Estimado lector, qué le parece más seguro: un depósito a plazo fijo en pesos argentinos o dólares americanos guardados en una caja de seguridad. Si aún no sabe la respuesta le daré una pequeña ayuda: ¿en qué caso estaría más pendiente de cotizaciones financieras o del índice de inflación? Si aún no es suficiente le voy a dar una última ayuda: si usted está a punto de emprender un viaje por un año y no puede hacer ningún cambio en sus inversiones, en qué caso viajaría más tranquilo. Estoy convencido de que la inmensa mayoría de los argentinos percibe que un depósito a plazo fijo es un activo más riesgoso que dólares americanos guardados en una caja de seguridad.
A diferencia de lo que ocurre en los países normales, para muchos ahorristas un depósito en pesos es más especulativo que tener activos denominados en dólares. Nos sigue pesando nuestra calamitosa historia de expropiaciones, pesificaciones asimétricas, fogonazos inflacionarios, la destrucción de cuatro signos monetarios y el hecho de haberle tenido que sacar 13 ceros a la moneda por la depreciación sistemática que hemos padecido.
Mi opinión es que un activo local que pueda competir con los dólares americanos en el colchón debería reunir las siguientes características: ser fácil de entender por no especialistas, tener nulo riesgo de expropiación avalado por la historia argentina, pertenecer a un sector desregulado de la economía, tener un buena capacidad de protección de mediano plazo ante alzas del dólar americano y ser un buen refugio antiinflacionario. Si además genera una renta anual (lo cual visibiliza el valor del activo) y tiene cierta liquidez podemos estar frente a un mejor activo que tener dólares guardados en el colchón.
La inmensa mayoría de los argentinos percibe que un depósito a plazo fijo es un activo más riesgoso que dólares americanos guardados en una caja de seguridad
Muchos países del mundo tienen sistemas previsionales mixtos con un componente de capitalización individual y ofrecen a sus ciudadanos incentivos fiscales para aumentar su propensión al ahorro. Uno de los incentivos más comunes es poder descontar hasta un determinado monto de la base imponible para el cálculo del impuesto a las ganancias. Por ejemplo, en el caso de nuestro vecino trasandino, el ciudadano chileno puede descontar de la base imponible hasta USD 27.000 al año. Dado que en Argentina existen 9.8 millones de asalariados registrados con un sueldo promedio de 263 mil pesos al mes de abril, solamente ahorrando el aguinaldo podríamos aumentar el ahorro en USD 14 mil millones al año (2.8% del PBI). Esto muestra el impacto significativo que podría tener una medida de este tipo en nuestra macroeconomía. Es decir, es una medida que bien aplicada podría mover el amperímetro.
Algunas aplicaciones productivas de este ahorro podrían canalizarse a inversión en edificios destinados a la renta residencial temporaria, centros de distribución, infraestructura turística, infraestructura portuaria ligada al sector exportador, infraestructura de riego agrícola, infraestructura ferroviaria relacionada al transporte de cargas, aeropuertos, etc. Nótese que son todos sectores con capacidad de generar una renta estable y previsible en el tiempo.
Nos sigue pesando nuestra calamitosa historia de expropiaciones, pesificaciones asimétricas, fogonazos inflacionarios, la destrucción de cuatro signos monetarios y el hecho de haberle tenido que sacar 13 ceros a la moneda
La industria de fondos de inversión podría fácilmente crear estos fondos de ahorro previsional voluntario asociándose con empresas del sector privado especialistas en la operación de estos activos. La CNV podría establecer ciertos requisitos regulatorios mínimos para proteger al ahorrista minorista. Cada ahorrista tendría la facultad de elegir libremente en qué fondo invertir. Estos fondos, no rescatables en el corto plazo, transarían en las bolsas de valores locales para que tengan cierto nivel de liquidez en el mercado secundario.
La construcción de un instrumento de ahorro nacional aceptado por millones de argentinos le sacaría presión a nuestra balanza de pagos y aumentaría el stock de capital de nuestra economía, convirtiéndose en parte de la solución a nuestras crisis recurrentes y un paso hacia el largo camino de recuperar la confianza perdida por nosotros mismos en nuestro país.
El autor es Licenciado en Economía por la Universidad de Buenos Aires y ex CEO de Santander Corredores de Bolsa Limitada Chile
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