Un juzgado español ha decretado este domingo prisión provisional y sin derecho a fianza para una pareja acusada del doble asesinato de sus hijos.
El crimen ocurrió el jueves 14 de febrero, cuando la Guardia Civil española halló muertos y enterrados a dos menores que habían desaparecido en la localidad de Godella, en Valencia. Se trataba de Amiel, un niño de tres años y medio; y Rachel, una niña de apenas cinco meses de edad.
Su búsqueda se había activado después de que varias llamadas alertaran de gritos y una pelea entre los progenitores. Al llegar al sitio, los agentes policiales comprobaron que aunque el padre de los menores se encontraba en la casa, faltaba la madre, quien según algunos testigos, había salido corriendo desnuda.
Según relató el representante del gobierno español en esa comunidad autónoma, Juan Carlos Fulgencio, el padre dio respuestas "incoherentes" a las autoridades cuando le preguntaron por el paradero de los niños. De inmediato se activó el operativo de búsqueda.
Fulgencio contó que poco después fue encontrada la madre al interior de un contenedor, en una zona cercana a la vivienda y con arañazos "propios de haber corrido".
A las pocas horas de búsqueda por los alrededores de la vivienda, los agentes encontraron los cuerpos sin vida de los dos niños, quienes habían sido enterrados.
Nadie podía creer la noticias, amigos y vecinos describieron a la pareja como buenos padres, que se desvivían por sus hijos y los llenaban de afecto. Sin embargo, pocos sabían que la madre, María Gombau, de 27 años de edad, estaba en tratamiento psiquiátrico desde 2017.
Según explicaron personas cercanas a la pareja al periódico El País, tanto Gomabu como su pareja, Gabriel Carvajal, llevaban tiempo diciendo que el mundo estaba dominado por una secta de pederastas, lo que derivó en un "brote psicótico avivado probablemente por el consumo regular de drogas psicotrópicas".
"A principios de febrero empezaron a decir que todo el mundo formaba parte de esa secta y que los perseguían. Los maestros del colegio de Amiel, la gente del pueblo… dudaban hasta de la madre de María y de sus amigos", dijo una amiga de la pareja al diario español.
La pareja llevaba meses turnándose en la noche para hacer guardia y evitar así que alguien de la presunta secta entrara a su casa y se llevara a sus hijos. Estaban tan convencidos de que esto iba a suceder, que durante su interrogatorio ante la Guardia Civil, el padre declaró que, al matarlos, Gombau esperaba que los niños reencarnaran en ella para poder protegerlos.
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