La arquitectura sigue rompiendo moldes en todo el mundo, pero hay dos edificios ubicados en Europa central que sorprenden a propios y extraños. Uno está en Praga, la capital de la República Checa, y el otro en la ciudad de Sopot, en Polonia. Son dos desafíos urbanos que destacan sobre el resto de las construcciones.
Una edificación singular, conocida como Krzywy Domek (Casa Torcida, en polaco), se encuentra en la ciudad de Sopot, a 351 kilómetros de Varsovia, la capital polaca. Este original inmueble está en el número 53 de la calle Bohaterów Monte Cassino. Fue construido en 2004 y aún sigue siendo un fenómeno de análisis y de visitas de turistas que llegan hasta esta zona para ver de qué se trata.
Fue diseñado por los arquitectos Szotyński y Zaleski, quienes a su vez se inspiraron en los cómics de Jan Marcin Szancer y Per Dahlberg. Tiene una fachada repleta de curvas que tiende a engañar al ojo. Es por eso que muchas personas, al verla a la distancia, piensan que es una imagen trucada.
Además, lo curioso es que este diseño solo se plasmó en el frente. Es decir, las instalaciones internas están compuestas por paredes rectas y tradicionales.
Dispone de una superficie de alrededor de 4.000 metros cuadrados. En la Casa Torcida funcionan un centro comercial, un restaurante con terraza, sala de juegos y la Radio FM Muzyka Fakty. Para su edificación se invirtieron más de USD 200.000 y aún sigue siendo visitada por miles de personas al mes.
Recibió múltiples premios como, por ejemplo, el puesto número uno en la lista de los 50 Edificios más Extraños del Mundo, elaborada por el portal Village of Joy (que distingue a distintas construcciones).
En el mundo hay otras construcciones disruptivas que trascienden en distintos países como La Casa Loca en Vietnam, el Museo Guggenheim, en Bilbao, o el Museo Wonder Works, ubicado en Orlando
El edificio dispone de algunas viviendas residenciales que se alquilan temporariamente, además de bares, oficinas y área de coworking.
En Praga
La Casa Danzante se construyó entre 1992 y 1996 en el lugar donde anteriormente se encontraba una casa que fue bombardeada en 1945, sobre el fin de la Segunda Guerra Mundial. En su momento, la compañía de seguros Nationale-Nederlanden compró la parcela del terreno, pero todo quedó inconcluso e inversores privados más adelante llevaron adelante el proyecto que se inauguró a fin del siglo pasad. Aunque la mayoría de los turistas se limitan a contemplarla desde el exterior, pocos saben que en su interior alberga una impresionante galería de arte y un restaurante de lujo con una terraza que ofrece magníficas vistas de la ciudad.
El diseño estuvo a cargo del arquitecto checo-croata Vlado Milunić, quien colaboró con el arquitecto canadiense Frank Gehry. El edificio se sitúa en una parcela esquinera frente al río Moldava y el puente Jiráskuv. Pertenece al estilo deconstructivista, un movimiento arquitectónico que surgió a finales de los años 80, caracterizado por la fragmentación, el diseño no lineal y el interés en la manipulación de las superficies de las estructuras.
Debido a su diseño único y curvilíneo, que evoca a una pareja de bailarines, el edificio ha sido apodado “Fred y Ginger”, en honor a Fred Astaire y Ginger Rogers, la icónica pareja de bailarines de Hollywood.
Aunque es una atracción turística, la Casa Danzante es, en esencia, un edificio de oficinas. No obstante, en la azotea se encuentra un restaurante con vistas panorámicas de la ciudad. La construcción del edificio tuvo un costo de más de USD 400.000 y es considerada una de las más originales del mundo.
Tras su finalización, el edificio generó controversia. Mientras algunos lo elogiaron por su diseño innovador y su contraste con la arquitectura tradicional barroca y gótica de Praga, otros lo vieron como un elemento discordante. Sin embargo, a pesar de las críticas iniciales, la Casa Danzante se ha consolidado como uno de los edificios más emblemáticos de Praga, atrayendo a turistas de todo el mundo.
Para disfrutar de las vistas desde la terraza con cúpula (derecha) sin tener que pagar entrada, se recomienda consumir algo en el bar. Sin duda, vale la pena apreciar la ciudad desde la azotea de la Casa Danzante de Praga.
Este inmueble de más de 8.000 metros cuadrados y varios niveles es un testimonio de la arquitectura moderna y de cómo puede integrarse y contrastar simultáneamente con entornos históricos.
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