Dogan Tilic y Antonio Sánchez Solís
Ankara/Estambul, 13 may. Unos 64 millones de turcos no sólo eligen mañana a los 600 diputados del Parlamento y al jefe del Estado, sino que deciden si dar un radical giro político poniendo fin a dos décadas en el poder de Recep Tayyip Erdogan, con la sociedad divida en partidarios y detractores del actual presidente.
Las encuestas prevén que Erdogan perderá en esta primera vuelta de las presidenciales frente a Kemal Kiliçdaroglu, el líder opositor al que respalda una heterogénea alianza de partidos, desde socialdemócratas a islamistas y nacionalistas, con divisiones ideológicas pero unidos contra el autoritarismo del presidente.
Los sondeos dan a Kiliçdaroglu una ventaja de entre tres y diez puntos, pero no está claro si logrará la mayoría absoluta que evitaría una segunda vuelta electoral en dos semanas.
En las parlamentarias no se espera que ni el bloque del Gobierno ni la alianza opositora tenga mayoría, por lo que será clave el voto que reciba el partido progresista e izquierdista HDP.
"En la actualidad, el principal elemento de división se manifiesta entre los pro Erdogan y contra Erdogan", señala a EFE el politólogo Güven Gürkan Öztan, en relación al principal elemento de polarización de la sociedad turca, más allá de cuestiones ideológicas, religiosas o étnicas.
Esa fractura lleva diez años profundizándose, desde las masivas protestas del año 2013 que unieron a diferentes grupos sociales y políticos, contra el ya entonces creciente autoritarismo de Erdogan, en aquel momento primer ministro.
"Las protestas de Gezi (por el parque de Estambul donde comenzaron) fueron una predicción de que Erdogan y el AKP (su partido) se volverían aún más autoritarios, y así ha sido", señala Öztan.
Por eso, aunque dentro del bloque opositor hay partidos islamistas que comparten con Erdogan la idea de una islamización de la sociedad, o nacionalistas, que coinciden en su mano dura contra los kurdos, rechazan claramente el estilo autoritario del presidente y el modelo de "régimen de un sólo hombre" que ha impuesto.
Esa situación se manifiesta incluso en la preocupación de muchos turcos por la economía, con una lira muy devaluada y una fuerte inflación que se ha comido los ahorros de muchas familias y ha disparado el coste de la vida.
Tarik Sengül, profesor de Ciencias Políticas en la Middle East Technical University, considera que lo que une a los partidos opositores y a sus bases sociales es la noción de que "ese régimen de un solo hombre es el culpable de todo lo que va mal en Turquía", incluida la economía.
Así, asegura a EFE, se cree que cuando Erdogan y su AKP ya no estén en el poder, todos los problemas "desaparecerán o podrán resolverse en el futuro".
El propio Erdogan ha recurrido en la campaña a ese juego de polarización, asegurando que si la oposición gana, el país se hundirá en el caos.
Además, ha tirado del discurso nacionalista y religioso, planteando que los líderes opositores son "infieles" que no rezan, y que acabarán con la soberanía nacional y someterán el país a los intereses políticos y económicos de Occidente.
Con respecto a que este domingo se produzca realmente ese cambio político, los analistas son cautos.
Öztan advierte de que "es demasiado optimista" afirmar que Erdogan será derrotado decisivamente en las elecciones, aunque sí deja claro que es la primera vez que la oposición puede hacerse con el poder.
"El ambiente político que ha dominado Turquía durante un tiempo dificulta que la gente exprese abiertamente sus preferencias por un partido político. Por eso, no es fácil confiar en los sondeos de opinión", señala por su parte Sengül. EFE
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