El mercado inmobiliario de la ciudad de Buenos Aires presenta una joya entre sus ofertas recientes: el penthouse del emblemático Palacio de los Gansos, ubicado en la esquina de Avenida Las Heras y Ugarteche. El nombre de este edificio, con raíces en el lunfardo, añade un toque distintivo a su historia y ubicación.
En las décadas que abarcan desde fines del siglo XIX hasta finales de los ´30, varias familias pertenecientes a la aristocracia argentina conformaron una élite que a la par del progreso del país adquirió un considerable poder económico. La crisis global desencadenada tras la caída de Wall Street de 1929 marcó el declive de esta prosperidad, llevando a muchos de aquellos acaudalados de apellidos distinguidos a ajustar sus gastos y verse en la necesidad de vender sus palacios o construcciones (varias siguen siendo parte del paisaje urbano porteño), inicialmente erigidas con materiales importados de extraordinario lujo.
En el barrio de Palermo Zoo (así llamado ahora por su cercanía al exZoológico) el icónico Palacio de los Gansos emerge como testimonio de la época post Gran Depresión, pues tiene sus raíces en la práctica de ofrecer departamentos a alquiler para recibir a “ricos en desgracia” tras el periodo de crisis económica.
El Palacio, una imponente construcción que se alza sobre la esquina, mantiene su presencia distintiva en medio de edificios vecinos más modernos. Diseñado en estilo racionalista por los arquitectos Luis Olezza y Ernesto Vautier, por encargo del empresario Alfredo Chopitea, este conjunto de viviendas lujosas con diferentes metrajes demandó 5 años de trabajo. La obra, cuyos primeros pasos se dieron en 1942, culminó en 1947, consolidando así su lugar como parte integral del legado arquitectónico de la ciudad. El edificio recibió su nombre en un ingenioso juego de lunfardo para establecer un paralelismo con su vecino, el Palacio de los Patos, otra construcción emblemática que no pasa de moda y que también fue iniciativa de Chopitea, pero en 1929, antes de la crisis. Por cierto, Chopitea dejó marcas en la zona: en la esquina de Las Heras y República de la India mandó construir otro edificio icónico cuya característica distintiva fue que todas las ventanas externas son diferentes. En las paredes de ese edificio, en la misma manzana del Palacio de los Gansos, se pintó el primer graffiti, del grupo de Rock Soda Stereo.
“Los Gansos” era una expresión porteña que designaba a aquellos que habían perdido grandes riquezas. Inicialmente concebido con diferentes aspiraciones, el inmueble vio transformado su propósito y se convirtió en refugio de miembros de las clases altas que habían descendido en la escala social tras la crisis de los años ‘30.
Cómo es el edificio
El Palacio de los Gansos presenta una estructura compuesta por tres bloques interconectados, concebidos exclusivamente para uso residencial. Se destacan un extenso jardín que enlaza toda la edificación y la elección de piedra para revestir la parte inferior de la fachada. Aunque cada bloque cuenta con su entrada independiente, el patio y las galerías cubiertas se destinan al uso común, aportando una característica de comunidad y espacio compartido entre los residentes.
La arquitecta Andrea Guerrieri, especializada en recuperación de edificios históricos y junto al arquitecto Ricardo Carbone integrante del estudio Estrategias de Intervención, señaló a Infobae: “En primer lugar, es esencial establecer las jerarquías en la escala de análisis al abordar la solución proyectual concebida por los arquitectos Olezza y Vautier. Su propuesta surge de una inserción urbana de carácter monumental, donde la comprensión de la necesidad de responder desde un enfoque urbanístico se desprendió de un terreno de media manzana de dimensiones”.
En la zona de Palermo, antes de Los Gansos ya existían construcciones paradigmáticas como el Palacio de los Patos, el edificio de La Colorada, y diversas edificaciones del Jardín Botánico
“Aunque los estilos arquitectónicos del Palacio de los Patos y del Palacio de los Gansos difieren, con el primero siguiendo un estilo academicista y el segundo adoptando el racionalismo, es fundamental entender que la integración entre ambos no depende exclusivamente de los estilos. El infill urbano, o completamiento urbanístico, se refiere a las tipologías arquitectónicas, volumetrías, ejes, proporciones, ritmos arquitectónicos, el concepto de tripartición (basamento-desarrollo-remate) y la materialidad. En este caso, varias de estas variables se presentan de manera que se pueda afirmar que el infill urbano es exitoso, aportando una continuidad tipológica al área de Palermo”, aclaró Guerrieri.
Desde una perspectiva funcional, el edificio responde a la categoría de vivienda colectiva, con 60 unidades funcionales integradas en su estructura.
Guerrieri describió al Palacio de los Gansos como un ejemplo del “racionalismo” dentro de la cultura del “movimiento moderno” en Argentina. Destacó la operación proyectual más allá de lo típicamente racionalista, evidente en los tres volúmenes que articulan el edificio, imitando las soluciones tipológicas de las troneras en castillos medievales. “También sobresale la incorporación de piedra en el basamento como una solución pintoresquista, común en la arquitectura marplatense”, dijo la arquitecta.
El edificio albergó a diversas personalidades reconocidas, entre ellas la bailarina Paloma Herrera, el cantante Vicentico (de Los Fabulosos Cadillacs) y el destacado modisto y diseñador Benito Fernández. Asimismo, contó con la presencia de Oscar Ringo Bonavena, el carismático boxeador argentino que vivió con su familia allí en la década del ´60.
Cómo es el penthouse
La propiedad también es dúplex porque está distribuida en dos niveles, dispone de 330 metros cuadrados totales y una terraza con muy buenas vistas hacia la ciudad y el río de 110 m2. Está valuado en USD 998.000 y en el edificio se abonan $340.000 de expensas al mes.
Laura Gonzalo, de Bresson Brokers, destacó:“quien tenga la posibilidad de adquirirlo disfrutará de residir entre los pisos 11 y 12 del edificio. Es un privilegio habitar este espacio, dado el impecable mantenimiento que conserva. Su distinguida categoría y excelente ubicación en el palacio, sumado a su posición en un piso elevado, lo convierten en uno de los más codiciados”.
Cuenta con 7 ambientes, 4 dormitorios, tres baños, 1 toilette y una cochera.
“Al ingresar al penthouse a través de un palier semi privado, se accede al piso 11, donde se encuentran el salón principal, un espacio de trabajo, una cocina amplia y un baño. El piso 12 alberga los tres dormitorios, incluida una Master Suite, y dos dormitorios adicionales que comparten un baño, junto con dos dependencias”, acotó Silvina Calvo Lamas, experta en Real Estate.
La disposición del espacio llama la atención por la presencia de dos escaleras que conectan los pisos 11 y 12: una destinada a la parte social, visible desde el salón y con inicio en este, y otra que se comunica desde la cocina para el servicio.
Actualmente deshabitado, el departamento experimentó una reforma o actualización hace aproximadamente 30 años. Aunque se utilizaron materiales de calidad y se respetó en gran medida el estilo original del departamento, se introdujeron elementos modernos para adaptarse a la evolución del tiempo.
Estos departamentos exhiben pisos de roble de Eslavonia, paredes extraordinariamente anchas y ventanas originales con diseño de guillotina, que aún persisten en algunas unidades. Los detalles incluyen sanitarios de loza inglesa. Aquellas unidades más contemporáneas, recientemente renovadas, presentan cocinas espaciosas y modernas con generosas mesadas de silestone o mármol, junto con mobiliario de alacenas a medida de primera calidad.
Además, cuentan con electrodomésticos panelados y baños/toilettes revestidos con mármol y porcelanatos importados.
“Los departamentos de esta construcción icónica se caracterizan por sus techos altos, que se extienden de piso a techo. Algunos de ellos ofrecen vistas privilegiadas al amplio jardín interno, un detalle especialmente innovador para la época de su construcción”, concluyó Gonzalo.
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