El campo se apresta a emprender un 2024 desafiante, con el gobierno nacional dando pasos acelerados en pos de cambios económicos, comerciales, sociales y políticos de impacto en el sector agropecuario y con un sorprendente aumento de la presión tributaria.
Más allá de la incertidumbre propia de una nueva Administración, la inflación y la alta conflictividad social, esta vez parecería que, a diferencia de los últimos tres años, el campo tendrá en el clima un muy buen aliado.
La mejora en el régimen de lluvias, aunque aún hay zonas con falta de agua, permitió dejar atrás la situación de sequía en casi todo el país. En eso coinciden varios referentes de la dirigencia agraria y la agroindustria consultados por Infobae.
En cambio, hay matices y diferencias en cuanto a cuestiones como el ciclo económico y el productivo, a su vez influenciados por el político, transversal a todas las actividades.
“Seguiremos reclamando reglas claras, perdurables en el tiempo, donde lo más urgente es controlar la inflación, tener una relación de cambio competitiva -sin brecha cambiaria- y una economía estabilizada”, dijo Elbio Laucirica, presidente de la Confederación de Intercooperativas Agropecuarias (Coninagro), quien también mencionó la necesidad de que gobernantes ydirigencia política promuevan el emprendedurismo, con inversión productiva, generando más producción y trabajo genuino; den seguridad y justicia y atiendan la salud de la gente. Son las políticas públicas necesarias para promover el desarrollo local”, afirmó.
¿Parálisis por incertidumbre?
Nicolás Pino, titular de la Sociedad Rural Argentina (SRA), señaló que en lo económico, el sector espera que el país pueda sobrellevar la crisis y que las medidas que vienen tomando las autoridades económicas “sienten las bases para el crecimiento y el desarrollo y generen oportunidades para todos los argentinos”.
En tanto, Carlos Achetoni, presidente de la Federación Agraria Argentina (FAA) auguró que en lo económico “se tranquilice la inflación y haya un tipo de cambio único”, y en lo políti “haya certidumbre y consenso”. En cambio, señaló, la precipitación de medidas del nuevo gobierno, “en el intento de dar la mayor certidumbre, están generando gran incertidumbre”.
Para el dirigente mendocino el mayor riesgo de 2024 es que tanta incertidumbre paralice el desarrollo y se quejó por “el crecimiento de las retenciones, a contramano de lo que se había dicho de ir a una salida de las retenciones y llegar a cero”.
El santafesino Carlos Castagnani, titular de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), es que superada “esta situación delicada en que está”, el país se encarrile hacia la libertad de comercio”. En lo político, agregó, “estamos con muchas expectativas sobre las medidas que vaya tomando este gobierno; el campo necesita medidas de largo alcance y que se le saque bastante la presión impositiva, para poder invertir y producir más”, recordó.
País integral y equitativo
Pablo Vernengo, director ejecutivo de Economías Regionales de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) deseó que se ordena pacíficamente la macroeconomía. “Vemos un primer trimestre muy duro por los ajustes que se van a producir. Nuestros productores de las economías regionales son pymes y es un sector sin mucha espalda financiera y con un hartazgo muy fuerte por las políticas adversas a sus actividades”, afirmó.
Para las pymes, dijo Vernengo, el riesgo es que haya más impuestos. “Estamos muy estrechos y muchas veces hay una intermediación parasitaria que se come el desarrollo que llevó todo un tiempo generar y que nos excluye del sistema. Necesitamos desarrollarnos en plenitud, sin que el pie del Estado nos pise siempre la cabeza”, describió.
Las economías regionales, prosiguió, “esperamos tener mano de obra disponible para poder nuestras cosechas, realizar nuestras labores culturales y tener la rentabilidad por la que tanto lucha este sector para abastecer tanto al mercado doméstico como al externo”.
“No hay peor cosa para un productor pyme de la Argentina profunda que no poder tener la mano de obra, para levantar sus cosechas. Fue un perjuicio muy fuerte que le hizo la anterior administración a todos nuestros complejos agroindustriales”, señaló, por el efecto de los planes sociales sobre la escasez de trabajo registrado.
Generar empleo
En tanto, José Martins, coordinador del Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), ponderó que el Gobierno logre rápidamente el déficit cero y permite ir hacia un tipo de cambio único y competitivo para el agro y la agroindustria “que nos permita poder generar en el interior del país agregado de valor, de manera tal de generar empleo”.
“Generar empleo es la única vía que va a tener este país, para que muchos compatriotas salgan del nivel de pobreza que tenemos actualmente y que los salarios puedan afrontar el proceso inflacionario que, esperemos, se reduzca en el corto y mediano plazo”, dijo Martins.
Los riesgos sobre la actividad agroindustrial, añadió, “tienen mucha relación con los vaivenes políticos y la alta carga impositiva. Y al respecto dijo que espera que el Congreso brinde un marco razonable a las economías regionales en el contexto del megaproyecto de ley que le envió el Gobierno.
“Es insostenible que muchas de ellas trabajen con derechos de exportación del 15%”,dijo Martins, y abogó porque eso se modifique y llevarlas otra vez a “cero retenciones, porque no tienen un alto impacto en la recaudación fiscal, pero sí son importantes para generar empleo”.
Pino de la SRA, consideró riesgoso que la suba de las retenciones a las producciones regionales “llegue para quedarse; así fue en 2001 y hace más de 20 años que el sector paga más impuestos que el resto de la economía” recordó.
Riesgo de primarización
Gustavo Idígoras, presidente de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina y del Centro de Exportadores de Cereales (Ciara-CEC), destacó la mejora del tipo de cambio y se preguntó cómo manejará el Banco Central la política cambiaria y el ‘crawling peg’ o “deslizamiento” del dólar para evitar que la inflación vuelva a absorber las mejoras de competitividad” derivadas de la reciente devaluacón.
“Lo más preocupante para la agroindustria en lo económico y comercial es el proyecto de ley ómnibus del Ejecutivo: incluye diferencias explícitas en los derechos de exportación del complejo industrial de la soja, que es el principal complejo generador de divisas del país”, dijo Idígoras, que advirtió el riesgo de primarización y caída de ingresos para el productores, porque el gran comprador de la soja (el 85% de la cosecha argentina) es la industria, que va a perder capacidad de pago pues deberá pagar más impuestos que el exportador de porotos sin procesar”. Eso, dijo “va a generar menores divisas, caídas de precios para el productor y una molienda más baja, que podría terminar también en problemas de mantenimiento de empleo”.
Créditos y rentabilidad
]A su vez, Idígoras mencionó la necesidad de una política exterior “abierta, proactiva, que promueva el intercambio entre los países, con relaciones bilaterales y multilaterales, que defienda nuestros intereses económicos y actividades productivas, resguardando las potencialidades del país como productor de alimentos al mundo”.También deberá ponderar, apuntó, “los cambios en la demanda de alimentos, por los nuevos hábitos de consumo de la población”, que demanda alimentos más saludables, con sustentabilidad social, económica y ambiental.
Carlos Castagnani de CRA expresó que son la normalización de la macroeconomía global volvería el crédito blando para compra de maquinaria e inversiones de largo plazo para el campo.
“En cuanto a oportunidad de negocios, tenemos todo. Todas las economías regionales tienen para dar un salto cuantitativo y cualitativo, pero se necesita rentabilidad, primero, y después trazabilidad, incorporación de tecnología y empezar a respetar los ciclos biológicos. Estamos muy a la deriva. Tenemos que volver a ponerle foco a la producción, con las demandas tanto del mercado local como internacional”, cerró Vernengo,,de CAME
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