Un poco de oxígeno entró ayer en el Palacio de Hacienda cuando la cotización del dólar libre y también del financiero consolidó la tendencia a la baja, tras la fuerte suba de la tasa de interés que se sumó a la intervención oficial para contener los precios del billete.
El billete recortó ayer otros $4 a la pronunciada caída del día anterior, cuando bajó $21, al tiempo que en el segmento bursátil -donde interviene el Banco Central- los precios también volvieron a acomodarse a la baja. En Economía confían en que, al menos por el momento, la corrida quedó sofocada y esperan que el billete informal alcance hoy un nuevo piso. Será el nuevo valor de equilibrio que imaginan por debajo del cierre de ayer, de $467 para acomodarse más cerca del dólar financiero que cerró por debajo de $445.
Todo eso en el marco de una jornada en la que la noticia del contundente ajuste a la tasa de interés dominó la plaza desde temprano. El BCRA agregó 10 puntos a la suba dispuesta la semana pasada, de apenas 3 puntos porcentuales en plena corrida cambiaria, y llevó la tasa de política monetaria al 91% anual, el mayor nivel en más de 20 años.
Con esa movida, el ministro de Economía, Sergio Massa, al menos parece haber comprado algo de tiempo. Sin embargo, el contador de reservas netas sigue a la baja y esa urgencia, admiten fuentes oficiales, difícilmente sea atendida con la premura deseada. “La negociación avanza lenta”, reconocen.
Sin ir más lejos, hoy mismo hay que pagarle una cuota de capital de USD 750 millones al Fondo Monetario, lo que deja la disponibilidad de dólares del Banco Central en un nivel crítico y con un poder de fuego esmerilado para enfrentar eventuales próximas turbulencias en el tránsito hacia las elecciones PASO. La implementación de la tercera edición del dólar soja, en el marco de expectativas de devaluación que se sostienen para agosto en el mercado de futuros, aportó poco y tras lograr alguna compra de divisas durante los primeros días de la semana con un mercado trabado por las últimas restricciones impuestas, el BCRA volvió a encadenar dos jornadas con saldo negativo en las que las cerealeras liquidaron montos inferiores a los USD 100 millones.
De ahí que el equipo económico intenta apurar las tratativas por la revisión integral del acuerdo con el Fondo, por las que se busca que el organismo adelante a junio todos los desembolsos previstos para este año. Pero el trámite es engorroso. La discusión es ahora a distancia, a pesar de que una comitiva oficial, sin funcionarios de primera línea, viajó ayer a Washington.
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Las condiciones para acceder a esa solicitud, que luce justificable ante el directorio del organismo en el contexto del enorme impacto de la sequía, tanto en la posibilidad de acumular reservas como en las cuentas fiscales, son difíciles de procesar para el ala más dura del Gobierno. Además del ajuste fiscal, el FMI reclama al menos una mínima corrección del tipo de cambio. Pero una devaluación se choca con la negativa, al menos retórica, de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
La ex presidenta fustigó ayer al FMI por la suba de los precios y afirmó que el acuerdo, al que pidió revisar, es inflacionario. Anticipa (y crítica) lo que en el mercado dan casi por hecho antes de agosto.
Por lo pronto, aunque en dosis mucho menores a las que están en discusión con el Fondo, el Banco Central aceleró notoriamente el ritmo de devaluación del tipo de cambio oficial, que ya corre en torno al 8% mensual, el piso que se prevé para la inflación de los próximos meses. La suba de tasas en niveles similares y una brecha que parece en las últimas horas parece haberse contenida pero que estará siempre amenazante sino aparece el apoyo en contante y sonante, completan el panorama que, a partir de la próxima semana, Massa deberá enfrentar para evitar una nueva “desestabilización”.
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