Sin lugar a dudas, el derrumbe del dólar financiero que en las últimas jornadas acusó una baja de $220 respecto del viernes pasado es una buena noticia para el Gobierno. Paradójicamente, también lo es que la cotización haya cerrado prácticamente sin cambios ayer, es decir, que no siga bajando. Esto porque en la medida que retrocede el precio en el segmento de contado con liquidación (CCL), se reduce el beneficio que perciben los exportadores por liquidar 30% de sus ventas a través de ese mercado. Con ello, se reduce el incentivo al ingreso de divisas, prioridad absoluta para el ministro de Economía, Sergio Massa, en el último tramo de la campaña electoral.
El ajuste en los primeros días fue fuerte: tras el anuncio del nuevo dólar, por el cual los exportaciones sólo deben ingresar 70% de sus ventas a través del mercado oficial y el resto es de libre disponibilidad, el tipo de cambio implícito que arrojaba el lunes esa ecuación se ubicaba en los $530. Ese valor se redujo el martes a menos de $520, valor en el que se mantuvo ayer pero si continuara cayendo, se perdería el margen de mayor competitividad que se logró sin una devaluación formal como la del 14 de agosto, cuya “ganancia” se perdió rápidamente dado el inmediato traslado a precios. Si bien también tendrá impacto inflacionario, el dólar exportador opera de manera distinta pero, al igual que el oficial, la clave será que acompañe el ritmo de la inflación.
Según los cálculos del analista financiero Pablo Repetto, considerando la variedad de tipos de cambios que rigen ahora para la economía argentina -el dólar oficial, financiero, importador, tarjeta-, la cotización promedio vigente es de unos $480 por cada dólar. Muy cerca de los $500 que en la semana previa a la primera vuelta electoral calculó Carlos Melconian valdría el dólar oficial en estos días.
“La devaluación post PASO se perdió con la inflación, entonces antes de devaluar de nuevo como en ese momento, armaron un combo de tipos de cambio vía diversos mecanismos de ajuste para que el tipo de cambio real vuelva a estar al nivel del día que se aplicó esa corrección”, explicó Repetto. Como el mecanismo de ajuste es, precisamente, la cotización del dólar contado con liquidación, que define el margen de mayor o menor ganancia de los exportadores, la clave pasa ahora por evitar que se atrase. Una paradoja para un Gobierno que encuentra, en la brecha cambiaria, uno de los principales problemas de su modelo de gestión económica.
“Para que no se atrase de nuevo hasta el balotaje, como no van a tocar al dólar oficial, el CCL debería ir subiendo”, agregó el economista. En otras palabras, ahora hay que sostener la brecha cambiaria.
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En principio, esa tarea no debería ser compleja. Si bien el volumen total de liquidación al que se aspira con el dólar exportador es de unos USD 6.000 millones, es decir, el volumen promedio de exportaciones mensuales, los analistas prevén que ingresarán aproximadamente USD 4.000 millones, lo que libera una oferta de USD 1.200 millones para el CCL. Si bien es un monto considerable, la expectativa del mercado es que la calma cambiaria de estos días se empiece a tensionar en la medida que avance el calendario electoral. Por un lado, porque finalizaría el proceso de reacomodamiento de carteras ante el el cimbronazo tan temido que no ocurrió y que, por ende, quedaron sobre-dolarizadas. Eso desinfló la demanda en lo que va de esta semana pero nada indica que las presiones vuelvan a sentirse a partir de los primeros días de noviembre.
De hecho, la persistencia del dólar informal en los $1.000 es un indicador en ese sentido, al tiempo que la campaña política volverá a jugar un papel. El anuncio de la candidata de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich, de dar apoyo a Javier Milei, fue bien recibido por el mercado de acciones. Lo cierto es que la agenda económica ahora más incierta pero orientada a la unificación del tipo de cambio y liberación de las restricciones aportaría a que suba el CCL y se incentive la liquidación, tal como necesita Massa.
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