El objetivo de limitar el incremento de la temperatura promedio global a no más de 1.5° C provocó que el desarrollo de esta industria comience a ser prioritario. Esta meta climática establecida por el Acuerdo de París obliga, prácticamente, a abandonar los combustibles fósiles para mediados de este siglo. En esa tarea titánica, el hidrógeno puede cumplir un rol destacado e imprescindible.
Países como Chile y Uruguay ya han dado pasos muy significativos en este sentido y son muy buenos ejemplos para observar. Brasil, por su parte, también se lanzó de lleno en esta carrera. Es en este contexto que Argentina comenzó a evaluar en el Congreso Nacional diferentes alternativas para diseñar un proyecto de ley con el objetivo de promover esta nueva industria del hidrógeno.
Uno de los principales desafíos es que el país debe prepararse para tener capacidad y costos de producción competitivos. Una estrategia potente y atractiva para las inversiones, requiere de condiciones macroeconómicas ordenadas que, precisamente, reduzcan los costos de capital mediante el fácil acceso al financiamiento.
Por ello, el marco regulatorio que necesita la industria del hidrógeno debe ser simple; y su objetivo principal, generar un clima de certidumbre adecuado para el desarrollo de las etapas iniciales de los proyectos que puedan surgir. Esto haría que, en el mediano plazo, mientras el país se encamine hacia la normalización de su economía, la actividad pueda desarrollarse.
El proyecto de ley
Sin embargo, lamentablemente, lo primero que se destaca del proyecto de ley que propuso el Poder Ejecutivo es una escasa vocación exportadora. Esto se traduce en el añadido de sobrecostos innecesarios a los proyectos productivos y a la exportación. Tal vez, el caso más elocuente, sea que se pretenden imponer retenciones al comercio exterior del hidrógeno en sus diferentes formas.
El enfoque debería estar en analizar de qué modo se pueden reducir costos y evitar castigar a la producción local
No parece comprenderse cabalmente que el hidrógeno que se desarrolle en la Argentina deberá competir de igual a igual con el de otros países que también poseen buenos recursos renovables. El enfoque debería estar en analizar de qué modo se pueden reducir costos y evitar castigar a la producción local.
En el proyecto de ley también aparecen las típicas barreras que se generan bajo el supuesto impulso a la industria argentina. El régimen de promoción está atado al cumplimiento de requisitos de componente nacional en porcentajes elevados que, claramente, dejará al país fuera de competencia. Todavía no se ha entendido que la mejor manera de generar industria local es crear condiciones para acrecentar la demanda de inversiones.
Para peor, se castiga al hidrógeno producido a partir de fuentes renovables (hidrógeno verde) con mayores exigencias, imponiendo una nueva barrera al sector que tiene las mejores chances de competir en el mercado internacional.
Lo que parece ofrecer el texto normativo que firmaron el presidente Alberto Fernández y el ministro de Economía, Sergio Massa, es la creación de nuevas estructuras que nadie necesita, generando dispersión de funciones e ineficiencias varias.
Es importante destacar que la gran oportunidad que se abre a la Argentina con la industria del hidrógeno es poder transformarse en proveedora de un bien que será altamente valorado en las próximas décadas. La norma, entonces, tiene que estar dirigida a brindar las condiciones necesarias para que podamos aprovechar al máximo esa chance. Debe establecer las pautas de arranque y despegue de esta industria que, probablemente, alcanzará envergadura exportadora a partir de 2030.
Transición energética
El impulso mundial al hidrógeno obedece a que obtenerlo vía la electrólisis, es decir, separando sus moléculas usando energía eléctrica, puede ser un proceso absolutamente libre de emisiones de gases de efecto invernadero si proviene de fuentes renovables y limpias.
El impulso mundial al hidrógeno obedece a que obtenerlo vía la electrólisis, es decir, separando sus moléculas usando energía eléctrica, puede ser un proceso absolutamente libre de emisiones de gases de efecto invernadero
A nivel global, las tecnologías para la producción de energías renovables han alcanzado un alto grado de madurez y hoy son plenamente competitivas frente a las convencionales. También se ha alcanzado una baja sustancial de costos en los equipos de almacenamiento de energía, lo que permite, entre otras cosas, el crecimiento de la movilidad eléctrica.
Ahora el hidrógeno ayudará a descarbonizar lo que será la última milla, es decir, aquellos sectores en los que es más difícil reemplazar a los combustibles fósiles como el de transporte pesado y marítimo, la maquinaria industrial y la de diversos procesos químicos.
Todo esto cobra un gran interés para países como la Argentina que puede erigirse como una de las grandes productoras de hidrógeno verde (aquel generado a partir de fuentes renovables) del mundo ya que posee enormes recursos en este sentido. Tiene todo el potencial para producir hidrógeno a escala y convertirse en exportador de este insumo esencial en la economía postfósil.
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