La Conferencia Anual de Seguridad Hemisférica (HSC) organizada en Miami por la Universidad Internacional de Florida (FIU), comenzó su octava edición con académicos, representantes del sector privado y agentes de gobierno y de organizaciones no gubernamentales a fin de analizar los “desafíos de seguridad más apremiantes que enfrenta el hemisferio occidental”.
Con la organización del Instituto de Políticas Públicas Jack D. Gordon, el Centro sobre América Latina y el Caribe Kimberly Green y el Centro para la Libertad Económica Adam Smith, la #HSC2023 contó con la presencia del subsecretario adjunto de Defensa de los Estados Unidos, Daniel Erikson, quien señaló: “Esta conferencia se ha convertido en uno de los principales foros de debate sobre algunas de las cuestiones de seguridad transversales más urgentes a las que se enfrentan América Latina y el Caribe”, y destacó que el tema de la conferencia, “Las asociaciones en la década decisiva”, le resultó muy apropiado.
“No hay duda de que estamos viviendo un periodo decisivo, y para Estados Unidos, nuestros aliados y socios serán absolutamente esenciales la asociaciones en este periodo. La visión de la administración Biden-Harris para la política estadounidense en el hemisferio occidental busca un futuro democrático, próspero, de clase media y seguro”, siguió.
“Nuestra estrategia de seguridad nacional nos convoca para profundizar nuestras asociaciones en la región, basado en políticas de respeto mutuo, igualdad, compromiso con el gobierno democrático, prosperidad económica, seguridad, estado de derecho y respeto por la dignidad humana”. Sin embargo —pasó Erikson al centro del tema—, al mismo tiempo es un momento de desafíos complejos y de evolución constante de seguridad, entre ellos los vinculados al medioambiente y el ciberdelito.
Sobre el tema también hablaron, entre las autoridades estadounidenses, el vicealmirante Alvin Holsey, subcomandante militar del Comando Sur de los Estados Unidos; el subsecretario adjunto de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental, Juan Sebastián González; la administradora adjunta de USAID, Isobel Coleman y diplomáticos estadounidenses como el ex embajador en El Salvador, Ron Johnson. También la comandante del Comando Sur, generala Laura Richardson, participó del encuentro mediante un video grabado.
Entre los políticos latinoamericanos que participaron se contaron María Paula Romo Rodríguez, ex ministra de Gobierno de Ecuador; Sandro Torres Avelar, secretario de Seguridad Pública para el Distrito Federal de Brasil; Nicole Wong, ex vicecanciller de Panamá, y Jorge Heine, ex embajador chileno en China.
Hubo también expertos en América Latina como Evan Ellis (U.S. Army War College), Margaret Myers (Inter-American Dialogue) y Michele Devlin (USAWC), además de expertos de FIU como Leland Lazarus, Shlomi Dinar, Carlos Díaz-Rosillo, Bruce Vitor y Brian Fonseca.
Luego de que Erikson hablara de “uno de los retos omnipresente en este hemisferio, la zona gris”, y la definiera como aquello “que está por debajo del umbral de la guerra, pero sin embargo cobra elementos más agresivos”, siguieron la embajadora Paula Dobriansky, ex subsecretaria de Estado para Asuntos Globales, y el congresista republicano Mario Díaz-Balart.
En la primera mesa, “Proteger a nuestra gente: logros en seguridad ciudadana”, Torres Avelar describió las zonas principales de Brasil y sus diferencias en seguridad: en la región amazónica, por ejemplo, hay crímenes ambientales; en el noreste, con millones de turistas en las playas, hay un alto índice de criminalidad. Pero al hablar de las fronteras destacó: “En Paraguay tenemos la frontera más violenta del país, la más ensangrentada”. Los problemas principales son “el control del tráfico de drogas y de armas”.
Romo Rodríguez habló de cómo “las cosas cambiaron dramáticamente en dos o tres años”, luego de la pandemia. “Hoy tenemos un contexto de deterioro gigantesco de la seguridad”. El problema comenzó con el covid, “no sólo el virus, sino las medidas, que fueron devastadoras”. Destacó también que América Latina, si bien tiene el 9% de la población mundial, tuvo el 32% de las muertes. “El covid puso en evidencia nuestros problemas estructurales”.
Si entonces había 17 homicidios por cada 100.000 habitantes, hoy hay 23; en el caso de su país, se pasó de 7 por 100.000 a 27. “Las organizaciones criminales aprovecharon el momento para expandirse, para encontrar nuevos mercados y abrir nuevas rutas”, agregó la ex ministra de Gobierno ecuatoriana. “También se diversificó la actividad criminal: además del tráfico de drogas, hoy tenemos que hablar de minería ilegal, tráfico de especies, contrabando, cibercriminalidad, extorsión y tráfico ilícito de migrantes”. Sobre este punto dio una cifra asombrosa: “Esto está agravado por la crisis humanitaria de Venezuela. En el continente tenemos una crisis de refugiados más grave que la de Siria, de 7 millones de personas”.
Jaqueline Charles, periodista del Miami Herald, habló del “aumento exponencial del delito” en las islas del Caribe, y dedicó un análisis especial a Haití, donde el problema de las pandillas no tiene comparación con otro país de la región. “Hay grupos de vigilantes con machetes, literalmente descabezando a personas. También sucede que en una comunidad de clase media con una existencia pacífica, de pronto a las 3 de la mañana todos se despiertan porque hay ruido de armas de fuego. Y son las pandillas, que dicen: ‘Tomamos el control de esta comunidad’”.
Samantha Chaitram, del Caribbean Policy Consortium, sugirió que “los Estados Unidos pueden dar apoyo a los países del Caribe en esta nueva guerra contra las armas”, por ejemplo formando parte de “las entidades multilaterales para evitar el tráfico ilícito a nuestros países”. También propuso concebir el problema de la violencia como uno de salud pública y “usar el criterio de curar la violencia”, a lo cual Torres Avelar asintió: “Hay que invertir en educación, sólo funcionan las soluciones a largo plazo”.
Tras la mesa, al mediodía, se compartió el video de la general Richardson, quien definió que “en el hemisferio occidental hay una llamada a la acción urgente”. Entre los retos que enfrenta la región mencionó ”la pesca ilegal, la industria maderera ilegal, la minería ilegal y, por supuesto, el tráfico de drogas y de seres humanos”. El conjunto, advirtió, “erosiona los valores y las instituciones democráticas”, ya que “las organizaciones criminales internacionales atentan contra la seguridad y la democracia”.
En ese contexto, subrayó, “el Partido Comunista de China se aprovecha”. Continuó: “Muchos países buscan la estabilidad para sus pueblos, y China a veces dice contribuir, pero en realidad explota sus recursos”. Por eso animó a propagar esa llamada a la acción: “No queremos ver más extracción ni militarización de parte de China. Necesitamos que nuestros aliados provean apoyo en esto, que haya cooperación entre nuestras agencias y nuestras naciones socias. Tenemos que crear una alternativa viable a los proyectos de infraestructura del Partido Comunista de China”.
A continuación, el vicealmirante Holsey recordó que los retos que enfrenta el hemisferio “son muy dinámicos” y más amplios que los que él encaró al comenzar como aviador de la Marina en una operación antidrogas en el Caribe. “Si no tomamos medidas ahora veremos en resultados negativos por décadas”.
Holsey se detuvo en el concepto de vecindad, en lo que une a los Estados Unidos con América Latina: “Compartimos valores y culturas y tenemos una preocupación conjunta por los desafíos de seguridad”. La cooperación, agregó, va más allá del combate del delito: “Este año pasado hemos visto terremotos, inundaciones, incendios forestales, volcanes. Nosotros tenemos que ser el aliado de fiar en la región”. Detalló las mejoras en las operaciones y las comunicaciones surgidas de la práctica militar integrada: ”Nuestro programa de ejercicios conjuntos es uno de los más exitosos”.
Las otras conversaciones individuales antes de la mesa final quedaron a cargo de González, Coleman y Johnson. El asesor presidencial para América Latina dijo que la dirección que Joe Biden indicó “para integrar la política interior internacional afrontó varios retos”. El principal, la crisis económica dentro de los Estados Unidos, con una alta inflación. “Pero también hemos tenido que adaptarnos a un nuevo ambiente definido por la situación geopolítica”.
Sintetizó: “Nuestra política económica se basaba en el intercambio comercial, que nos llevaría a una mayor cooperación económica entre todos. Sin embargo, una economía que no es de libre mercado, China, está subsidiando y subvencionando”. También señaló que “nuestros esfuerzos para integrar Rusia al G20 no evitaron que invadiera a Ucrania”. De manera similar, si bien en América Latina y el Caribe los Estados Unidos tienen “el mayor número de acuerdos del libre comercio, en algunos casos eso ha permitido mayor colaboración, integración y paz, pero en otros aspectos no”.
Por su parte, la funcionaria de USAID subrayó el trabajo con las mujeres. “Estados Unidos ha invertido fuertemente no sólo en la educación sino también para respaldar los avances y buscar el apoyo de las mujeres como líderes líderes políticas”, comenzó. “Tenemos un número de programas que buscan contrarrestar la violencia contra las mujeres y también promover las oportunidades económicas para las mujeres. Parte del trabajo que hemos hecho, por ejemplo en Colombia, fue con los títulos de propiedad”.
Explicó que numerosas poblaciones marginadas pudieron recibir títulos de propiedad sobre la tierra en la que habitaban, “y muchos fueron a mujeres”, destacó. “Y una vez que se tiene el título de la tierra, es posible usarlo como garantía para empezar un negocio. Muchas cosas pueden surgir de ahí: hemos observado una correlación entre independencia económica y tasas más bajas de violencia contra las mujeres. Pero esto no sólo es para combatir la violencia, sino también alzar las voces de las mujeres”.
Johnson, ex embajador estadounidense en El Salvador, analizó los casos de la violencia en México y en el país donde fue representante del suyo. “En México la policía no tiene todo el armamento que tienen las organizaciones criminales, no se pueden equiparar, así que hay un papel que pueden desempeñar las fuerzas militares. En El Salvador, en cambio, cuando los militares trabajan con la policía están para proteger a la policía, no para interactuar con la población. Los militares no van a detener a nadie, están para proteger al oficial de policía que está allí para hacer su trabajo. Y yo creo que tiene que ser así.”
El último panel fue muy esperado: “En el medio: oportunidades y desafíos en la era de la competencia estratégica entre Estados Unidos y China”. Ellis, profesor de Estudios Latinoamericanos en U.S. Army War College, fue al grando: “Luego de la pandemia, China se está moviendo. Tenemos compañías chinas que hacen asociaciones con los gobierno, también acuerdos de comercio. Un poco como los que hacemos nosotros”.
No son sólo movidas comerciales, observó: también son estratégicas. “Buscan la oportunidad. El 67% de los colombianos quiere aumentar las relaciones con la China y sólo el 27% se preocupa por los derechos humanos”, puso como ejemplo. “No solo ponen énfasis en captar el litio y otros recursos en la cadena de suministro, sino también, por ejemplo, en los servicios: Perú le da prácticamente el 100% de la distribución eléctrica a las compañías chinas”.
Heine, ex embajador chileno en China, celebró el título de la charla: “Da en el clavo. Nuestros países tienen la situación triste de estar, precisamente, en el medio de esta rivalidad entre Estados Unidos y China”. Su propuesta rescató un término antiguo de la política internacional: “Una no alineación activa. La necesidad de que nuestros países no esté alineadas con Washington DC o con Beijing, sino en su propio camino”.
Margaret Myers, de Inter-American Dialogue, describió “la dinámica China-América Latina como una relación en evolución, hecha de fases”. Luego de la pandemia, la fase tuvo “consecuencias económicas muy fuertes”. Pero, subrayó, “China tiene sus propios retos financieros. Tiene que ver cómo mantener su crecimiento hacia el futuro. En ese nuevo momento, con nuevos desafíos y actores, vemos de ambos lados el interés en participar en sectores como energía, industrialización, cambio climático”.
Tras considerar que el modelo BRIC quedó superado, los participantes analizaron el interés de los latinoamericanos “en equilibrar los intereses de Estados Unidos y China” como señaló Wong, que agregó: ”Y no está claro cómo se va a desarrollar el resultado”.
Se volvió al caso colombiano, y Ellis destacó: “China puede hallar un nicho para sí misma en relación con Colombia, porque siempre se dice que es el lugar central de la política de Estados Unidos en la región, y es importante señalar que la manera en que China ha buscado oportunidades en Colombia es diferente de la manera en que lo ha hecho con Brasil. Vemos una penetración de empresarios que buscan relaciones empresariales y también vemos una expansión de las redes de persona a persona”. Si hace pocos años la Cámara de Comercio de Colombina tenía relaciones con 30 empresas chinas, ahora las tiene con 140 empresas.
“Creo que China llega a Latinoamérica para el desarrollo, y eso es una inquietud”, dijo Myers. Porque cuando Ecuador golpea a la puerta de los Estados Unidos y se le niega un tratado de libre comercio, China está interactuando con estos proyectos de los funcionarios locales”.
Wong complementó con el pedido de “una política exterior de Estados Unidos hacia Latinoamérica algo más formal, porque no se ha sentido que haya una prioridad”. Agregó: “Todo enfoque debería considerar que tenemos una agenda holística multidimensional entre Latinoamérica y Estados Unidos: podemos aprovechar esta agenda”.
SEGUIR LEYENDO:
Hacer Comentario