Con los distintos dólares financieros al borde de los $500, el Gobierno salió a jugar una carta fuerte para evitar una estampida mayor del mercado cambiario. Luego de una comunicación con el FMI, después del mediodía el Banco Central salió directamente a intervenir con reservas para hacer presión sobre las cotizaciones y lo logró, al menos momentáneamente. Aunque no hubo información oficial, se estima que el monto habría rondado los USD 30 millones.
Al final del día, el contado con liquidación cerró a $ 450, una caída de 1,33% respecto a la jornada anterior mientras que el dólar MEP finalizó también en baja a $ 447. Como consecuencia de la jugada, las paridades de los bonos dolarizados continuaron en caída libre y el riesgo país terminó en 2.648 puntos básicos.
Según pudo averiguar Infobae, los dólares que se utilizaron pertenecen a cuentas de organismos públicos, como Arsat, Vialidad y la secretaría de Agricultura. “Representan apenas el 3% de lo que tenemos disponible, sin necesidad de afectar las reservas netas”, explicaron en Economía.
El acuerdo vigente impide al Banco Central utilizar dólares para interferir en el tipo de cambio, algo que claramente no se cumplió
Esos recursos forman parte de las reservas brutas, ya que son encajes de depósitos en moneda extranjera de organismos. El sector público cuenta con aproximadamente USD 1.300 millones que están depositados en su mayor parte en el Banco Nación. Sin embargo, no se contabilizan como reservas “netas”, porque en realidad se trata de un pasivo del Banco Central. Claro que también hay fondos de provincias, que son -al menos en teoría- intocables. Lo mismo ocurre con los depósitos en dólares de ahorristas y empresas.
Sobre el mediodía de una jornada tensa, el equipo económico le avisó de esta movida al Fondo Monetario Internacional (FMI), que dio su visto bueno al respecto.
El acuerdo vigente impide al Banco Central utilizar dólares para interferir en el tipo de cambio, algo que claramente no se cumplió. La “vía de escape” en este caso fue el compromiso de no alterar las reservas netas con estas intervenciones.
La jugada provocó el resultado esperado y lograron derrumbar las cotizaciones de los dólares financieros. Sin embargo, el dólar libre quedó a $ 495 y no llegó a reflejar el resultado de esa fuerte intervención. La expectativa en el Gobierno era que en la apertura también se produjera una importante baja de aquella cotización.
En medio de la preocupación por la escasez de divisas, Sergio Massa salió a mostrar que todavía tiene músculo para salir a frenar una devaluación que se había acelerado fuertemente en los últimos días. Claramente el límite llegó cuando la brecha cambiaria rozó el 120%, un nivel considerado crítico en los despachos oficiales. Ya había sucedido en dos oportunidades: en octubre de 2020 en medio de la pandemia con Martín Guzmán como ministro y luego le tocó a Silvina Batakis en su corto paso por Economía, en julio pasado.
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En el Gobierno siguen descartando de plano cualquier posibilidad de devaluación brusca del tipo de cambio oficial, que se está moviendo a un ritmo de 6% mensual. Claro que la disparada de los dólares financieros también pone en evidencia las dificultades para sostener una cotización que a $ 225 luce cada vez más atrasada.
Más allá de haber contenido sobre el cierre al CCL y al dólar MEP, será difícil evitar otros efectos secundarios, como el impacto en los precios. Muchos sectores venían calculando sus costos a un dólar de $400 y ahora seguramente ya tomarán en sus cálculos un tipo de cambio de $450 o incluso de $500. La paralización de ventas en muchos sectores de las últimas horas es un reacomodamiento típico en este tipo de situaciones.
Mientras tanto, el acuerdo con el FMI está rediscutiéndose prácticamente de cero. Con metas fiscales y monetarias incumplidas en el primer trimestre, se sigue revisando el impacto de la sequía histórica que afectó a la economía argentina. Por eso, habrá nuevos “targets” a cumplir para lo que resta del 2023. Esa rediscusión también incluye la posibilidad de intervenir con reservas, algo que el FMI había negado explícitamente.
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