CAMBRIDGE, Inglaterra — Un sábado por la mañana hace poco, mientras guiaba un recorrido por el Museo Polar de la Universidad de Cambridge, Dan Vo señaló un huevo blanco y pulido de pingüino que fue encontrado en la Antártida a principios del siglo XX. Fue recolectado durante una expedición en la que iba George Murray Levick, autor de un ensayo poco conocido que fue publicado en 1915: The Sexual Habits of the Adélie Penguin (Las costumbres sexuales de los pingüinos adelia).
"Observó cosas que le parecían tan escandalosas que cuando escribió sobre ellas en su diario, lo hizo en griego", dijo Vo. En particular, añadió, lo que escandalizó al explorador fue que vio dos pingüinos macho "haciéndolo".
Era el primer recorrido titulado "El espectro entre los binarios: LGBTQ+", ofrecido por Vo en el Museo Polar y el cual es parte de un movimiento creciente en los museos británicos cuya finalidad es mostrar colecciones desde un nuevo punto de vista y compartir historias que en gran medida nunca se han contado o están ocultas entre los artefactos.
La serie de Cambridge sobre ir más allá de lo binario pretende "explorar el espectro de identidades que existen a través del tiempo, el espacio y la cultura", según describe el sitio web de la universidad: "Desde encuentros entre pingüinos del mismo sexo hasta erotismo en el Viejo Mundo". Durante el año se presentarán eventos y recorridos similares en otras instalaciones de Cambridge, como el Museo de Zoología y el Museo Fitzwilliam, que están cerca de ahí.
Vo, de 35 años y quien trabaja en una empresa de medios, se ha convertido en una figura destacada en el mundo de los recorridos museísticos alternativos en el Reino Unido. En 2015, ofreció dar, como voluntario, un recorrido para explorar la identidad sexual y de género a través de las colecciones del Museo de Victoria y Alberto, especializado en diseño y ubicado en Londres; tuvo tanto éxito que ahora Vo es supervisor de un galardonado recorrido mensual.
Después vinieron otros eventos, que incluyeron a las ciudades británicas de Birmingham, Mánchester y Brighton. El Museo Británico en Londres tiene planes de ofrecer sus propios recorridos enfocada en el aspecto LGBT a partir de mediados del año.
La Universidad de Cambridge le pidió ayuda a Vo para desarrollar recorridos en sus museos después de ver una publicación suya en Twitter sobre ciertos artefactos que había notado en sus viajes. (Vo suele publicar sus hallazgos en Twitter con las etiquetas #QueerVAM (en referencia al Victoria y Alberto) y #QueerMuseum; ha destacado artefactos que van desde una estatua de Lucifer con rasgos sexuales no binarios hasta uno de los zapatos de Elizabeth Taylor).
Su recorrido en el Museo Polar incluye detalles sobre figuras talladas en dientes de ballena —una práctica que servía de distracción para los balleneros a fin de que no tuvieran sexo entre ellos, explicó Vo— y artículos de comunidades indígenas que mostraban la fluidez de los roles de género en algunas poblaciones árticas.
Este tipo de recorridos son importantes para el futuro de los museos, comentó Vo en una entrevista. "Los vuelve relevantes y las personas quieren verse reflejadas en las colecciones", afirmó.
Alistair Brown, responsable de políticas en la Asociación de Museos, una organización para los profesionistas que trabajan en museos, galerías y sitios considerados parte del patrimonio del país, coincide con esa opinión. "Cada vez más museos están buscando maneras radicales de revalorizar sus colecciones", dijo en una entrevista telefónica. "Ya sea que inviten nuevas voces críticas y diversas al museo o por lo menos acepten su presencia si las voces llegan sin que las soliciten".
La tendencia se da tras muchos años de investigación realizada por los museos acerca del origen de los artículos en sus colecciones, así como de las décadas de lucha que han sostenido los grupos minoritarios con el fin de ser escuchados, agregó Brown.
Una de las series más destacadas que muestran colecciones museísticas desde una nueva perspectiva es la dirigida por Alice Procter, una historiadora de arte, de 23 años, que estudia la maestría en el University College de Londres. Sus recorridos, llamados Arte incómodo y que se realizan sin afiliación a los museos respectivos, se enfocan en cómo el imperialismo y el colonialismo formaron las colecciones de algunas de las instituciones culturales más importantes del Reino Unido, entre ellas el Museo Británico y la National Portrait Gallery (la galería nacional de retratos).
Por ejemplo, Procter habla sobre cómo se obtenían artículos en la época colonial y cómo se utilizaban las pinturas para moldear la identidad nacional del Reino Unido, que se retrataba a sí mismo como una sociedad superior y benevolente. Después de sus recorridos, Procter reparte insignias que dicen: "Exhíbelo como si lo hubieras robado", también vende tarjetas postales dirigidas a la "Querida galería de arte" para que cada quien ponga una palomita y comentario cuando considere que las etiquetas de las obras en muestra incluyan detalles racistas, sexistas o "completamente incomprensibles", entre otras opciones.
"Cada vez más museos están buscando maneras radicales de revalorizar sus colecciones, ya sea que inviten nuevas voces críticas y diversas al museo o por lo menos acepten su presencia si las voces llegan sin que las soliciten".
No todos están contentos con las críticas de Procter. En parte como respuesta a los argumentos que ella postula, el Museo Británico empezó a hacer una serie de conversatorios y recorridos cortos para hablar sobre el proceso de adquisición de los artículos de su colección. En abril de 2018, el tabloide británico The Daily Mail escribió que Procter estaba "usando recorridos con entradas agotadas solamente para etiquetar como 'supremacista blanco' a Lord Nelson", comandante naval considerado héroe británico, "y para tachar a la reina Victoria de 'ladrona'". La historiadora de inmediato empezó a recibir amenazas.
"Siempre habrá respuestas negativas ante trabajos como este", dijo Procter por teléfono. "Pero si la gente responde de esta manera, significa que toqué una fibra sensible, y eso implica que es relevante e importante".
Procter empezó a ofrecer sus recorridos en 2017, en parte inspirada por sus experiencias como estudiante de historia del arte. "Las personas a mi alrededor querían hablar sobre las hermosas pinturas y sus temas, y yo siempre regresaba al aspecto oscuro y desagradable", admitió. "Se sentía como que se estaba omitiendo una conversación sobre la historia colonial de este país". Otros han seguido sus pasos, incluso en Cambridge, donde tres investigadores de doctorado están organizando recorridos de "Historias jamás contadas" en el Museo de Arqueología y Antropología.
Es probable que aumente la demanda de visitas a museos con un punto de vista distinto sobre la historia debido al reciente interés político en la restitución: la devolución de objetos disputados a los países de donde fueron extraídos. En noviembre, un informe encargado por el presidente de Francia, Emmanuel Macron, hizo un llamado para que se devolvieran a sus países de origen las piezas pertenecientes al patrimonio cultural africano que se encontraban en museos franceses.
Una noche reciente de viernes en el Museo Británico, Procter guio a un grupo que incluía a una pareja de Afganistán que estaba en una cita, tres amigos que celebraban un cumpleaños y un conjunto de académicos. "Esta es una institución fundamentada en la exclusión de personas con base en la clase social, el género y la raza", anunció al principio, antes de hablar sobre algunos de los artículos más famosos de la colección: Hoa Hakananai'a, una estatua que Chile ha pedido de regreso para la isla de Pascua, y los Mármoles de Elgin, tomados de Grecia y objeto de una disputa que ha durado décadas.
Procter también habló sobre las piezas por las que el museo había pagado. "Este es un ejemplo en el que sí tenemos un recibo", dijo Procter, al señalar un tótem elaborado por el pueblo haida en lo que ahora conocemos como Canadá. "Pero hay un contexto muy profundo en torno a eso".
Indicó que el imperialismo británico cambió el estilo de vida del pueblo haida y los dejó tan necesitados de dinero que tuvieron que vender estos artículos. "Hay tanta coerción detrás de esta venta", sentenció.
Además, Procter explicó que se supone que se debe dejar que los tótems se degraden naturalmente. "Esto no debería estar aquí".
La mayoría de la gente en el recorrido asintió con la cabeza.
* Copyright: 2019 The New York Times News Service
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