Los mexicas consideraban a Tláloc como la deidad que estaba detrás de la lluvia y la fecundidad de la tierra pero también de calamidades capaces de destruir sus cultivos, como rayos, heladas, inundaciones y granizo.
En Tenochtitlán lo veneraban en un adoratorio del Templo Mayor, junto a Huitzilopochtli. Entre los actos de adoración que llevaban a cabo estaba el sacrificio de niños, en su mayoría enfermos, a quienes consideraban similares a los tlaloque, los ayudantes del dios.
Los aztecas también dedicaban ofrendas a Tláloc, algunas de las cuales sobrevivieron hasta hoy. Tal es el caso de Ofrenda 102, encontrada en el predio marcado con el número 2000 de la calle de Argentina, frente a la zona arqueológica del Templo Mayor en la Ciudad de México.
Entre los obsequios de los habitantes prehispánicos al dios de la lluvia destaca un xicolli (chaleco) que data del año 1486. La prenda tiene gran valor histórico no sólo por su antigüedad y buen estado de conservación, sino por lo que representa.
El Museo del Templo Mayor resalta que el chaleco tiene características similares al utilizado por Tláloc y a los sacerdotes dedicados a su culto. Se trata de una pieza textil hecha en algodón, en color blanco y café, decorada con círculos intercalados con rectángulos.
Junto al chaleco o xicalli había un tocado con máscara, un peto de papel amate, restos de piel de serpiente y de jaguar, un collar de caracoles, figurillas de copal y bolsas de papel.
En la ofrenda también había vestigios botánicos, tales como follaje de mezquite y yauhtli (conocida como pericón), semillas de quelite y chía.
El buen nivel de conservación de los vestigios es atribuido a que los mexicas los colocaron dentro de una caja de madera que sellaron con argamasa.
Los expertos estiman que la Ofrenda 102 fue enterrada al frente de la escalinata del Templo Mayor de Tláloc en el reinado de Moctezuma II (1502-1521).
¿Dónde está el chaleco de Tláloc?
La prenda forma parte del acervo del Museo del Templo Mayor y debido a su delicadeza es exhibido por breves periodos. En este momento se encuentra en la Sala 6 (Flora y Fauna), resguardada en una vitrina climatizada que fue fabricada específicamente para exhibir piezas frágiles.
Previamente formó parte de la exposición Lujos de Nácar en 2019. Tras ello estuvo fuera de la vista de los visitantes del recinto cultural, por decisión de los restauradores.
Conviene mencionar que los escasos los textiles prehispánicos que sobrevivieron al paso de los años. En ese sentido, el chaleco de Tláloc es un auténtico tesoro.
Sin embargo, no se trata del único objeto asociado a Tláloc que aún forma parte del patrimonio material de México. La deidad está representada en códices y otras artículos no solamente en el área que ocupó Tenochtitlán.
En los códices, el dios de la lluvia representado pintado de negro, de amarillo o de verde, atavíos de jade y de papel salpicado de hule y cargando un palo serpentiforme comúnmente en color azul, en representación del rayo, refiere la revista especializada Arqueología Mexicana.
Pero cada representación tiene particularidades. Por ejemplo, en el Templo Mayor están plasmados dos rostros de Tláloc, uno encima del otro, de los cuales el superior tiene características femeninas asociadas a Tlaltecuhtli, la deidad de la Tierra.
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