Se aproximan las elecciones generales para el próximo presidente de la Nación y los principales candidatos no abren sus propuestas para estabilizar la economía y volver a crecer, más allá de enunciados generales en lo que parece difícil no estar de acuerdo, excepto cuando se plantean iniciativas de cambio de régimen monetario, porque ahí, las aguas se muestran claramente divididas entre los que proponen seguir como hasta ahora, ir a un sistema bimonetario no sólo para el ahorro sino fundamentalmente para las transacciones, o acudir a la dolarización, como tienen menos de una decena de países.
De ahí que Infobae entrevistó a Adrián Ravier, doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, tras recibirse Licenciado en la Universidad de Buenos Aires, por su especialización en teoría monetaria, el estudio de los ciclos económicos, las finanzas públicas y la historia del pensamiento económico, temas sobre los que ya ha publicado más de una decena de libros. Actualmente, ejerce la docencia de fundamentos de economía en la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas de la Universidad Nacional de La Pampa, y Macroeconomía en la Licenciatura en Economía de Ucema; en posgrado, enseña, entre otras materias teoría monetaria y ciclos económicos en el programa Master en Economía de UFM (Universidad Francisco Marroquín, Guatemala) y OMMA (escuela de negocios, asociada a la Universidad de las Hespérides, Madrid).
— Desde el centro del país ¿Cómo ve la economía argentina?
— Veo una Argentina en crisis. Una más que seguramente explica mi preocupación personal por el estudio de los ciclos económicos, tema al que le dediqué mis tesis de grado, posgrado y doctorado. Veo una Argentina desequilibrada en el frente fiscal, monetario y cambiario, con desafíos múltiples para poder ordenar la macroeconomía. Veo altos costos sociales explicados por el inadecuado marco de reglas, por la falta de mercados e incentivos, lo que deja altos costos sociales en la población.
— ¿Cuáles son sus principales preocupaciones por el estado de la macroeconomía y los indicadores socioeconómicos?
— En el plano fiscal me preocupa el déficit presupuestario crónico que Argentina arrastra desde hace décadas, y financiado con emisión, lo que provoca alta inflación; o con deuda, lo que conduce a crisis cambiarias y devaluaciones. Esto puede decirse que lleva a un consenso entre economistas a trabajar en favor de un equilibrio fiscal. Pero en el caso argentino, el desafío es mayor. Argentina no sólo necesita un equilibrio fiscal con los 170 impuestos existentes, sino alcanzar el balance con apenas 10, como tienen otros países.
“Argentina no sólo necesita un equilibrio fiscal con los 170 impuestos existentes, sino alcanzar el balance con apenas 10, como tienen otros países”
El problema está claro y hay solución. Dado que apenas 11 impuestos explican el 90% de la recaudación, Argentina puede avanzar en la eliminación de 160 impuestos, resolver así el laberinto fiscal y reducir la presión tributaria, lo que puede permitir a base de mayor actividad económica, incrementar la base imponible, y con esos 11 impuestos mantener el nivel de recaudación actual.
Mejor aún, si además se termina con el sistema de coparticipación federal de impuestos que crea incentivos perversos y se les devuelve a las provincias sus potestades tributarias. Hay propuestas muy sólidas en esta materia, como la de Jorge Ávila en Ucema o Manuel Solanet de la Fundación Libertad y Progreso.
La propuesta consiste en repartir estos 11 impuestos existentes que más recaudan entre Nación y Provincias de tal manera que mantengan su recaudación actual. Por ejemplo, se le deja a Nación la recaudación Ganancias de empresas y a las provincias el de Ganancias personales, o se divide el impuesto al consumo en un IVA nacional y un IVA provincial, los que sirven para mantener los ingresos tributarios presentes.
Recuperada la correspondencia fiscal, si a partir de esa situación algún estado provincial quiere modificar las alícuotas, o eliminar o crear un impuesto lo podrá hacer, pero la competencia horizontal entre provincias conduciría a las mismas a tener que bajar impuestos si quisieran recibir capital en forma de inversión y con ello más actividad y empleo. Como dice Charles Mills Tiebout, el “voto con los pies” de los habitantes que se mudarán de una provincia a otra, generará una presión social para que las provincias busquen la relación adecuada de servicios públicos y carga tributaria que mejor satisface a sus residentes.
La propuesta contempla incluso que haya provincias que con correspondencia fiscal queden desequilibradas, pero esto puede compensarse con un impuesto a los combustibles que mantenga la situación actual, además de brindarle a la propia provincia potestades tributarias y de política económica para que encuentre una solución por sí misma.
Luego, si se combina esto con un presupuesto base cero, con menos ministerios, secretarías y dependencias del Estado, puede permitir llegar a un equilibrio fiscal que sea base de la nueva política económica. Claro que no es una tarea fácil, pero como siempre dice Santiago Kovadloff, la tarea luce “imposible, pero es imprescindible”.
— Los economistas argentinos y extranjeros que analizaron las recurrentes crisis inflacionarias y de crecimiento del país tienen posturas muy opuestas sobre si la Argentina necesita cambiar a un régimen bimonetario o a la dolarización, antes de entrar en sus fundamentos a favor de la última ¿Por qué cree que se generan semejantes brechas que parece exceder las posiciones ideológicas o políticas de los profesionales?
— Siempre hay que empezar desde un buen diagnóstico, y pienso que el punto inicial del análisis económico de la Argentina debe ser a partir del bimonetarismo. El brasileño piensa en reales y eso es clave en su política monetaria. El chileno piensa en pesos chilenos. El argentino no piensa en pesos. El kirchnerismo intentó durante 20 años que la gente se maneje en pesos y colocó todo tipo de restricciones a las operaciones en dólares, pero justamente por ello se crearon mercados paralelos para la compra-venta de divisas. No veo posibilidades de que el argentino un día abandone la demanda de dólares y elija el peso.
Aun si llegara ahora un gobierno más responsable, y tuviera éxito con un programa de estabilización, ¿Qué impediría que en 4 años llegue un nuevo populismo a monetizar sus programas de gasto? La Argentina necesita un conjunto de reformas irreversibles, que den orden macroeconómico hoy, y que sea muy difícil de romper en los años que siguen. La inflación no es alta hoy por un problema coyuntural del que es responsable Alberto Fernández o Sergio Massa. Argentina arrastra una inflación promedio anual de más del 50 % desde la creación del BCRA, y han convivido con alta inflación gobiernos militares, radicales, justicialistas y también Cambiemos. El problema es estructural y la causa está en la autoridad monetaria.
“Aun si llegara ahora un gobierno más responsable, y tuviera éxito con un programa de estabilización, ¿Qué impediría que en 4 años llegue un nuevo populismo a monetizar sus programas de gasto?”
Dicho eso, los argentinos se han dolarizado de forma espontánea. Es un dato que se publica en medios que los argentinos disponen de USD 200.000 millones en billetes. Podríamos agregar aquí a aquellas empresas que acumulan stock, o inversores que compran activos financieros dolarizados, y también personas que compran terrenos o inmuebles. Todos huyen del peso. Si todos los pasivos del BCRA se pudieran convertir con USD 40.000 millones, entonces la tasa de dolarización espontánea es altísima. Estamos a un paso de la dolarización total de la economía.
— ¿Por qué no hay consenso entre economistas?
— Hay múltiples respuestas. Voy a ensayar una. Porque el economista se forma sólo como economista. Falta interdisciplina. El plan de estudios del economista no incluye filosofía, cultura, ética, derecho y ciencia política, y lo poco que se enseña de historia no es suficiente. Los motivos que nos llevan a argumentar en favor de la dolarización están basados en elementos no económicos. No es ético contrariar la voluntad de 45 millones de argentinos que ya han optado mayoritariamente por abandonar el peso. No es correcto contrariar una cultura cosmopolita del argentino, contraria al nacionalismo que desde las escuelas se pretende imponer.
Me sorprende la gente que confunde la moneda con la bandera. ¿Acaso España es menos nacionalista desde que perdió la peseta? El premio Nobel en Economía Friedrich Hayek planteó sus críticas al nacionalismo monetario desde 1937, y en 1973 propuso la desnacionalización del dinero y la competencia de monedas, solicitando la eliminación del curso forzoso. El tema es legal, también ajeno a la formación del economista. Tampoco entra en el plan de estudios del economista la ciencia política. James Buchanan nos alertó sobre la manera en que funciona la política en la práctica. ¿Realmente alguien puede pensar que un día el gobierno argentino se preocupará por el bien común y dejará que el BCRA sea independiente?
— Unos economistas, también estudiosos de la política monetaria global y en particular de la Argentina, consideran que hay “obstáculos prácticamente insalvables para la adopción de la dolarización” y consideran recomendable la convivencia de monedas ¿Qué diferencias advierte entre una y otra postura?
— Escucho a los críticos de la dolarización, y veo que están poco informados sobre los antecedentes en la materia. No llego a comprender cómo creen que Argentina aplicó la Ley de Convertibilidad en 1991, sin dólares en reservas, más allá de las lógicas diferencias con la actual propuesta. Tampoco veo que conozcan el caso ecuatoriano, donde no había dólares en reservas y de todos modos se completó el proceso. Entiendo que puedan objetar si la reforma es deseable, pero no logro entender por qué plantean que no es viable.
Por otro lado, ¿Qué es lo que están proponiendo los críticos? ¿Realmente piensan que se pueden absorber gradualmente los pasivos del BCRA monetizando esa bola de nieve que son las Leliq y los pases? ¿Cuánta inflación seguirá sufriendo el argentino en los próximos años si pretendemos que el circulante se multiplique al menos por tres en los próximos cuatro años? La consecuencia lógica es que pasarán los cuatro años y la tasa de inflación de mínima continuará en los niveles actuales, impidiendo avanzar en todas las otras reformas urgentes que necesita la Argentina.
— El plan Emilio Ocampo – Nicolás Cachanosky, entre varias propuestas que se están considerando como posibles, plantea sustituir la deuda existente del gobierno con el BCRA por un colateral de fondos de alto riesgo, y por tanto no lo consideran nueva deuda ¿No luce peligrosa esa propuesta, dada la experiencia con los holdouts durante una década, cuando compraron deuda a 20 y 30 dólares y luego entablaron pleitos para cobrar más del 100% de su valor nominal?
— Hasta donde puedo entender el plan de Ocampo-Cachanosky está muy bien fundamentado. Separa la conversión de: 1) los depósitos, 2) el circulante y 3) las Leliq y otros pasivos del BCRA, como paso previo a cerrar la autoridad monetaria. 1 y 2 se pueden dolarizar con asientos contables, y disponiendo los bancos de un mínimo de encajes para responder a la demanda de dólares.
Para que la dolarización se haga temprano dentro de un nuevo gobierno, por una cantidad de meses, el peso puede coexistir con el dólar a un tipo de cambio fijo, tomando como referencia el dólar blue o MEP (personalmente prefiero este último). Si la gente desea retirar dinero de sus cuentas, el banco podrá dar dólares (si cuenta con los debidos encajes), o bien podrá entregar pesos, mientras dure el plazo de conversión. A medida que la gente pague sus impuestos en pesos (que es lo que se espera), el gobierno nuevamente dolarizará ese dinero cuando convierta el gasto en transferencias concretas a las cuentas de los beneficiarios.
“Para que la dolarización se haga temprano dentro de un nuevo gobierno, por una cantidad de meses, el peso puede coexistir con el dólar a un tipo de cambio fijo”
La experiencia muestra que las economías dolarizadas a los pocos meses empiezan a incrementar los depósitos en dólares, y hay razones para ser optimistas con Argentina, considerando el bajo nivel de bancarización del que hoy dispone el sistema.
La baja en la inflación también empieza inmediatamente, porque si bien coexisten pesos y dólares a un tipo de cambio fijo, no se puede ampliar el circulante. En 12 a 18 meses, que es el rezago de la política monetaria que se practica hasta el 10 de diciembre, la Argentina podría alcanzar un dígito de inflación.
El aspecto más complejo y sensible de la propuesta es cómo resolver el punto 3, es decir las Leliq y los otros pasivos, pero este es un problema con y sin dolarización. De lo que se trata es de evitar un default, un nuevo plan Bonex (conversión compulsiva de depósitos a 30 días en títulos a 10 años de plazo) o una hiperinflación.
La propuesta entonces consiste en reconocer que estos pasivos del BCRA tienen como respaldo una serie de activos compuestos mayormente por Bonos intransferibles y adelantos del Tesoro, que representan deuda del Tesoro con la autoridad monetaria. La idea es que el Tesoro se haga cargo de esa deuda y la sustituya con nuevos bonos, ahora transferibles, que serán depositados en el FEM (Fondo de Estabilización Macroeconómica), junto a otros activos argentinos -lo que requiere de un aval del Congreso-, garantizando que el destino de estos sea la generación de divisas para la cancelación de las Leliq.
Dado que se cierra el BCRA, el FEM sería como un prestamista de última instancia que reemplazará las Leliq en pesos que hoy poseen los bancos comerciales, con nuevas Letras en dólares, en forma de comercial papers (papeles comerciales).
Estos papeles comerciales eventualmente serán reemplazados por los dólares que genera el FEM, los que provienen de los ingresos que generan los activos allí depositados. Ocampo y Cachanosky han dado ejemplos de estos activos como una parte de los derechos de exportación, los activos que posee Anses, una parte de las exportaciones de YPF, y especialmente los nuevos bonos que emitió el Tesoro.
Dado que el Tesoro iniciará este proceso muy comprometido, se podría estimar un flujo de pagos que contemple uno o dos años de gracia. El punto es que es el Tesoro el que tendrá que generar el ahorro fiscal para pagarlos, lo que requiere que las medidas fiscales que mencionamos al inicio sean efectivas e inmediatas también. Lo que estamos diciendo aquí es que el Tesoro tendrá que trabajar con el ente dolarizador para coordinar la consistencia de la propuesta y que los números cierren.
Los bancos entonces tendrán en sus activos, estos papeles comerciales. Podrán venderlos en el mercado global con un descuento, quizás del 10%, de acuerdo con el riesgo que represente esta nueva Argentina que intentamos construir. Si las reformas integrales generan confianza, entonces el descuento será bajo.
La venta de esos papeles comerciales son los que poco a poco irán dolarizando los activos de los bancos, los que a su turno irán respondiendo a la necesaria conversión de los pesos del sistema.
Volviendo ahora sí, a responder directamente a la pregunta, no está claro que los bancos necesiten vender todos los papeles comerciales dolarizados el primer día, y que por ello tengan que buscar un financiamiento tan grande. Incluso podrían ofrecer tasas de interés atractivas para captar plazos fijos en dólares, y quizás la gente mantiene sus depósitos.
" Lo que se sugiere es que no se necesitan los 35 a 40 mil millones de dólares desde el inicio para dolarizar”
Pero si aun trabajáramos la hipótesis de un retiro masivo de depósitos de los bancos, éstos pueden vender los papeles comerciales con un descuento. En este caso, Ocampo y Cachanosky no piensan que sea correcto tomar el riesgo argentino actual de septiembre de 2023 con Massa administrando la política económica, para calcular los descuentos de los nuevos bonos que van a operar dentro del FEM en jurisdicción extranjera. Si tomamos la experiencia del gobierno de Mauricio Macri, por ejemplo, sin hacer ninguna reforma, ya el riesgo país era bastante más bajo.
— ¿Es cierto que se propone dolarizar “sin dólares”?
— De ninguna manera. En todo caso, lo que se sugiere es que no se necesitan los 35 a 40 mil millones de dólares desde el inicio para dolarizar. De los tres componentes, alcanzaría con cubrir los encajes para depósitos y circulante, y luego -en lo que refiere a las Leliq y otros pasivos remunerativos del BCRA- la venta de los papeles comerciales deberá concretarse a medida que el público vaya retirando los saldos, y los bancos necesiten esas divisas. El equipo dolarizador deberá trabajar en estos meses en conseguir acuerdos financieros que adelanten interés y garantías en la compra de esos papeles comerciales cuando sea necesario.
— ¿Cuáles son los aspectos discutibles de lo propuesto?
— Que los críticos descreen que el nuevo gobierno pueda generar la confianza necesaria. En esto debemos ser muy claros. El condicionante del éxito de la propuesta de Ocampo y Cachanosky es que el nuevo gobierno logre dar señales claras de una reforma estructural e integral en los distintos frentes comentados.
— ¿Es para preocuparse por el volumen de dólares que se requiere del sistema financiero?
— En el mercado global estas divisas no son significativas, y el potencial de Argentina una vez que se logre quitar las cadenas del populismo, resulta una inversión muy atractiva.
— La experiencia de los países europeos que eligieron una moneda común y renunciaron a sus soberanías monetarias, lo hicieron luego de un largo período de adaptación y convergencia macroeconómica y de la productividad de los factores. ¿Si Argentina quiere ir hacia la dolarización, no debiera repetir esa experiencia y converger a la situación macroeconómica de los EEUU?
— Es una muy buena pregunta. Muchos toman a Ecuador y El Salvador para hablar de dolarización, y olvidan el caso europeo. La zona euro nos puede enseñar mucho sobre las ventajas de la dolarización. Jorge Ávila lo transmite con claridad. Importar una moneda como el dólar, lo mismo que abrir la economía e integrarse con bloques económicas que contienen potencias como el grupo de los 8, te permite importar instituciones, esto es, te obliga a hacer reformas de mercado para competir en otra liga. Si la Argentina se introduce en esta mega-reforma de mercado, tendrá que hacer esfuerzos integrales en todos los campos, fiscal, monetario y cambiario, pero también en el frente laboral y en buscar la apertura económica. Habrá que hacer esfuerzos también en eliminar la burocracia y reducir la corrupción.
España lo hizo. Terminó con la inflación y las devaluaciones, al mismo tiempo que pudo limitar su gasto y su deuda. Esto le permitió en pocos años experimentar un crecimiento milagroso. El tratado de Maastricht es un ejemplo de lo que Argentina debe hacer en su política económica para que esta reforma tenga éxito.
“Muchos toman a Ecuador y El Salvador para hablar de dolarización, y olvidan el caso europeo. La zona euro nos puede enseñar mucho”
La pregunta es si esta reforma se hace a modo de shock, o en forma gradual. Argentina no tiene ese tiempo. La actual tasa de inflación, las necesidades insatisfechas apremiantes, e incluso la coyuntura tan crítica, nos obligan a aplicar reformas en todos los frentes de forma integral e inmediata. La ventaja actual -quizás es lamentable decirlo- es que los salarios reales ya están deprimidos. Argentina ya asumió los costos de la dolarización, y lo que resta es recibir los beneficios.
— Los “dolarizadores” destacan que países como Ecuador, El Salvador y Panamá, han sufrido bastante menos estos shocks externos que Argentina en estas últimas décadas, pero parecen olvidar que los dos primeros países aún están lejos de ser economías sólidas y con avanzado grado de desarrollo ¿El objetivo es sólo abatir la inflación, y no recuperar el terreno perdido en el crecimiento y en la mejora de la calidad de vida de su población?
— Exacto. Ese tema no es menor. Muchos se preguntan qué hará Argentina dolarizada cuando Brasil devalúe. Personalmente celebro que Argentina no pueda devaluar también. Solo provocaría el empobrecimiento de nuestra población, como ocurrió tantas veces. Con la dolarización las ventajas competitivas se buscan con reformas de mercado: con bajas de impuestos, desregulación, menos burocracia, apertura económica. Que Argentina busque productividad por esa vía hace la diferencia.
Pero volviendo sobre la segunda parte de la pregunta, lo que nos enseña Ecuador es que la dolarización es exitosa en bajar la inflación, pero que no es suficiente para tener crecimiento económico. Coincido en ese punto. Si sólo dolarizas, no alcanza. Por eso insisto mucho en los otros frentes. Argentina tiene que cambiar sus reglas de juego.
Por otro lado, Ecuador también nos enseña que la dolarización puede ser un límite al populismo. Rafael Correa no pudo des-dolarizar. Tenía mucho poder político, pero no pudo contra la gente que rechazó el Sucre, y se aferró al dólar. Eso hizo la diferencia entre el “populismo limitado” de Ecuador con estabilidad de precios, y el “popuismo ilimitado” de Venezuela con hiperinflación. Lo irreversible de la dolarización también es un punto central entre las ventajas de la reforma que comentamos.
Dicho esto, si la dolarización es acompañada de las reformas comentadas, entonces Argentina emprenderá un crecimiento milagroso. Ya se vio en la Argentina de 1991 cuando terminó con la hiperinflación. El período 1992-1994 y 1995-1998 tuvo un crecimiento acelerado, sólo interrumpido por el tequila (1995), y por los shocks externos de la crisis asiática (1997), el default ruso (1998) y la devaluación de Brasil (1999). Todo esto está documentado. Debemos insistir una y otra vez que “los noventa” no estuvieron ajenos a fallas de política económica como el déficit fiscal y la deuda, e incluso alta corrupción, pero la crisis de 2002 no fue causa de la convertibilidad sino consecuencia de su abandono.
— Dada la alta propensión de muchos argentinos a dolarizar carteras, aun en el sistema bancario, ¿Un programa de estabilización basado en el bimonetarismo, con equilibrio fiscal y reformas estructurales, para adaptarse al mundo desarrollado moderno, lo ve viable?
— Técnicamente es viable, sí. Pero tengo tres observaciones:
1. Nadie plantea hoy las reformas estructurales de shock que se requieren para obtener esa viabilidad. Sergio Massa ignora el problema y lo de Carlos Melconian es demasiado difuso e insuficiente para esta Argentina;
2. Nadie plantea una solución a las Leliq, como señalamos antes, como paso previo a la estabilización. Puedo decir incluso que la propuesta de Ocampo y Cachanosky también podría ser útil para resolver el problema de Leliq en un plan de estabilización sin dolarización, aspecto en el que nadie por ahora se detuvo; y.
3. La baja en la inflación en un plan de estas características toma bastante más tiempo que con la dolarización, y la política argentina sólo te presta el gobierno por cuatro años. Sin un éxito rotundo en bajar la inflación, dudo mucho que el electorado te permita la reelección, y sin estabilidad monetaria veo difícil poder hacer las otras reformas de mercado que se requieren. La dolarización te permite avanzar en los otros frentes. Obliga a hacer las otras reformas. Pienso que si le damos la espalda a este plan integral que incluye dolarización, la Argentina fracasará en resolver estos problemas estructurales, y la inflación seguirá siendo un flagelo que evita el orden macroeconómico que hoy exige el mundo empresarial para invertir su capital.
— ¿Cree que un sistema de dolarización, con moneda única, es una buena idea para una sociedad con muy bajo clima educativo y creciente informalidad laboral?
— El sistema de dolarización que proponemos permite eliminar el peso, que es la causa de la inestabilidad económica. Pero un día después de dolarizar, se abre un proceso de “competencia de monedas” a lo Friedrich Hayek o “libertad de elegir” a lo Milton Friedman, donde las personas pueden manejarse con la moneda que quieran. Esto abre un escenario interesante para las criptomonedas que van a poder circular libremente por Argentina. Con esto quiero decir que no es un sistema de moneda única. Incluso si Martín Tetaz quiere operar en reales lo podrá hacer sin ningún obstáculo.
Respecto a la informalidad laboral, está claro que la causa de este otro flagelo es la legislación laboral. Argentina tiene que presentar en los primeros días del nuevo gobierno la derogación de esa legislación que tanto daño le ha hecho al país. En el mundo dinámico que vivimos, en el marco de una tercera o cuarta revolución industrial, la rigidez del mercado laboral sólo pone palos en la rueda al desarrollo. En una Argentina que a lo dicho le agrega un dinamismo propio de un país en transformación, esa legislación sería un enorme obstáculo.
“Argentina tiene que presentar en los primeros días del nuevo gobierno la derogación la legislación laboral que tanto daño le ha hecho al país”
Pienso que, con desregulación laboral, la informalidad será decreciente. Por el contrario, veo una Argentina que con menos impuestos, menos gastos, con estabilidad monetaria, con flexibilidad laboral y con apertura económica iniciaría un milagro de expansión económica sin precedentes, donde poco a poco las personas abandonen sus cargos públicos o las ayudas de los planes y programas sociales por un trabajo genuino en el sector formal de la economía privada.
— ¿Cuánto condiciona la búsqueda de un cambio de régimen monetario las últimas medidas populistas de bajar impuestos, aumentar gastos y sacrificar reservas para sostener los diferentes tipos de cambio, con déficit fiscal creciente y reservas líquidas propias del BCRA en negativo?
— Condiciona, por supuesto. Está en el manual populista que en los últimos días de gobierno se busca comprar votos expandiendo el gasto y creando puestos de trabajo en el Estado, al mismo tiempo que bajan impuestos, dejando el costo fiscal al presidente que sigue. Preocupa el nivel de déficit fiscal que dejará como herencia. En lo que refiere a reservas el problema también está claro. Antes se hablaba de reservas netas líquidas nulas. Ahora ya son súper negativas, y hay que sumar la deuda de importadores y el fallo por Repsol. Se repite la historia de 2015 cuando asumió Mauricio Macri. Y preocupa, por supuesto, porque ordenar las cuentas fiscales es el primer paso en búsqueda de la estabilidad monetaria, sea vía dolarización o plan de estabilización.
— ¿Una reflexión final?
— Tengo optimismo. Más allá de que la situación actual de coyuntura no puede ser peor -recordemos que 6 de cada 10 chicos están en situación de pobreza-, pienso que el pueblo argentino cambió y empezó a escuchar voces liberales. Es cierto que hay un voto bronca, pero también hay un cambio cultural. Veo el final del kirchnerismo con un daño muy claro para el votante en la manera en que se manejó la cosa pública desde 2003 al presente. En ese cambio, las elecciones dejarán dos tercios del Congreso en manos “no populistas”, y me da esperanza que esos legisladores puedan llegar a acuerdos que permitan un cambio real en las reglas de juego.
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