Joaquín “El Chapo” Guzmán (Foto: Archivo)El relato del último testigo cooperante del gobierno estadounidense en el juicio del Chapo Guzmán este jueves fue el más gráfico de todos, y el único que da cuenta de asesinatos cometidos por el propio capo mexicano, con macabro lujo de detalles.Aunque Joaquín "El Chapo" Guzmán, de 61 años, no es juzgado por homicidio en una corte de Nueva York, sino por el tráfico de más de 155 toneladas de drogas a Estados Unidos, la fiscalía busca presentarlo ante el jurado como un hombre ultraviolento y despiadado, capaz de todo para proteger su negocio.Isaías Valdez Ríos, alias "Memín" o "Memo", que empezó a trabajar como uno de los sicarios del Chapo en las sierras de Sinaloa en 2004, contó en la corte que vio a su patrón matar a un integrante del cartel rival de los Arellano Félix.Enterrado vivo Joaquín “El Chapo” Guzmán escapó en julio de 2015 de la prisión del Altiplano y fue reaprehendido en enero de 2016. (Foto: AP)La víctima llegó hasta el campamento del Chapo con abundantes señales de tortura en el avión de Ismael "Mayo" Zambada, colíder del Cártel de Sinaloa, dijo Memín."Venía quemado con una plancha en toda la espalda, la playera que traía estaba pegada a la piel, traía marcas de encendedor de carro en todo el cuerpo, los pies también quemados", contó el testigo de 39 años.El Chapo se enojó porque se lo enviaban en mal estado, y lo dejó durante días encerrado en una suerte de gallinero, amarrado de pies y manos y con los ojos vendados. Al final, "ya apestaba (….) Estaba podrido", dijo el testigo.Finalmente, tras dos interrogatorios, el Chapo le disparó con su pistola calibre .25, despidiéndose con la frase: "¡A chingar a tu madre!".El Chapo también fue el autor de diversas torturas, según testigo (Foto: AFP)Aunque el hombre seguía respirando, "así lo echamos al hoyo y lo enterramos", contó Memín.El estremecedor testimonio fue escuchado en silencio por los 12 miembros del jurado, que deberán decidir la suerte del Chapo. Si es hallado culpable, puede ser condenado a cadena perpetua.Tras un tiempo como sicario, Memín empezó a trabajar para el Chapo como su secretario, y luego fue su hombre en Honduras, encargado de la compra de un terreno para construir allí una pista de aterrizaje clandestina.Fue luego jefe de seguridad de sus hijos Iván y Alfredo, y finalmente piloto del cartel, transportando cientos de kilos de cocaína y base de coca desde Colombia a México.Zetas en Sinaloa (Photo by HO / INTERIOR MINISTRY OF MEXICO / AFP)Memín contó también que vio al Chapo torturar y ejecutar a dos integrantes del cartel rival de los Zetas oriundos de Sinaloa.Primero, contó, el Chapo pidió a sus sicarios que los llevaran a una enramada y los "calentaran", golpéandolos para sacarles información. Luego llegó él, pidió un tronco grueso "y los empezó a torturar"."Las personas estaban completamente sueltas, los huesos todos quebrados, no se podían mover. Y el señor Joaquín les seguía golpeando con el tronco y con el arma también", un rifle camuflado AR15 o un M16, relató.El Chapo les decía 'hijos de su pinche madre, ¿cómo es posible que (siendo de Sinaloa) trabajen con esa gente y nos estén traicionando'?", agregó.Luego el capo y su jefe de sicarios, el Bravo, montaron a unas cuatrimotos y cargaron en las parrillas a los enemigos. Los condujeron hasta una hoguera que habían ordenado encender."Tenían una cara de asustados esa gente…", dijo Memín.El Chapo "le puso el rifle en la cabeza a uno, le disparó y le dijo: '¡A chingar a su madre!'. Hizo lo mismo con el otro", dijo Memín.Los tiraron a la hoguera. "Que no queden ni los huesos", dijo el Chapo, según su pistolero Memín, que antes de comenzar a trabajar para el capo fue miembro de las fuerzas especiales del ejército durante siete años.Cerca del finEl Chapo Guzmán se encargó de eliminar a los integrantes de los cárteles rivales (Foto: Archivo)Memín fue arrestado en 2014 y hace casi cinco años que está en una prisión estadounidense. Su sentencia puede ser de entre 10 años a cadena perpetua, pero espera reducirla a raíz de su colaboración con el gobierno.Calcula que ganó unos 300.000 dólares transportando cocaína para el Chapo. Pero cuando era un simple pistolero, ganaba mucho menos, unos 2.000 pesos mexicanos por semana (unos 175 dólares en esa época, 2004).Trabajaba un mes y libraba otro, y debía dormir con otras decenas de sicarios en huecos que cavaban en la tierra alrededor de las cabañas donde se refugiaba el Chapo en las montañas de Sinaloa.El juez Brian Cogan estima que la presentación de la evidencia por parte de ambas partes puede culminar la semana próxima. El Chapo es un posible testigo en su propio juicio, que terminaría en febrero.Con información de AFP
Donald Trump (Foto: Reuters)Diego Fonseca es un escritor argentino que vive entre Phoenix y Barcelona. Es autor de "Hamsters" y editor de, entre otros títulos, "Crecer a golpes" y "Tiembla".PHOENIX — Junto al amargo pastel de su segundo aniversario en la Casa Blanca, la propuesta más emblemática de Donald Trump —un muro que separe su ario Estados Unidos de la marrón América Latina— se parece más a un montoncillo de escombros que a un paredón.En los últimos días, el hombre que llegó a la presidencia al promocionar su maestría para cerrar tratos demostró las suposiciones: que es un negociador muy malo. Su primer intento de forzar a los demócratas a darle miles de millones de dólares para amurallar a México acabó en la paralización del gobierno y en el cierre de administración más largo de la historia estadounidense. Los siguientes intentos de presionar —incluido un viaje a la frontera— también fracasaron.Tal vez sea el momento de que tanto daño sea reparado: construyamos el muro de Trump. Pero no frente a México: alrededor de Trump. Construir un gran, bello, alto muro que contenga y controle sus devaneos de aprendiz de zar. Es una reversión del campo semántico: que el muro que Trump busca construir a lo largo de la frontera con México acabe rodeando su propio comportamiento fronterizo.Este 2019 será el año más largo del siglo, pues acaba el 3 de noviembre de 2020, cuando Estados Unidos decida si reelige a Trump o recupera alguna cordura. El problema central: Trump aún puede ganar en 2020.En dos años, Trump no ha hecho más que hablar a su propia base, amalgamada detrás de una agenda discriminatoria y aislacionista, pero los pronosticadores creen que si no hay recesión y se mantiene la creación de empleo tiene una oportunidad de obtener votos independientes que le aseguren un segundo mandato. Que el trumpismo haya sido derrotado en las elecciones intermedias es harina de otro costal: a mitad de mandato se vota para producir correctivos morales. A los presidentes de Estados Unidos, en cambio, los reeligen los bolsillos llenos o el patrioterismo de una guerra contra algo.Pues acabemos con esa posibilidad: hay que rodear a Trump.El muro contra Trump ya existe, y no es de concreto, sino ideológico, legal, político y social y, a diferencia del que él desea en su frontera sur, tiene suficientes recursos, proveedores y materiales para terminar de ser erigido.Los primeros cimientos vienen de la investigación del procurador especial Robert Mueller sobre los vínculos de la campaña de Trump con Rusia. Son cimientos porque sus resultados no son visibles —aún—, pero la paciencia de Mueller y su voto de silencio ya han conseguido sembrar resultados políticos: el gobierno de Trump está desesperado por el temor a que algo surja al final de la investigación y sus nervios alimentan errores y abren nuevos frentes.Por su parte, los medios han provisto una buena porción de la argamasa del muro. No ha habido oposición más consistente y dedicada al símbolo Trump que el periodismo: hechos contra bulos, información versus fake news. En cierta medida, la permanencia y el crecimiento de la resistencia civil a Trump se sostienen en la decisión de la prensa de mantener vivas investigaciones y acusaciones sobre el presidente y su entorno a pesar de la virulencia de la Casa Blanca y el Partido Republicano (GOP) contra medios y periodistas.Los medios han dado al enojo social un megáfono para mantenerse vivo como baremo ético. De hecho, si hay un actor protagónico para levantar la pared moral contra el presidente de Estados Unidos es la sociedad civil. A diferencia del muro de Trump, pensado para excluir, el muro contra Trump se construye por inclusión. Las marchas de mujeres al inicio del mandato, Black Lives Matter, el trabajo de las organizaciones civiles contra las maniobras segregacionistas de musulmanes y la separación y enjaulamiento de niños migrantes han exhibido una mayoría social capaz de hablar en voz alta y movilizarse velozmente.La penúltima expresión de esa sociedad civil —el voto de las elecciones intermedias— dio algunas medidas de la fortaleza del muro contra Trump. Estados rojos como Arizona y Texas están intensamente disputados por los demócratas. Estados donde el Partido Republicano manipuló los distritos electorales para agenciarse el poder con perjuicio a minorías quedaron bajo acecho por un impresionante caudal de votos anti-GOP y Trump.El resultado electoral —que demostró que sí, se puede— ha creado un imperativo democrático: Trump no debe tener un segundo mandato. Su daño a la convivencia racional entre adversarios ha sido significativo. El GOP profundizó la brecha tolerando y validando su autoritarismo. La narrativa del conservadurismo trumpiano postula que solo el poder vale, sin importar su relleno ideológico.La mejor noticia es que hay mazos y martillos para hacer polvo el muro de Trump. Por un lado, las elecciones intermedias probaron que la oposición política y social tiene aparato y candidatos para ofrecer en 2020. Pero antes que eso, la Cámara de Representantes en manos demócratas posee un par de candados para echar al muro de Trump. Una es la posibilidad del siempre boyante proceso de destitución del presidente si la investigación de Mueller demuestra que se cometió un crimen. La otra es política y suena a justicia poética. Darle a Trump lo que el GOP le dio a su antecesor, el demócrata Barack Obama: un congreso obstruccionista que frene todas las iniciativas de la Casa Blanca y llene sus despachos de citaciones para sus funcionarios. El gobierno de Trump puede acabar en un pantano agónico.Y eso, claro, no es sano. Sucede que no deja de ser trágico que la elección del presidente de la nación más poderosa del mundo se defina por oposición antes que por propuestas. Y es ciertamente agrio que el modo de combatir a Trump sea con medidas que pueden dañar la operación de la mayor economía global. Y, por supuesto, no hay nada alegre en los muros: separan, nunca reúnen.Pero juntar todos esos procesos es, en este caso, determinante. Trump es tóxico, no facilita una conversación razonable y tiene como misión la destrucción de los precarios e imperfectos equilibrios democráticos para imponer su voluntad autocrática. Trump daña. Por ende, como un virus, debe ser aislado, cercado y controlado. La Casa Blanca bien se merece ese muro.* Copyright: 2019 The New York Times News Service
Esta es la casa de Gloria Silvia Monreal (Foto: Juan Vicente Manrique, Infobae México)Una pequeña placa con la leyenda "aquí se filmó Roma" es lo único que diferencia la casa de Gloria Silvia Monreal a las del resto de sus vecinos. Sin embargo, desde hace un mes, todos los días llega hasta a su casa algún curioso o admirador de Alfonso Cuarón con la esperanza de tomarse una foto en la fachada de su hogar o incluso entrevistarla.Desde las 10 de la mañana empieza a llegar gente con sus teléfonos, cámaras, grabadoras e incluso drones. Todos con el mismo objetivo: conocer el lugar que sirvió como locación del emblemático filme del director mexicano.La placa que se fijó tras la filmación (Foto: Juan Vicente Manrique, Infobae México)Nacionales y extranjeros, decenas de turistas tocan a la puerta de la señora Gloria en espera de alguna anécdota. Poco a poco, su casa se ha ido convirtiendo en un emblema de la Ciudad de México y en una parada obligada para los amantes del cine.Sin importar el día y la hora, ella atiende a los visitantes cada vez que puede. Lo hace con una sonrisa en el rostro, y no duda en responder todas las preguntas que tengan. "Desde diciembre me han pedido alrededor de 100 entrevistas; periódicos de provincia; medios de Italia, Estados Unidos o Madrid".Algunos de los periodistas y curiosos que esperaban en el domicilio (Foto: Juan Vicente Manrique, Infobae México)Cada medio de comunicación le hace más o menos las mismas preguntas, sin embargo, ella responde pacientemente. Además, ha hecho de esta circunstancia una oportunidad para empezar un libro de firmas que le entregara a Cuarón cuando lo complete."Tengo tolerancia con toda la gente que viene. Ellos llegan con la mejor disposición y suelen regalarme algún recadito para Alfonso. Yo pienso entregarle este libro en mano, nada de paqueteria", dijo a Infobae México.La señora Gloria (Foto: Juan Vicente Manrique, Infobae México)Hasta el momento, Gloria ha recabado más de 1.000 firmas, todas de felicitaciones. En el libro aparecen lugares tan alejados como España o Francia, gente que ha decidido perderse en la ciudad con tal de llegar a esta casa de fachada verde y zaguán blanco.Para sorpresa de todos, esta no fue la verdadera casa donde pasó Alfonso Cuarón su infancia, sino en la de enfrente.Esta es la fachada actual del domicilio de Alfonso Cuarón (Foto: Juan Vicente Manrique, Infobae México)"Me preguntan si fue aquí la casa de Alfonso Cuarón. No, fue justo enfrente, en el 21. Era un gran vecino; mis padres con sus padres se saludaban como buenos vecinos. Nosotros eramos muy chamacos. A veces salíamos aquí a jugar pelota, la calle era más tranquila, había más vecinos que ahora".Con los años, los habitantes de Tepeji 22 se han mudado o han fallecido, sin embargo, Silvia Moreal permanece. Lleva en el mismo sitio más de 55 años; fue hogar de sus padres y ahora ella lo comparte con su esposo.La gente fotografía la casa (Foto: Juan Vicente Manrique, Infobae México)"Aquí viveron mis padres; fuimos una familia de 6 hermanos, 3 mujeres y 3 varones. Vivimos cosas muy similares a las que vivió Alfonso. Ahora quiero que vengan mis hermanos a ayudarme con todas las entrevistas, porque ya no puedo con tantas"; la señora Monreal cuenta así, entre risas, sus días de gran ajetreo.También recordó las tres semanas en las que compartió su hogar con los actores de la filmación. "Fue como una fiesta para mi, días de mucha alegría, tanto que cuando se fueron lo resentí un poco".Gloria le solicita a un fotógrafo no invadir su propiedad (Foto: Juan Vicente Manrique, Infobae México)Esas semanas cambiaron la vida de Gloria, quien nunca esperó tener frente a su puerta tantas cámaras. A pesar de los inconvenientes que esto le puede causar, ella vive feliz y está agradecida con toda la gente que la visita."Lo primero que les pregunto a los que llegan es sí ya vieron la película; todos me dicen que si. Ese contacto de que vienen muy emocionados, me emociona también a mi."Lo único que ella pide es que no invadan su privacidad, pues a veces hay medios de comunicación que sin pedirle permiso empiezan a fotografiar el interior de su domicilio desde arriba."Siento esto como una invasión de mi espacio y no me piden permiso. Creo que deberían hacerlo; voy a hablar con ellos".Respecto a la película, tiene todas las esperanzas puestas en que Roma será la gran ganadora en los premios Oscar, y asegura que de ser así, va a "gritar cómo cuando los hombres ven el fútbol".