En su oficina de la City porteña, Carlos Melconian cierra una semana hiperactivo y con algo de euforia. Le toca defender el plan económico que desarrolló junto a los equipos de la Fundación Mediterránea y que esta semana Patricia Bullrich oficializó como propio. Para explicar ante Infobae cómo sería su “temporada en el quinto piso”, saca todo lo que ya se le conoce: verborragia, contundencia, ejemplos cotidianos y lenguaje llano, sin pelos en la lengua. No disimula sus conversaciones con todos los protagonistas de la política, incluso del propio gobierno, ni sus diferencias con las decisiones económicas de la gestión de Mauricio Macri, con quien avisa que no hablará por unos días para evitar “verdugueadas” futboleras.
Advierte que no es vocero ni se imagina superministro. El plan que diseñó llave en mano para la candidata de Juntos por el Cambio, anunciado el jueves en Córdoba, se apoya en algunas vigas maestras: un esquema bimonetario en forma definitiva, un Banco Central que no financie al Tesoro, dureza fiscal y flexibilidad monetaria (al revés de lo que hizo Macri), reformas profundas desde el comienzo del mandato y “dejar la droga” del endeudamiento.
“No se trata de que haya un superministro, concentrador, competidor del presidente, amo y señor, y que se la cree. Acá si te la creés sos un boludo”, afirma, en un mensaje para la interna, o como dirá en la entrevista, para los que buscan “carroña”. Y para ese universo tan difuso como “la gente” baja otro mensaje: “El hombre (y la mujer) de a pie ya se dio cuenta de que le hacen tachín, tachín cuando le dan subsidio y, por el otro lado, financiar ese subsidio con emisión hace que la inflación sea 120%. Su sueldo no sube 120%. ‘Estoy haciendo mal negocio’, dice el hombre (y la mujer) común”.
Su misión, admite, no es sólo divulgar la teoría y la práctica de un programa económico. Tiene un objetivo impalpable y decisivo para reanimar las chances de poder a Juntos por el Cambio: “Yo le tengo que decir a la gente por qué hay luz al final del túnel, por qué hay horizonte. Esto tiene solución y la política tiene que entender: ¿La solución es fácil? No. ¿Pero tiene solución? Sí. ¿Con Banco Central? Sí. ¿Con emisión de moneda? ¡No! Yo vengo a eso”.
Aunque diga que no está para discutir con Javier Milei, lo confronta y rechaza sus ideas. Ni cerrar el Banco Central, ni dolarizar. Salta de la cátedra, a la tribuna y a la picardía inasible de tahúres, sean de la City, Valentín Alsina o del Cilindro de su querido Racing de Avellaneda. “Pisaste el palito”, bromea en la entrevista y aprovecha una polémica para hablar de Milei y la idea de “saltar al vacío”.
Sobre el líder libertario amplía: “Me saco el sombrero por sus votantes. Y me saco el sombrero de que es parte de los dos tercios que en la Argentina quieren un cambio. Y me saco el sombrero de que fue uno de los responsables de haber metido en un corralito al tercio que no quiere el cambio. Chapeau por eso. Ahora, simultáneamente viene el pedido ‘che, pero hagamos algo que no sea un salto al vacío’”.
La entrevista a Carlos Melconian
— En general le preguntan por qué lo eligió Patricia Bullrich, pero quiero invertir la pregunta. ¿Por qué usted la eligió ella? ¿Por qué cree que ella puede llevar adelante un futuro gobierno?
— Primero vamos a explicar que este proceso lleva un año y medio. Con la Fundación Mediterránea y el IERAL, nosotros preparamos un programa económico para poner a disposición de los candidatos -de todos- y empezamos a trabajar. Quién baja el martillo en un momento, nunca lo sabés. Tengo relaciones con todo el mundo de carácter profesional y amistosa. Si ustedes me preguntan si conozco a Milei, sí lo conozco y hablé con él. ¿Me encontré con Massa? Sí, me encontré con él. Y lo mismo con Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, que fueron los que demandaban ver el programa. Más que por qué elegí, una vez que se resolvió la primaria, pasó lo que pasó. Todos los que estamos trabajando en esto, en un periodo de nuestra vida pensamos en hacer un aporte para la Argentina. Después de varios meses de vernos, Patricia Bullrich dijo que quiere tener una persona que maneje todo el área económica. Como para mí vale más la palabra que la firma, arrancamos.
“No se trata de que haya un superministro, concentrador, competidor del presidente, amo y señor, y que se la cree. Acá si te la crees sos un boludo.” (Carlos Melconian)
— Con esta decisión, usted empieza un camino que ya conoce, que es la relación difícil entre la economía y la política. ¿Cuáles son los condicionantes que le impone la política a un ministro de Economía?
— Lo que un ministro de Economía tiene que entender es que el que va por los votos es el político, y el que da mandato y liderazgo al político es, en democracia, el voto popular. Un dato muy relevante de la carta orgánica de la Fundación Mediterránea es la practicidad de las ideas que deben tener los programas que propone. Además de productivista, federal, etc, el plan no es un paper para discutir en la universidad, sino que tiene que ser algo para decir ‘así se arregla esto’.
Cuando te encontrás con el dueño de los votos hay que decirle ‘ya sé que vos sos político y que la política es el arte de lo posible’. Cuando el economista, sin traicionar o prostituir a la teoría económica, tiene la cintura y el tacto de que esto es para la gente y tiene un objetivo final que es el empleo, el poder adquisitivo, la oferta de bienes públicos y la estabilidad ¡bingo!. El summum de esto ha sido, por ejemplo, Fernando Henrique Cardoso (NdR: que fue ministro y luego presidente de Brasil en los 90), que pudo englobar ambas cosas, tenía ambos límites y los supo condensar en una persona. Pero de esos no hay muchos.
— ¿Qué Ministerio de Economía se imagina? ¿Uno que concentre todas las áreas, obras públicas, infraestructura como tuvo Cavallo en los años 90, uno fragmentado como tuvo Macri, o un término medio, como tiene Massa hoy?
— La palabra ‘concentrar’ me hace ruido. Rodolfo (Santángelo, su socio en la consultora Macroview) lo explica bien. El tema es que si alguien dirige una orquesta, y en la orquesta tenés tipos muy competentes, que no pueden desafinar, todos tienen que estar tocando más o menos la misma música. No puede tocar uno bolero y el otro rap.
— ¿Puede haber una coordinación aún cuando existan atribuciones vinculadas al área económica en otros ministerios?
— No. He dicho más que eso. He dicho que el director de orquesta tiene que saber que todos tienen la misma partitura, eso es lo importante. El mejor ejemplo del gobierno de Mauricio Macri me pasó cuando un día, un ministro de una de las ocho subdivisiones que existían, vino a decirme que se había enterado de algo por los diarios. Eso no existe. Tampoco se trata de que haya un superministro, concentrador, competidor del presidente, amo y señor, y que se la cree. Acá si te la creés sos un boludo. El tema central de todo esto, de nuevo, es que el director de orquesta pueda hacer que todos toquen la misma melodía.
— ¿Qué va a hacer con la Carta Orgánica del Banco Central? ¿Volver a la que rigió hasta 2012 o eliminar la emisión al Tesoro por completo?
— El objetivo final de un Banco Central, como funciona en el mundo, es que se dedique a la política bancaria y a la política monetaria, que no se mezcle en la política fiscal. En la Argentina hay que lograr que el Banco Central no financie más al Tesoro, pero no como subproducto de una decisión, sino de una política económica coherente, consistente, que haga que eso no sea necesario.
En otros países normales es necesario y entonces toman deuda, genuinamente, dentro del mercado local. El disparate de ir a tomar deuda externa para financiar gasto público interno termina mal. Lo que hay que tener es equilibrio en el fisco y que el Banco Central se dedique a lo suyo. Por eso no creo en las posiciones extremas, que no existen en el mundo, como cerrar el Banco Central. Hay que ir buscando alternativas y esto no es ir contra la esencia de la independencia del Banco Central.
A veces se pregunta sobre el Banco Central para ver a quién se lo van a dar, en lugar de la verdadera discusión que tenemos que tener. Un Banco Central está en la misma partitura del Poder Ejecutivo, el único tema es que no tiene que financiar al Tesoro, pero ¿cómo voy a tocar una música diferente si soy Banco Central del mismo país que el tuyo? Pero la pregunta “carroñera” es, a quién le dieron todo el poder, no sabe si va a manejarse, si va al socio de toda la vida. Yo no entro en esas cosas.
Milei y “el salto al vacío”
— En Córdoba usted dijo que con su programa, y lo cito, “no estamos frente a un salto al vacío” y que “lo único que está prohibido acá es fantasear con teorías imposibles de poner en práctica”. ¿De quién estaba hablando?
— ¿De quién creés que hablo?
— De Milei, obviamente.
— … de Milei, obviamente. ¿Por qué no me dijiste “yo creo que estaba hablando de Schiaretti”?
— La frase “imposible de poner en práctica” parece más afín a las propuestas de Milei que a las de Schiaretti.
— ¿Estás grabando, no?
— Estamos grabando.
— Esta parte quiero que salga. ¡No la editen! Ya lo acabás de decir… Yo voy a contestar todo sin hipocresía, por eso te contesté lo del Banco Central como te contesté. El señor, un gran periodista, me acaba de decir que mi referencia de “salto al vacío” y.. ¿cómo dijiste?
— “Teorías imposibles de poner en práctica”. Son sus palabras.
— Dijo, “supongo que es por Milei”. ¿Por qué suponés que es por Milei? Vos no sos un verdulero, con respeto a los verduleros. O un ingeniero, con respeto a los ingenieros. Sos un tipo que entiende de esto, de política y economía. ¿Y por qué preguntás eso?
— Porque entiendo que fue lo más saliente que tuvo su discurso en Córdoba.
— No, no seas turro, no te pareció lo más saliente.
— En política, sí.
— A vos lo que te parece -y sin querer pisaste el palito- es que la referencia “salto al vacío” y todo lo demás está instalada ahí. Más allá de que me saco el sombrero por sus votantes y me saco el sombrero de que es parte de los dos tercios que en la Argentina quieren un cambio. Y me saco el sombrero de que fue uno de los responsables de haber metido en un corralito al tercio que no quiere el cambio. Chapeau por eso. Ahora, simultáneamente viene el pedido “che, pero hagamos algo que no sea un salto al vacío”. No lo dije yo, lo dijiste vos. Yo en Córdoba no di nombre.
Inflación, déficit y más
— Se habló mucho del gradualismo fiscal de Macri. Usted dijo en 2018, textualmente: “Boludeamos dos años con las buenas ondas y volvió la inflación”. ¿Qué hay que hacer ahora, desde el día 1, para que no ocurra lo mismo en lo fiscal?
— En 2015 yo tenía un diagnóstico diferente, que no era shock o gradualismo, como marco general, sino lo que se usaba en el mundo: gradualismo monetario y shock fiscal. ¿Por qué? Porque en el mundo estaban de moda todas las políticas monetarias acomodaticias para sobrellevar la situación. Porque la política monetaria en un banco central que no financia el fisco, parte de su dominio es la tasa de interés. El Banco Central alisa los ciclos y endurece cuando hace falta. Y eso es lo que se usa hoy. Nuestra receta en aquel momento era política monetaria blanda y fiscal dura. Lo contrario solo lo hizo Paul Volcker (NdR: ex presidente de la Reserva Federal), pero tenés que ser norteamericano para tener la espalda para abatir la inflación a pura política monetaria.
— Macri hizo lo inverso.
— Su presidente del Banco Central, y el presidente de la Nación lo avaló, utilizó política monetaria durísima y una política fiscal laxa. Después, está la parte política de si no se quería o no se podía, pero eso ya está, terminó. Hoy desde el primer día, lo que hay es una realidad diferente. Yo acompañaba a Macri por el mundo y los mismos brokers que después te critican te decían, “hay diez lucas para el financiamiento del déficit”. Sobraban dólares en el exterior para financiar gasto público en pesos.
Vos decís, ¿tomo esta droga? Y, yo te diría que no. Hoy esa droga no está en el mercado. Y tampoco está en el mercado local. La única que quedó -que para el hombre de a pie es la droga más berreta y agresiva- es la de la emisión monetaria. El hombre de a pie ya se dio cuenta de que le hacen el tachín, tachín cuando le dan subsidio y, por otro lado, financiar ese subsidio con emisión hace que la inflación sea 120%. Y su sueldo no sube 120%. “Estoy haciendo mal negocio”, dice el hombre común.
— ¿Es socialmente viable que los argentinos acepten restricciones para bajar la inflación?
— Si el neto de eso termina con actividad, trabajo y poder adquisitivo, ¿cómo no va a ser viable? El mundo es así. Cuando digo: voy a tener Banco Central porque 180 países en el mundo tienen Banco Central, si esta receta es así en el mundo, ¿cómo no la voy a seguir? Lo hicieron los paraguayos, los chilenos, los uruguayos, los peruanos, los brasileños. ¿Por qué acá no la vamos a seguir? Ahí es donde veo al tercio que quedó en el corralito muy atrasado, soviéticamente hablando. En ese tercio hay otra cosa.
— ¿Por qué?
— Por los vicios de la política. Alguien está diciendo “aflojen, muchachos”. Que usen eficiente y austeramente el gasto público y que cada uno pueda justificar lo que tiene. Esa es una extraordinaria lección.
— ¿Qué va a pasar en lo fiscal con gobernadores e intendentes, dado que modificar el sistema de coparticipación federal es políticamente inviable? Esos van a tocar su propia partitura, no la suya.
— Para eso está la política, está un presidente, personas que hace 30 años están en la política, los acuerdos. Pero para dar tranquilidad, para los que creen que esas cosas en la Argentina no tienen salida, te digo que en el mundo es así. ¿Cuánto nos tuvo en vilo que le dieran el endeudamiento a Biden o en su momento a Obama y a Clinton? Tres meses. Y los mercados que se derrumbaban… y no pasaba nada después, no pasaba nada. Negocian, esa es la cuestión. Ahí es donde viene la cintura, vienen legisladores vinculados a economía, Espert, López Murphy, Tetaz, Laspina, los que el espacio tiene. Y ver cómo se arman puentes entre el Ejecutivo y el Legislativo.
— Milei dice que no va a discutir con usted porque no es candidato a presidente. ¿Se está escondiendo ante una discusión que está planteando usted?
— De ninguna manera, si yo fuera candidato a presidente diría lo mismo. Yo no vine a discutir con Milei ni a ser vocero económico de nadie. Yo vine a mostrarle a la sociedad argentina la propuesta en la que estamos trabajando, de la cual Patricia Bullrich dijo ‘esta es la propuesta que me gusta’. Yo vengo a eso. Es lo que Patricia me ha pedido. Ella no me dijo a mí “che, necesito a alguien que hable de economía”. Todo eso lo desmiento rotundamente. Yo estoy acá porque le tengo que decir a la gente porqué hay luz al final del túnel, porqué hay horizonte.
Me preguntan ¿por qué agarraste este quilombo? Porque todo esto tiene solución. Acá hay 70 tipos, más todo lo que se incorporaron que estaban trabajando en los distintos espacios de Cambiemos. ¿Qué somos, 70 locos? Entonces, evidentemente esto tiene solución. Y la política tiene que entender. ¿Y la solución es fácil? No. ¿Pero tiene? Sí. ¿Con Banco Central? Sí. ¿Con emisión de moneda? No. Entonces yo vengo a eso ahora.
— Usted habló específicamente del tema laboral y de la salud, como dos áreas que necesitan reformas.
— Un desbalance en el área de salud o un problema de competitividad o de quiebra de una pyme que se genera en el Ministerio de Trabajo, si sos ministro de Economía, tenés que prestarle atención. Es de la incumbencia del Ministerio de Trabajo, pero construir un Gabinete tiene que contemplar que sea una cuestión homogénea, no es sólo de división. Vamos a una reforma de 8 ministerios, pero no podés poner uno de Boca, uno de River… El Presidente tiene que tener un Gabinete homogéneo. Este de Trabajo y este de Economía, pero el de Trabajo no está tomando decisiones que joden desde el día 1 a la competitividad de la economía. Y este no dice “si dos empleados los sacás te pueden llevar puesta la compañía”. ¿Quién dijo? La ley. Acá hay algo que no funciona.
— ¿Entonces hay que cambiar?
— Por supuesto que hay que cambiar. Pero no se trata de joder a nadie. Yo ya lo dije veinte veces y no mando en cana a nadie porque vigilante no soy: el propio dirigente sindical entiende eso en privado. Y él tiene que ver cómo lo maneja. Hay ocho millones de informales y hay una ley laboral de facto que se ha instalado en la Argentina.
— Una flexibilización
— Dicen “no quiero más un empleado formal”. Entonces le buscan la vuelta, que me facturás, que la informalidad. Toda una hipocresía berreta, mal. Más ocho millones, donde hay muchos jóvenes, que no quieren salud, ni sindicato, ni jubilación. Hay que readecuar esa informalidad, no para llevarla a la vieja usanza, pero en eso estamos y esa es la integralidad en la que estamos trabajando. Y si me preguntás “¿vos también con Trabajo?”… No, pero… “¿Y los planes sociales?”… es el ministro tal, pero. “¿Y salud?”. No, pero.
— Es que la factura le va a llegar siempre a usted.
— Por eso. No sos superministro, pero siempre te llega a vos. Es como en tu casa, si tenés hijo y le diste una tarjeta de crédito a cada uno, no te querés meter en qué compró, qué hizo, si fue pilcha o fue al supermercado -digo esto porque lo hago siempre en mi casa- a mí no me interesa en qué te la gastaste, pero la cuenta me llega a mí. ¿Soy el superministro en mi casa? No, soy el boludo que tiene que garpar y le tengo que decir al Presidente, después, “che, paremos la mano, que tenemos este quilombo”.
— ¿Cuánto la ayuda y cuánto le perjudica a Massa ser ministro y candidato a presidente al mismo tiempo?
— Yo a Sergio Massa lo conozco hace un montón. Hablo con él, como ya expliqué, yo hablo con todo el mundo. Le he dicho personalmente que ser ministro y candidato simultáneamente casi luce irresponsable. No porque él sea un irresponsable sino porque es difícil de compatibilizar, porque sus objetivos son contradictorios. Y ahora se está viendo. Es decir, no puede una elección sin llevar un chupetín. O hagamos el ejemplo del helado. El plan que están elaborando ahora es un helado, que lo compras en el kiosco de acá a la esquina y se lo tenés que llevar a un tipo que está a cinco cuadras. Con la inflación, llegaste con el helado derretido. Es totalmente incompatible.
“Me saco el sombrero por los votantes de Milei porque son parte de los dos tercios que en la Argentina quieren un cambio. Fue uno de los responsables de haber metido en un corralito al tercio que no quiere ese cambio. Chapeau por eso. Ahora, hagamos algo que no sea un salto al vacío.” (Carlos Melconian)
Dolarización y bimonetarismo
— Usted habló de un esquema bimonetario y Patricia Bullrich siempre prometió levantar el cepo el primer día. ¿Con qué esquema cambiario arrancaría un gobierno suyo?
— El esquema bimonetario a Doña Rosa no le cambia nada porque la sociedad argentina ya decidió. ¿Qué decidió? Ahorrar en dólares y hacer transacciones en pesos. Entonces, hay que darle marco legal a esa convivencia de monedas. Detrás de eso va a haber un régimen cambiario, que siempre decimos va a empezar en Salita Roja para terminar en Harvard, y no al revés, porque ya salió mal. La letra chica de ese régimen cambiario vamos a dársela al Presidente y a ponerlo en práctica el 10 de diciembre, antes no se va a abrir. En reglas generales va a ser un esquema cambiario donde se eliminan las restricciones actuales y va a convivir con la bimonetariedad. Cuando algún día esté en Harvard, eso va a ser libre y flotante con reglas macro prudenciales para que no se pueda timbear.
— ¿Lo bimonetario es una herramienta de transición hacia la unificación cambiaria?
— Al revés, lo bimonetario es un esquema definitivo donde el régimen cambiario detrás de eso es de transición.
“El esquema bimonetario es definitivo y formaliza lo que la Argentina ya decidió: ahorrar en dólares y hacer transacciones en pesos” (Carlos Melconian)
— ¿Qué se puede hacer desde el comienzo del próximo gobierno para que los dólares que están en las cajas de seguridad vuelvan a estar en los bancos?
— Los dólares vuelve cuando algún día te creen y no hay más riesgos y se entiende que es al pedo tener el dólar guardado a tasa cero y vos lo podés poner a laburar. Entonces eso viene frente a que trae otro tipo de problema, porque cuando tenés ese aluvión de dólares, en general perdés competitividad en la economía. Es de los problemas lindos, ojalá lo tuviéramos, es como si Racing el otro día hubiese tenido tres números 9 para elegir, porque jugó casi sin número nueve, pero tenía uno solo y lesionado.
— ¿Cómo espera que Mauricio Macri se relacione con el nuevo formato de poder que trae Patricia Bullrich como candidata y usted como su ministro?
— Hay que preguntarle a Macri, no me corresponde a mí responder.
— ¿Ya habló con él?
— Sí, desde 2006 hablo con Macri.
— Desde que se sumó como posible ministro.
— El jueves a la noche no lo llamé, porque ya lo conozco a Macri: me va a empezar a verduguear con Boca, Racing y los penales, así que voy a tardar unos días.
— ¿No consultó con él?
— No. Siempre estuvo implícito. En el 2018 me ofreció ser su ministro, a destiempo de como lo imaginábamos, pero no hace falta hablar con él. Pero no lo nombres, a ver si me lo tengo que fumar con Boca.
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