hemos pasado a serlo del fisco nacional: he ahí toda la diferencia. Después de ser colonos de España, lo hemos sido de nuestros gobiernos patrios: siempre estados fiscales, siempre máquinas serviles de rentas, que jamás llegan, porque la miseria y el atraso nada pueden redituar”. Y agrega unos párrafos más adelante: “El moderno régimen está en nuestros corazones, pero el colonial en nuestros hábitos, más poderosos de ordinario que el deseo abstracto de lo mejor”.
Pasaron 169 años desde entonces y seguimos siendo un país de complexión fiscal. Somos máquinas serviles de rentas. Después de ser máquinas del fisco español, se ha pasado a serlo del fisco K. En nombre de la santa recaudación impositiva se violan los derechos más elementales de los ciudadanos.
Y el que no acepta ser tratado como un esclavo al cual se le confisca casi todo lo que produce y se revela contra esa violación de sus derechos, es acusado de evasor impositivo y de no tener sentido de la solidaridad.
Lo cierto es que con esta locura “redistribucionista”, en la que los políticos han decidido que solo ellos tienen sentido de la solidaridad y el resto de los ciudadanos son unos cretinos a los que hay que sacarle la plata por la fuerza vía impuestos.
Los políticos han decidido que solo ellos tienen sentido de la solidaridad y el resto de los ciudadanos son unos cretinos a los que hay que sacarle la plata por la fuerza vía impuestos
Al sistema tributario se le pide 3 cosas. A saber: 1) Que genere recursos para el fisco;
2) Que asigne los recursos productivos; y 3) Que redistribuya el ingreso.
Dejo el punto 1) de lado porque no requiere de demasiadas explicaciones. Hay que pagar impuestos para mantener al barril sin fondos que es el Estado.
Respecto al punto 2), el sistema tributario asigna recursos cuando, por ejemplo, aplica impuestos altos algún insumo y menos a otros. Cuando el Estado, en nombre de la solidaridad social pone muchos impuestos a la nómina salarial, lo que logra es hacer artificialmente caro el trabajo en blanco, por lo tanto, muchos prefieren trabajar en negro o bien el empresario opta por reemplazar mano de obra por máquinas, las que, por cierto, no le hacen huelgas.
Otro ejemplo que podría darse sobre el punto 2) es el caso de los derechos de exportación. Se castiga al que es competitivo internacionalmente y se induce a producir para el mercado interno. Es más, al establecerse diferentes derechos para los distintos productos, se desestimula la producción de ciertos bienes y se estimula la de otros.
Los derechos de importación también actúan como asignadores de recursos, haciendo una economía cerrada al mundo, que deriva en baja productividad y, por lo tanto, reducidos niveles de vida por los magros ingresos que genera el proteccionismo.
Respecto al punto 3) el ejemplo más categórico es el del Impuesto a las Ganancias, que castiga al que más gana como si ser más eficiente y abastecer mejor las necesidades de los consumidores tuviera que ser penalizado.
Los derechos de importación también actúan como asignadores de recursos, haciendo una economía cerrada al mundo, que deriva en baja productividad
El sistema tributario solo tiene que abastecer al Estado de los recursos para financiar los gastos derivados de defender el derecho a la vida, la libertad y la propiedad de las personas. No es su función reasignar recursos ni redistribuir ingresos, eso debe explicitarse en el Presupuesto, con nombre y apellido, por qué razón, en qué monto y por cuánto tiempo.
Si bien no existe el impuesto que sea absolutamente neutro, debe buscarse el que genere la menor distorsión de precios relativos y que casi no influya en la asignación de recursos y en la distribución de la riqueza.
Pero al mismo tiempo, la carga impositiva va a depender del nivel de gasto público. Cuando los políticos, en su carrera populista, aumentan el tamaño del Estado en nombre de la solidaridad social, más temprano que tarde terminan inventando impuestos para financiarlo, haciendo de los contribuyentes máquinas serviles del fisco, como decía Juan Bautista Alberdi.
La diferencia entre las máquinas serviles del fisco que denunciaba Alberdi en la relación que se tenía con España era porque en esa época la corona tenía que financiar sus guerras. Hay que recordar que, por ejemplo, la revolución por la independencia americana se produce por la mayor carga impositiva que quiso imponer el rey de Inglaterra a los colonos para financiar los gastos de guerra con Francia. Curiosamente, luego Francia va a ayudar a las fuerzas continentales a combatir contra el ejército inglés.
Actualmente, en particular en Argentina, los impuestos no suben para financiar acciones de guerra o conquistas territoriales, sino para financiar el populismo. Lo que se conoce como el Estado de bienestar. Es, de alguna manera, otra forma de conquistar el poder.
Entre 1993 y 2022 la presión tributaria, sumando impuestos nacionales y provinciales aumentó casi 10 puntos porcentuales del PBI como puede verse en el gráfico y como contrapartida no hay más seguridad, defensa, salud pública, educación pública, jubilaciones, etc.
En Argentina, los impuestos no suben para financiar acciones de guerra o conquistas territoriales, sino para financiar el populismo
Argentina necesita de una profunda reforma tributaria, con impuestos sencillos de liquidar, alícuotas bajas y una base imponible ancha (cantidad de gente que pague impuestos). Es decir, muchos deben pagar impuestos, pero muy poco cada uno. De esta forma se quita uno de los estímulos para evadir.
Como contrapartida, el gasto debe ser eficiente y, por supuesto, la propuesta de simplificar y bajar la carga tributaria es inviable si paralelamente la gente no deja de votar políticos que lo único que saben hacer es aumentar el gasto público en nombre de la solidaridad social, que no es otra cosa que el interés de ellos de retener el poder.
En definitiva, y siguiendo las palabras de Alberdi, se dejó de ser colonos de España y se pasó a ser esclavos de los políticos, ya que se trabaja para sostener, vía impuestos, sus conquistas políticas.
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