El sistema de transporte público de pasajeros está lejos del equilibrio. Las empresas demandan constantemente por mayores actualizaciones tarifarias y mejores repartos de subsidios. Lo cierto, más allá de los reclamos, es que en el último año se han producido algunos resultados que dan cuenta de los desajustes.
Según datos publicados por el Banco Central (BCRA), en octubre de este año se realizaron 417,6 millones de viajes mediante la tarjeta SUBE en toto el país, lo que representó un crecimiento del 4,9% en comparación al mismo mes del año pasado, cuando se registraron 398,5 millones de viajes.
Sin embargo, las empresas de transporte público facturaron un 6,6% menos en términos reales. De acuerdo a las estadísticas presentadas por la autoridad monetaria, las transacciones con SUBE totalizaron un monto de $18,3 mil millones durante el mes pasado, mientras que en igual mes de 2022 registraron una facturación por $8,2 mil millones. Si bien hubo una diferencia nominal de 123%, el crecimiento de la recaudación fue inferior a la inflación registrada en ese período, que fue de 142,7%, según el Indec.
En el décimo mes del 2023 se hicieron 19,1 millones de viajes más con SUBE que en el mismo mes del año pasado, pero en total, los argentinos pagaron 6,6% menos.
Para Rafael Skiadaressis, economista especialista en energía y transporte, el desequilibrio en los resultados se debe al retraso de la actualización tarifaria de la zona más poblada del país. “El grueso de los usos SUBE corresponden al Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), tarifa cuya actualización corresponde a Nación para las líneas con recorrido en CABA y entre CABA y la Provincia de Buenos Aires. La tarifa estaba congelada desde el año 2019 y recién se dio un incremento del 40% en agosto de 2022″, recordó el especialista.
“Durante 2023 se implementó un esquema de subas escalonadas, actualizables desde marzo por IPC, pero el sistema fue suspendido en septiembre, mes en el cual se aceleró la dinámica inflacionaria”, continuó el economista.
Para Skiadaressis, ese escenario explica que, pese al aumento de la cantidad de pasajeros, la recaudación haya caído en términos reales. “Aunque algunas ciudades del interior hicieron ajustes a otro ritmo, lo que más pesa es lo que ocurre en el AMBA, donde está la mayor cantidad de pasajeros”, apuntó.
Subas por debajo del IPC
Como explicó el economista, los ajustes tarifarios del AMBA tuvieron ajustes por debajo de la inflación general, lo que explica por qué la facturación del sistema de transporte cayó, pese al incremento de la cantidad de viajes pagados con SUBE.
Para ponerlo en números, vale recordar que en noviembre de 2022 los habitantes del Área Metropolitana de Buenos Aires pagaban $25,25 por viajes de hasta 3 kilómetros y hoy abonan $52,96, es decir 109,7% más en términos nominales. Considerando que la inflación del período es superior al 142,7% (IPC interanual a octubre), se entiende que el valor del boleto mínimo se abarató en términos reales.
Por supuesto, la misma situación se da en los tramos de mayor costo. Por el viaje de entre 12 y 27 kilómetros, por ejemplo, se pagaban $30,80 en noviembre del año pasado y se abonan $68,09 en la actualidad (121% más).
En este marco, se debe recordar que el sistema de transporte público demanda de una inyección de dinero permanente por parte del Estado nacional. Sólo durante el primer semestre de este año se destinaron $188.000 millones al subsidio de los pasajes, pero hay algunas regiones del país que reciben mucho más que otras. Sin ir más lejos, mientras el AMBA recibió en el primer semestre del año un subsidio en torno a 48 mil pesos por habitante, la asignación para el resto de la provincia de Buenos Aires fue de $133 per cápita.
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