No siempre ocurre que “lo bueno, si breve, dos veces bueno”. A veces, cuando breve, deja de ser bueno. Es lo que aplica, al menos, a la reacción de algunas commodities al shock financiero global del viernes y lunes pasado. Principalmente la soja, aunque también el trigo y el maíz, soportaron el embate mucho mejor que otros activos, como acciones y bonos de la deuda local que, es justo decir, tuvieron un desempeño negativo pero mejor al esperado. Pero en las jornadas siguientes, los precios volvieron a caer. El nivel ya bajo del precio de la soja tocó nuevos mínimos y ayer cerró en los USD 373 por tonelada, unos USD 10 por debajo del lunes negro para casi todo el resto de los instrumentos financieros.
Huelga aclarar que el derrumbe del precio de la soja, que a principios de año oscilaba entre los USD 420 y USD 450 tras los precios récord vistos incluso hasta mediados del año pasado, cuando el precio se ubicaba por encima de los USD 500 por tonelada. De julio del año pasado a la fecha, la soja perdió USD 147, es decir, casi 30% de su precio.
El dato no podría ser más inoportuno para el Gobierno ya que, aún cuando los productores apuesten a vender sus granos, el ingreso de divisas y también los ingresos fiscales por retenciones serían mucho menores a lo proyectado a principios de año. Es cierto que la “temporada alta” de liquidación finalizó pero también lo es que las expectativas de devaluación de los últimos dos meses, hoy bastante más disipadas, incentivaron al sector a liquidar lo justo y necesario. Cualquier retención de granos, lo habitual para todas las cosechas, esperará mejoras de precio, de tipo de cambio o de tratamiento impositivo.
De hecho, en ese sentido se expresó ayer el titular de Cámara de la Industria Aceitera (CIARA), Gustavo Idígoras, quien participó de un panel del evento Experiencia IDEA en Rosario, en el que aseguró que el sector podría ingresar unos USD 5.000 millones si el Gobierno redujera las retenciones a la soja. Esa medida, según les había prometido el ministro de Economía, Luis Caputo, y el propio presidente Javier Milei cuando concurrió al cierre de la Exposición Rural, está en carpeta pero según aclararon, antes de tomarla, la economía debe volver a crecer para garantizar la salud de las cuentas públicas.
A pesar de eso, Idígoras insistió en que si el Gobierno bajara las retenciones del 33% al 25%, sería posible alcanzar ese volumen de liquidaciones en los próximos seis meses. La propuesta podría sonar tentadora ya que por estas horas la principal dificultad del Gobierno para lograr una reducción del riesgo país y aventar los fantasmas de una reestructuración de los vencimientos de deuda próximos es, precisamente, la baja capacidad de compra de dólares por parte del Banco Central. Un ingreso excepcional de USD 5.000 millones como promete el representante de los exportadores podría contribuir a espantar esos temores. Idígoras también reveló que desde CIARA dialogaron con el Gobierno sobre la cuestión, aunque obtuvieron la respuesta habitual: “Ellos están de acuerdo con el planteo pero no con los tiempos que les decimos”, dijo el ejecutivo.
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Lo cierto es que en el equipo económico prevén que a partir de este mes comenzará a revertirse el saldo negativo de los últimos meses cuando el Central no logró acumular reservas y, por el contrario, debió desprenderse de divisas para el pago de la deuda y de las importaciones de energía. Así, el mes pasado perdió unos USD 2.600 millones que prevé recuperar hasta fin de año en base a desembolsos de organismos multilaterales, ingreso de dólares por el blanqueo y también por la reversión de la balanza energética que en julio también fue negativa por primera vez en el año.
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