El domingo 19 de noviembre votaremos la segunda vuelta electoral para elegir la fórmula que será elegida Presidente y vicepresidente de la Nación, y gobernar Argentina los próximos cuatro años.
Nuestra Constitución nacional establece que en este ballotage deberán competir las dos fórmulas de candidatos que fueron más votadas en la primera vuelta, porque esta vez ninguna alcanzó la cantidad de voluntades establecidas en los porcentuales que fijan los artículos 97 y 98 de la Constitución nacional.
Expongo diez argumentos que explican la importancia de concurrir a votar en la segunda vuelta electoral.
1 – El sistema electoral presidencial argentino es un diseño de dos vueltas. Por esta regla de juego sabemos que, de no resultar electa una fórmula en primera vuelta, debemos votar en dos oportunidades. No asistir a votar en la segunda vuelta implica incumplir el modelo vigente desde 1994. Entonces, o cumplimos la Constitución yendo a votar las dos vueltas, o no la cumplimos. No existe intermedio.
2 – El sufragio en la República Argentina es obligatorio (artículo 37 de la Constitución nacional), y no votar acarrea una sanción (artículos 125 a 127 del Código Electoral nacional). La ley impone ir a votar.
3 – A 40 años de la recuperación de la democracia, debemos honrarla. Nuestros padres o abuelos de 1983, después de haber estado años sin poder elegir a sus gobernantes, no pondrían cara simpática si decidiéramos no ir a votar.
No asistir a votar en la segunda vuelta implica incumplir el modelo vigente desde 1994. Entonces, o cumplimos la Constitución yendo a votar las dos vueltas, o no la cumplimos. No existe intermedio.
4 – Más lejos en la historia, la primera elección general mediante el voto universal, secreto y obligatorio en Argentina fue en el año 1916, dispuesta por la ley 8871 de 1912. Antes de eso el voto era “cantado” y a punta de escopeta, según relatan las crónicas de la época. A casi 110 años pensemos en el esfuerzo de nuestros ancestros para lograr el voto libre.
5 – Si somos nietos de inmigrantes europeos por las guerras, sepamos que en Italia, España o Alemania, por ejemplo, la idea de poder votar a sus gobernantes en esa época era una ilusión bajo el fuego de las bombas y los autoritarismos fascistas. Hoy esos países eligen a sus gobernantes de la misma manera democrática que lo hacemos en Argentina. ¿Por qué nosotros vamos a renunciar a votar en un sistema ideado a doble vuelta?
6 – Con el voto elegiremos a quienes nos gobernarán en el próximo período presidencial. El resultado es simple: ganará la fórmula presidencial que más votos obtenga, y perderá la restante. Aclaremos lo que en estos días algunas voces confunden: no ir a votar no favorece ni afecta a ningún candidato. Sí perjudica al país, y a quien no se compromete yendo a votar, también.
7 – Si eventualmente hoy no nos convenciera ninguna de las dos fórmulas presidenciales de la contienda, tomémonos unos días para pensarlo. Sobra tiempo para reflexionar.
Con el voto elegiremos a quienes nos gobernarán en el próximo período presidencial. El resultado es simple: ganará la fórmula presidencial que más votos obtenga, y perderá la restante
8 – Una mayor participación de ciudadanos en las urnas –y cada voto cuenta– legitimará políticamente al próximo gobierno. En 1983 asistieron a votar 85,6% de los ciudadanos habilitados. Si bien en ninguna elección general argentina votó menos del 70% –excepto en las PASO de 2021 como consecuencia de la pandemia COVID19–, más participación contribuirá a asignar mayores responsabilidades a quienes ejerzan el cargo. En la primera vuelta electoral votó alrededor del 77% padrón. Demostremos que aspiramos a un mejor país yendo masivamente a votar, y que luego seguiremos muy de cerca este deseo.
9 – La decisión que tomemos mediante el voto condicionará la libertad, salud, educación y seguridad que queremos tener los próximos cuatro años. Esto es demasiado importante para dejar de participar con el voto.
10 – En 1983 la democracia electoral llegó para quedarse. Para siempre. Con ella, también nuestras libertades y derechos. Contribuyamos para que así continúe.
Vayamos a votar al balotaje.
El autor es abogado, doctor en derecho y catedrático (UBA)
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