Más allá de la discusión sobre si hay o no atraso cambiario en la Argentina (el presidente Javier Milei lo niega), luego de varios meses de un tipo de cambio oficial que se devaluó al 2% mensual y una inflación que viene corriendo mucho más rápido, lo que sí está claro es que hay muchos bienes, entre ellos los alimentos, que están muchos más caros en dólares que lo que cuestan en otros países de la región e, incluso, del mundo. Fue a partir de estas comparaciones, de hecho, que la Secretaría de Comercio tomó medidas recientes para agilizar las importaciones y forzar una reducción de precios, no sólo en alimentos sino también en electrodomésticos, en donde, por ejemplo, rebajó aranceles en algunos artículos.
Pero no sólo el Gobierno está analizando cómo está parada la Argentina en términos de precios respecto del resto del mundo. Un estudio realizado por la consultora Analytica, al que accedió Infobae en exclusiva, revela que al comparar el costo de una canasta de consumo en seis importantes ciudades del mundo, la de la Buenos Aires es la segunda más cara, después de la de Montevideo, Uruguay. Pero el dato más preocupante es que adquirir todos esos productos que la componen se lleva el 36,4% del salario mínimo, que hoy asciende a USD 239 y que se ubica último en la lista.
Las ciudades elegidas para realizar la comparación local fueron Nueva York (Estados Unidos), Madrid (España), Montevideo (Uruguay), Santiago (Chile) y San Pablo (Brasil). Y la canasta está compuesta por costilla de cerdo (kg), 1 docena de huevos blancos, queso philadelphia (kg), leche (litro); manteca (kg), pan lactal (kg), galletitas Oreo (kg), Coca Cola (litro), lavandina (litro), shampoo (litro) y pasta de dientes (90 gramos). Según el informe, la conclusión fue que el costo de adquirir estos once productos tenía, al momento de tomar la muestra –mediados de mayo– un costo de USD 87, medido al tipo de cambio oficial. Este valor equivale al 36,4% de un salario mínimo, que en la Argentina hoy alcanza los 239 dólares.
Uruguay se ubica por encima, ya que el costo de esa misma canasta sube a USD 105, pero la diferencia es que ese valor representa el 18,2% del salario mínimo en Uruguay. El tercer país más caro en dólares, de los analizados, es Chile, que registra un valor de la canasta de USD 81 (representa el 15,4% del salario) y luego le sigue Nueva York, en los Estados Unidos, donde el costo de estos once productos es de USD 75, pero el dato contundente aquí es que ese valor es apenas el 2,8% de un salario mínimo norteamericano.
En Madrid, España, el costo del grupo de alimentos es de USD 66, que representa el 5,4% del ingreso básico.
De los elegidos por la consultora, la ciudad más barata en dólares para comprar esos productos es San Pablo, en Brasil, donde cuesta USD 61. Sin embargo, ese dinero representa el 22% del salario mínimo, que en el vecino país es de 276 dólares.
El informe realizado por Analytica se titula “Atraso o no atraso, ésa es la cuestión” y se enfoca en analizar si existe o no un proceso de atraso cambiario en marcha, luego de que el presidente Milei lo negara enfáticamente y aprovechara su última presentación en el Cicyp, ante empresarios, para acusar de “chantas” a los economistas y consultoras que sostienen esa idea.
Según la consultora que dirige Ricardo Delgado, a partir de un análisis del tipo de cambio real en perspectiva histórica y de la situación cambiaria en relación con el consumo, la producción y el turismo, se detectó que no todos los casos muestran señales claras de apreciación.
“Desde el punto de vista histórico y de la producción, los niveles cambiarios actuales no lucen apreciados, en particular para una economía con cepo cambiario. Sin embargo, en lo que respecta a una canasta de bienes de consumo básicos, el retraso luce significativo. En tanto, aún no hay datos que permitan ser concluyentes respecto al turismo”, destaca el informe. Consultado respecto del encarecimiento de los alimentos, el economista de la firma Claudio Caprarulo señaló que si se pone el ojo desde 2023, hasta agosto de ese año los precios de los alimentos y bebidas crecían levemente por encima del dólar oficial, pero luego esa tendencia se amplificó y recién se cortó con el shock devaluatorio de diciembre, para finalmente retornar desde febrero.
“Esa simple diferencia da cuenta del encarecimiento en dólares de la canasta básica para una familia. Pero el problema es aun más grave cuando comparamos el costo en dólares de una canasta representativa respecto a una ciudad que deberían ser más caras, como Nueva York o Madrid. La solución no es un nuevo shock cambiario, sino que en el corto plazo son necesarias medidas microeconómicas e incentivar la recomposición de los salarios mientras se estabiliza la economía y se restablecen los precios relativos”, explicó Caprarulo.
Los sectores que más perdieron poder adquisitivo fueron los informales, los registrados no asalariados y los trabajadores del sector público. Pero también lo hicieron quienes trabajan en el sector privado formal, que según datos del SIPA perdieron 15% de salario real entre diciembre del 2023 y diciembre del año anterior. El año cerró con esa caída producto de la fuerte devaluación, que comenzó a recuperarse en los primeros meses de este año pero muy tibiamente (en el primer trimestre, el alza fue de 1,8%).
Relevamientos oficiales
El Gobierno también sigue de cerca los precios de los bienes y la comparación con los principales países de la región, Estados Unidos y España. La rebaja de los aranceles para la importación de heladeras y lavarropas al 20% (estaban en 35%) fue decidida a partir de relevar la enorme diferencia que existía entre el valor de esos productos en el exterior y en la Argentina. Aún así, y de acuerdo con las mediciones oficiales de mayo -se realizan mensualmente-, en lo que respecta a los ítems de electrónica todavía los precios locales son los más caros en comparación con los otros países.
En el caso de la heladera, bajó fuerte el precio en mayo respecto de la medición de abril –por la rebaja arancelaria– y la necesidad de reducir valores ante la fuerte caída de las ventas. Se tomó como parámetro una heladera marca coreana, que bajó de $2 millones a $1,6 millones, pero aún así sigue siendo más cara que el $1,3 millón que cuesta en Montevideo (se hace la conversión al tipo de cambio oficial más impuesto PAIS); y que el $1 millón que vale en San Pablo. Mucho más todavía si se observan los precios de esa misma heladera en Madrid y en Santiago, Chile, donde cuestan $811.000 y $691.000, respectivamente, informaron fuentes cercanas al Gobierno.
Otro producto que dio que hablar y cuya comparación internacional fue motivo de un impulso oficial a los supermercados a importar otras marcas fue el del pan lactal. En este caso, el Gobierno observó las diferencias de valor entre un paquete de pan marca Bimbo de 550 gramos en la Argentina y el mismo producto en otros países. Y observó que el precio local era mucho más caro en dólares que los del exterior. En mayo, el relevamiento detectó que sigue siendo más costoso comprarlo en Buenos Aires ($4.512) que en Montevideo ($3.766), Santiago ($3.050), Madrid ($2.166), Nueva York ($1.998) y San Pablo ($1.776).
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