El Gobierno enfrentará a partir de esta semana un nuevo desafío para avanzar en las profundas reformas que impulsa para la economía.
Será a partir del jueves cuando en el Congreso se comience a discutir el DNU 70 del presidente de Javier Milei que deroga y modifica decenas de leyes, Entre ellas, dos herramientas que en los últimos años fueron consideradas por el entonces oficialismo herramientas clave para combatir la inflación: la Ley de Abastecimiento y la Ley de Góndolas.
Ambos instrumentos fueron agitados, aunque nunca aplicados cabalmente durante los sucesivos gobiernos kirchneristas, partiendo desde el concepto de que la concentración económica de los productores de bienes, particularmente aquellos de consumo masivo, se encuentra en el origen de la inflación.
Al menos en términos discursivos, ése es uno de los argumentos centrales de la ahora oposición, que derivó durante sus años en el poder en controles de precios e, incluso, en el cepo cambiario.
Sin embargo, un dato concreto que destacó en los últimos días el economista Juan Manuel Telechea y que compartió el ex director del CEPA (un centro de estudios económicos creado bajo la órbita del Ministerio de Producción cuando Matías Kulfas estaba al frente), Daniel Schteingart, derriba ese mito: que la concentración económica genera inflación y provoca la fuga de divisas.
Error de diagnóstico en el ‘discurso económico de La Cámpora’
Entre sus varios argumentos, que apuntaron a destacar ese error de diagnóstico en el “discurso económico de La Cámpora”, el economista aportó una estadística clave elaborada por el Banco Mundial. “Al examinar el índice de concentración de los mercados (fuente Banco Mundial), de un total de 149 países para los que hay datos, Argentina ocupa el puesto 135″, sostuvo.
De hecho, agregó el economista, con una de las inflaciones más altas del mundo -en rigor, la más alta en diciembre y enero últimos, por encima del Líbano y Venezuela-, el país debería ser uno de los económicamente más concentrado. No es lo que indica el Banco Mundial, en el que países como Chile o Australia exhiben peores índices que la Argentina.
Eso no significa, sin embargo, que durante los últimos años, caracterizados por una altísima volatilidad y aceleración inflacionaria, las empresas no hayan aumentado de más. Por el contrario, una de las principales características de las crisis económicas es un aumento de las ganancias de las empresas. Especulación a los ojos de algunos, cobertura a los ojos de otros.
Países como Chile o Australia exhiben peores índices de concentración económica que la Argentina
En cualquier caso, el propio Fondo Monetario destacó el fenómeno en un informe post pandemia en el que focalizó en que la estrategía de precios de las compañías sumó varios puntos a la inflación.
La pregunta que planteó en ese momento, en un documento que fue viralizado por la ex vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner el año último, fue qué camino tomarían a partir de entonces: resignar rentabilidad en pos de ajustar los salarios de sus empleados o trasladar ese ajuste a precios.
Contrapunto
“¿Las empresas remarcan de más? Probablemente sea cierto para los últimos años: Faltan buenos estudios, pero al examinar la distribución del ingreso se observa que entre 2016 y 2022 la participación de las empresas aumentó 5 puntos, a costa de los trabajadores que resignaron 8″, afirmó Telechea, para quien el diagnóstico que primó hasta el año pasado para combatir la inflación confunde causas con consecuencias lo que llevó a aplicar una y otra vez medidas “que no funcionaron: el cepo (para evitar que “fuguen” dólares) y los controles de precios (para evitar que remarquen de más)”.
Sorpresivamente, la postura de Telechea recibió un comentario inesperado del funcionario especializado en cuestiones de distribución: “Argentina tiene una estructura de mercados relativamente poco concentrada, lo que cuestiona la teoría (bastante difundida en el sentido común, pero poco en las ciencias económicas) de que la inflación “es culpa de la concentración”, tras admitir que no conocía el índice elaborado por el Banco Mundial.
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