Uno de los ejes de campaña del presidente electo, Javier Milei, fue el anuncio del cierre del Banco Central de la República Argentina, por su responsabilidad en la brutal aceleración de la tasa de inflación desde el inicio de la presidencia de Alberto Fernández, y del designado al frente de la entidad, Miguel Pesce, por someterse a la “dominancia fiscal”
Claramente, no se trata de una mera visión ideológica, sino de la conclusión natural que surgió luego de analizar no sólo las consecuencias de la creciente emisión de dinero espurio para financiar el abultado déficit de la Administración central -primario y financiero-, aunque se intentó disimularla con la esterilización (absorción) con la colocación de Letras de Liquidez entre los bancos; y el doloroso aumento de la pobreza hasta casi la mitad de la población.
Además, el nuevo fracaso del uso del ancla cambiaria, para contener la suba de los precios, porque nunca se apoyó en un plan económico consistente, y por tanto sustentable, llevó a registrar en la actualidad un balance del BCRA con reservas propias de libre disponibilidad (RPLD) con saldo negativo entre 7.000 y 17.000 millones de dólares, según las diferentes formas de estimarlas.
En los últimos 20 años, es la segunda vez en 2023 en que las reservas líquidas propias del BCRA (RLP) cayeron en terreno negativo
En los últimos 20 años, es la segunda vez en 2023 en que las reservas líquidas propias (RLP) cayeron en terreno negativo.
La primera fue al fin del breve gobierno de Eduardo Duhalde, del balance de la entidad del 23 de mayo de 2003 surge un saldo en rojo de USD 5.165 millones, que surge de restarle a la posición de reservas brutas (RB) informada de USD 11.045 millones el saldo de la cuota argentina en organismos internacionales; las tenencias de oro y los encajes bancarios en moneda extranjera (diferencia entre depósitos y préstamos).
<
En tanto el patrimonio neto (PN) de la institución, entonces presidida por Alfonso Prat Gay, era equivalente a USD 5.465 millones, y se achicaba a USD 3.958 millones si se le resta al activo las tenencias de títulos públicos (PNSTP).
Bajo la presidencia de Néstor Kirchner el BCRA presidido por Martín Redrado logró recrear la confianza de los agentes económicos, al punto que la política de estabilización de precios y gestión con inversores para salir del default heredado -aunque parcialmente- y favorecido por el ciclo de bonanza de los precios internacionales de las materias primas que más exporta la Argentina, las (RB) se elevaron a fin de mandato a USD 45.511 millones, y las RPLD a USD 39.175 millones.
Las reservas líquidas propias surgen de restarle a las brutas los yuanes, los encajes en divisas, las cuotas en organismos y el valor del oro
Pero, por el contrario, el PN si bien aumentó en esos cuatro años en el equivalente de USD 3.757 millones, a USD 9.222 millones, el PNSTP disminuyó en USD 6.133 millones, y quedó en terreno negativo, con notables variantes, hasta el presente.
Durante la primera presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, con la continuidad de Redrado en el ente monetario, se llevó a cabo la primera operación de swap de monedas entre Argentina y China, por el equivalente de USD 9.000 millones, que permitió “inflar” las RB en apenas USD 860 millones, pero ese velo se despejó en el resultado de las RLP, porque cayeron a fin de mandato a USD 31.393 millones, ya con la presidencia en la entidad de Mercedes Marcó del Pont -desde el 23 de enero de 2010 al 18 de noviembre de 2011, y le sucedió Juan Carlos Fábrega. En tanto, el PN neto de TP profundizó el quebranto contable a USD 21.342 millones.
Semejante debilitamiento y deterioro de las cuentas del Banco Central se intensificó en la segunda presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, la cual concluyó con Alejandro Vanoli al frente de la entidad -había asumido el 2 de octubre de 2014-: las Reservas Brutas se derrumbaron en USD 21.341 millones; y las netas en USD 24.412 millones; y el Patrimonio Neto de Títulos Públicos pasó al escalofriante saldo negativo de USD 65.230 millones.
La interrupción del “kirchnerato” con la llegada a la presidencia de Mauricio Macri, por Juntos por el Cambio, y a la titularidad del ente monetario de Federico Sturzenegger hasta el 18 de junio de 2018, cuando lo sucedió primero Luis Caputo -hasta el 25 de septiembre de ese año- y luego por Guido Sandleris, también quebró la inercia negativa de las reservas, pese a que como en el último año acusó los efectos negativos de una notable sequía que debilitó la capacidad del agro de generar divisas a través de la exportación.
Las RB se elevaron en USD 18.766 millones; y las RLP crecieron en USD 3.599 millones, a USD 10.580 millones; mientras que el PN neto de TP si bien se mantuvo en “rojo” en el equivalente de USD 21.326 millones, acusó un recorte de USD 43.904 millones.
Pero esas notables mejoras fueron rápidamente borradas y agravadas en la presidencia de Alberto Fernández y Miguel Pesce (en funciones en Comisión, nunca ratificado por el Senado de la Nación), explicada por voceros oficiales por los efectos de la pandemia de Covid-19, primero, y de una inédita sequía, después.
Un Banco Central con números negativoscarece de la capacidad para garantizar el valor de la moneda, contribuir al bienestar general y tener capacidad técnica para supervisar a las entidades
A un mes de la finalización del mandato, caracterizado por brutal aceleración de la inflación, caída de la actividad económica agregada y severo deterioro del ya doloroso cuadro socioeconómico que había heredado, las Reservas Brutas cayeron en USD 22.869 millones; las netas propias de libre disponibilidad volvieron a saldo negativo récord de USD 16.889 millones; y el Patrimonio Neto de Títulos Públicos también profundizó el saldo de quebranto a la marca máxima equivalente a menos USD 90.295 millones.
Claramente, un Banco Central con esos números negativos carece de la capacidad para garantizar el valor de la moneda, contribuir al bienestar general y tener capacidad técnica para supervisar la solvencia financiera y de liquidez del conjunto de las entidades bancarias del país, y explica el deseo del presidente electo de cerrarlo.
Sin embargo, no son pocos los economistas y consultores internacionales que consideran que antes de esa instancia, es posible revalorizar y capitalizar al Banco Central y poner en valor su rol de supervisor del conjunto de las entidades financieras. Y sólo cerrar la capacidad de emitir dinero para financiar el déficit de las cuentas de la Administración Central; como de limitar el uso de los instrumentos de regulación monetaria a través de los encajes bancarios sobre los depósitos, y en forma muy limitada de operaciones de mercado abierto con títulos públicos del Tesoro Nacional, y nunca con Letras propias (Lebac en el pasado, Leliq en el presente).
Hacer Comentario