(Desde Washington) La capital de Estados Unidos ya recibe a ministros de Economía, presidentes de Bancos Centrales, expertos en finanzas, inversores globales, académicos y tecnócratas que desde mañana participarán de los encuentros de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM).
Kristalina Georgieva definió la agenda de la cumbre y su objetivo geopolítico es proponer un debate que aporte soluciones a un tablero internacional atravesado por las consecuencias coyunturales de la guerra en Ucrania y la inestabilidad creciente del canon democrático.
Esas consecuencias vinculadas al conflicto desatado por Vladimir Putin implican la suba del costo de la energía, el incremento del precio de los alimentos, la hambruna inédita que padece África, la incertidumbre en el sistema financiero y la postergación de las metas fijadas por el tratado de Cambio Climático de París.
Esta compleja coyuntura de comienzos del siglo XXI descubre los contornos de un futuro que promueve la aparición de movimientos globales disruptivos – como sucedió en Brasil y Estados Unidos, por ejemplo-, e interpela a la democracia como método para arbitrar los conflictos sociales.
Desde esa perspectiva, el escenario político y económico de la Argentina preocupa en Washington por su posible impacto en el cumplimiento del acuerdo del Fondo, que ya fue recalibrado en la meta de reservas del Banco Central tras la grave sequía que hizo estragos en la cosecha y la recaudación impositiva.
El FMI aceptó recalibrar la meta comprometida para las reservas que se debían acumular en el Banco Central durante 2023, pero en el board del organismo multilateral asumen que será un objetivo difícil de asumir por la situación económica causada por la grave sequía de los últimos meses. No se trata únicamente de los 10.000 millones de dólares que no ingresarán al país por la caída de la cosecha, sino también porque la ausencia de esa cifra impactará en el consumo y en la consecuente recaudación de impuestos y tasas.
En este contexto, explicaban anoche en DC, la debilidad provocada por la sequía en las reservas puede impactar también en el nivel de recursos públicos asignados a la cuenta de inversión del estado. Y si esa hipótesis de trabajo se confirma en el tiempo, la meta del déficit fiscal del 1.9 por ciento en 2023 ingresaría en una zona de peligro inminente.
Joseph Biden garantizó a Alberto Fernández que lo ayudaría ante una eventual confrontación con el FMI por las metas acordadas, y esa colaboración del presidente de los Estados Unidos se podría gatillar en mayo cuando el Board analice los números del primer trimestre de 2023. Ya no se trataría de revisar el target de las reservas: ahora sería recalibrar la meta del déficit fiscal.
Durante la reunión que compartieron en el Salón Oval, Alberto Fernández le comentó a Biden que el Consejo de Seguridad Nacional jugó a favor de la Argentina durante las negociaciones con el FMI, mientras que la Secretaria del Tesoro se mostraba remisa a aceptar los argumentos técnicos y políticos que presentaba Massa ante el staff y el directorio del FMI.
El Presidente elogió a Jake Sullivan y Jose González -consejeros de Seguridad Nacional de Biden- y cuestionó a Yanet Yellen, secretaria del Tesoro de los Estados Unidos. El líder demócrata escuchó la queja de Alberto Fernández, y durante la reunión que protagonizaron funcionarios de ambos gobiernos en el Cabinet Room de la Casa Blanca, instruyó a Yellen para que se ponga a disposición de la Casa Rosada en caso de una nueva disputa con el FMI por las metas comprometidas en el Acuerdo de Facilidades Extendidas.
Alberto Fernández y Massa se quedaron con ese gesto de voluntad política de Biden, pero en las cercanías de Yellen se explicó a Infobae que ese gesto no implicó un waiver general a favor de la Argentina. “Conocemos el track record del país, y sabemos de la promesa de Biden en Cabinet Room. Pero de ninguna manera habrá un fast track ante el Board”, advirtieron a este enviado especial en DC.
Además de las dudas sobre la meta del déficit fiscal, en Washington cuestionan la decisión del gobierno de promulgar la ley de moratoria para jubilados que se sancionó en Diputados cuando concluida las sesiones extraordinarias. En este caso puntual, las críticas corren desde el staff del FMI hasta el despacho de Yellen en la Secretaría del Tesoro.
En DC aseguran que esa moratoria pone en juego la meta del déficit fiscal, que no fue comunicado oficialmente, que es inoportuna y que debería acotarse a su máxima expresión. “El costo fiscal de la nueva moratoria de pensiones debe ser mitigado a través de fuertes regulaciones para permitir la entrada solo a aquellos con mayor necesidad”, sostuvo Gita Gopinath, vice directora gerente del FMI, en un comunicado oficial.
Alberto Fernández cuestiona esa mirada crítica del staff del FMI y la Secretaría del Tesoro de los Estados Unidos. “Yo le explique a Kristalina (Georgieva) durante un zoom que hice en el aeropuerto de Salta que la moratoria se autofinancia con los aportes que van a ir haciendo los propios jubilados que reciben el beneficio. Aquí no hay costo fiscal, además hicimos otra moratoria por decreto el año pasado y no se quejaron. Están leyendo mal la ley de moratoria, esto no es un jubileo”, aseguró el Presidente a su círculo de confianza antes de partir a Chapadmalal para pasar Semana Santa.
En ese zoom que mencionó el presidente tambien participaron Massa -que estaba en su despacho del Palacio de Hacienda- y Gopinath que se conectó desde sus oficinas en el FMI. Georgieva y Gopinath cortaron la comunicación sin haber sido convencidas por Alberto Fernández, y ahora toca el turno de Massa.
Gopinath recibirá al ministro de Economía el próximo 14 de abril, si no hay cambios en la agenda oficial. Las autoridades del FMI pretenden reducir el número de beneficiarios de la moratoria -se calculan 800.000- y quieren saber si la situación económica de la Argentina ya condiciona el cumplimiento del programa cerrado con el Fondo.
Massa ya escuchó ese planteo en la Cumbre del G20 en Bengaluru (India), cuando negociaba el cambio de meta vinculado a las reservas del Banco Central. “El que camina por la Argentina soy yo. No ustedes. Y yo no voy a hacer nada que pueda causar un estallido. ¿Me explico?”, dijo el ministro ante los planteos técnicos de Georgieva y Gopinath.
Al final, el staff y el board del FMI aceptaron el cambio en la acumulación de reservas del Banco Central que negoció Massa en la India. Pero ello no implica que ahora acepten un eventual cambio en los porcentajes del déficit fiscal previstos para 2023. En Washington pronostican una dura batalla con los directores de Japón, Brasil y Alemania, que cuentan como aliada a la secretaria Yellen, a pesar de los comentarios de Biden en el Cabinet Room de la Casa Blanca.
Además del cumplimiento de las metas previstas en el Acuerdo de Facilidades Extendidas, en DC se pregunta sobre el futuro político de Alberto Fernández y la estrategia electoral de Cristina Fernández de Kirchner. Esos interrogantes se vinculan a las posibilidades de reelección del Presidente y a la decisión de CFK de renunciar a la competencia por un cargo en los comicios de octubre.
No importa si el funcionario de Biden que pregunta pertenece al Departamento de Estado, la Secretaría del Tesoro, el Ala Oeste de la Casa Blanca o el Capitolio. La respuesta de este corresponsal siempre causa idéntica reacción frente al enfrentamiento que protagonizan el presidente y la vicepresidente. No pueden creer la situación institucional, y la sorpresa se transforma en un silencio incomodo cuando se recuerda el último porcentaje de pobres que midió el INDEC y se pronostica el eventual índice de inflación de marzo que se conocerá en cinco días.
La cumbre del FMI empieza mañana con una charla de Georgieva que compartirá con David Malpass, presidente del Banco Mundial. La exposición de la directora gerente del FMI y Malpass lleva como título “El camino a seguir: construir resiliencia y remodelar el desarrollo”, un seminario que abordará la crisis económica causada por la pandemia del COVID-19, la guerra que desató Vladimir Putin contra Ucrania y los efectos globales del Cambio Climático.
Massa arribará el jueves a DC. Y su agenda incluirá reuniones con la OCDE, el Consejo de Seguridad Nacional, el Banco Mundial, la US Chamber of Commerce, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Fondo. Massa ya sabe las cuatro interrogantes que le van a plantear. Y frente a la última pregunta dirá que no, que por ahora no está en sus planes.
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