Tal vez el único denominador común en la campaña electoral, difusa en materia de planes económicos concretos, sea la necesidad de salir del régimen cambiario actual, que derivó en múltiples tipos de cambio, una brecha superior al 100% y un enjambre de regulaciones que cada vez surten menos efecto y se vuelven inaplicables. De ese modo, todos coinciden en que hay que salir del cepo pero la pregunta del millón sigue siendo cómo hacerlo. Liberar las restricciones de manera equivocada en un marco de alta inflación, además, puede ser muy peligroso.
Un informe de Fundar propugna una “transición hacia la unificación” del tipo de cambio tomando en cuenta esa advertencia inicial: unificar sin tener reservas en el Banco Central “corre el riesgo de espiralizar la inflación” y dejar un dólar demasiado alto para lograr la estabilización. Su punto de partida es un diagnóstico crudo: a esta altura de la crisis, el control de cambios le trae a la Argentina todos sus riesgos y defectos sin aportarle ninguno de sus eventuales beneficios.
“El actual régimen cambiario no cumple con ninguno de los diferentes objetivos que podría cumplir: no amortigua shocks internacionales, no fomenta la oferta transable local vía ganancias de competitividad y no está siendo útil como ancla inflacionaria ni de mejora de la distribución del ingreso. Asimismo, dada la constante pérdida de reservas internacionales del BCRA, es evidente que también es insostenible”, concluye el estudio realizado por Pablo de la Vega, Emiliano Libman y Guido Zack, del área de Economía de Fundar, un think tank orientado al diseño de políticas públicas para el desarrollo sustentable e inclusivo.
Para ello, el estudio sugiere “un esquema transitorio de desdoblamiento o unificación con suba de retenciones que modere el salto cambiario inicial y/o su efecto inflacionario y permita una acumulación de reservas internacionales como forma de preparar el terreno para el régimen definitivo de unificación. En cierto sentido, el desdoblamiento o la unificación con suba de retenciones pueden ser equivalentes. A través de los impuestos a las exportaciones se puede replicar cualquier esquema de desdoblamiento”.
No obstante, hay diferencias esenciales entre tomar una u otra opción. La primera es que un desdoblamiento cambiario podría simplificar y formalizar el caótico escenario cambiario actual, pero “sólo la unificación elimina los incentivos indeseados que surgen de la existencia de más de una cotización para un mismo activo”. En suma: mientras existan distintos tipos de cambio, habrá interés de algunos en conseguir los dólares más baratos y la posibilidad de hacer arbitrajes.
Desdoblar el tipo de cambio encontraría una fuerte oposición en el FMI. A la vez, una unificación cambiaria con suba de retenciones “podría enfrentar mayores reparos políticos y tiene que pasar por el Congreso”.
Para Fundar, una transición hacia un único tipo de cambio, en cualquiera de los dos casos, requiere como objetivo primordial “mejorar la transparencia del proceso de intervención en el mercado de cambios”. En el caso del desdoblamiento, esto implica “definir quién puede intervenir en cada mercado, cómo lo hace y qué transacciones van a cada uno hasta converger a un mercado único”. En la otra opción, implica definir el aumento de las retenciones y eventualmente el proceso de normalización.
“En ambos casos, se apunta a reducir los costos de la salida del régimen actual, en particular los relacionados con la inflación, la caída del nivel de actividad, el deterioro en la distribución del ingreso y el aumento en la pobreza”, asegura el informe.
Pese a sus diferencias, el objetivo final de ambas alternativas es un régimen de flotación sucia o administrada con mayor movilidad de capitales, lo que no implica la ausencia total de regulaciones para comprar y vender dólares. La flotación, según el estudio, permitiría reaccionar frente a diferentes contextos internacionales y shocks, pero con la posibilidad de intervenir en el mercado en caso de haya riesgos para la estabilidad económica.
“La Argentina debe ir hacia un mercado de cambios unificado que desactive los incentivos actuales contrarios a todo proceso de crecimiento y desinflación. La transición hacia ello no es trivial” (Guido Zack)
“La experiencia del país demuestra que la reforma cambiaría por sí sola no garantiza nada. Debe estar acompañada de una política macroeconómica consistente, con un déficit fiscal primario financiable en el mercado financiero local, si es necesario un superávit, sin financiamiento monetario”, sostiene Zack, uno de los autores del informe.
Acumular reservas, en la opinión de Zack, “es condición necesaria para el éxito del régimen de transición”, por lo que recomienda antes de aplicar cualquier política “plantear escenarios de acumulación, considerando los riesgos de cada alternativa”. “Una vez que el BCRA cuente con un colchón de reservas, entonces sí puede pensar en unificar de manera permanente. El objetivo es ordenar el mercado cambiario, que transmita las señales correctas, pero que la cotización del dólar no se ubique por encima de la necesaria para una estabilización exitosa”, agregó.
El trabajo concluye: “La Argentina debe ir hacia un mercado de cambios unificado que desactive los incentivos actuales contrarios a todo proceso de crecimiento y desinflación. La transición hacia ello no es trivial. Aun en las condiciones actuales de la economía, hay margen para la acción”.
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