Luego de registrar una contracción del 12,8% en diciembre, la producción industrial cayó 12,4% interanual en enero y 1,3% respecto al último mes de 2023, según el Indec. El desplome de las ventas en los primeros meses del año alerta a varios sectores y algunos ya barajan la posibilidad de paralizar plantas y efectuar despidos.
Por su parte, la Unión Industrial Argentina (UIA), en un relevamiento entre más 700 empresas publicado este miércoles, señaló: “Se registraron los niveles más bajos de la serie en las variables de producción y ventas, indicando una agudización de las dificultades en el entramado productivo industrial, especialmente en las pymes. Esta situación redundó en más empresas con dificultades para hacer frente a los pagos”.
“También en este marco hubo un cambio de tendencia en la serie de empleo, que hasta el momento era la que evidenciaba mayor estabilidad. Se registró el porcentaje más alto de empresas con caída del empleo y un deterioro notable en relación a relevamientos previos. Las empresas consideraron que su situación económica está peor que hace un año y esperan el impacto de la caída del consumo, la obra pública y la menor actividad de otras empresas”, agregó.
En la misma línea, de acuerdo a un informe de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), en enero las pymes registraron una merma del 30% en la facturación y fue el segundo mes consecutivo en que la actividad fabril mostró un retroceso.
La situación no mejoró en febrero ya que las ventas minoristas del sector se retrajeron 25,5% y acumularon un declive del 27% en el primer bimestre de 2024, frente al mismo periodo del año pasado. En la comparación mensual, bajaron 7,4%.
Haciendo foco en cuatro de las principales industrias del país, en términos interanuales, la producción textil cayó 9,5% en enero, la siderúrgica, 25,9%; la automotriz, 12,4%; y la alimentaria, 6,4% (Indec).
En este contexto, referentes de distintas industrias contaron a Infobae más en detalle las dificultades que están atravesando y los números que manejan a nivel intrasectorial.
Industria textil
La situación de la industria textil es alarmante. Luciano Galfione, presidente de la Fundación ProTejer aseguró que en enero la demanda se redujo entre un 30% y 40% en promedio. En febrero la tendencia se sostuvo y en muchos casos, la caída en las ventas se profundizó.
“La demanda no despega y no vemos signos de que despegue en el corto plazo. Nuestros clientes están muy complicados para que el comercio acepte los compromisos de compra que se asumieron el año pasado para la temporada de invierno. Todavía les queda stock de verano y financieramente están complicados para poder hacer frente a las obligaciones. Además, se prevé que la demanda baje notablemente”, dijo el empresario textil.
“Las empresas obviamente están parando la producción. En algunos casos reducen turnos, adelantan vacaciones y se han hecho algunas suspensiones, casos aislados por ahora. Si la situación no se revierte, vemos hacia adelante una posibilidad cierta de despidos”, alertó.
En la misma línea, el presidente de la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI), Claudio Drescher, afirmó: “Vemos una profunda y aguda caída de las ventas, muy sorprendente en los niveles que se está dando. Te diría que la economía de la actividad hoy se ubica entre un 35% y 45% por debajo que en febrero del año pasado”.
“Esto representa una señal de alarma muy importante. Creo que en general esto no se está comentando abiertamente porque este nivel de baja va a producir un fuerte cimbronazo en empresas de distintos tamaños. Siempre las más débiles son las pymes, las cuales no van a poder soportar estas caídas. Es de extrema gravedad esta situación y trae aparejada despidos y suspensiones que se van a presentar en los próximos 60, 90 días”, manifestó.
“La verdad es que nuestro sector está preocupado, sobre todo las fábricas, los talleres de costura y el personal. Lo que más nos inquieta es el impacto en el nivel de empleo. Insisto que quizás no se están dimensionando los riesgos que estamos atravesando”, agregó Drescher.
Industria automotriz
Las dificultades que enfrenta la industria automotriz en la actualidad están centradas en dos puntos: el aumento de costos por tributos como el impuesto PAIS del 17,5% a las importaciones de partes e insumos y las retenciones del 15% a las exportaciones.
Ambos se trasladan al precio de los autos, lo cual sumado a la inflación se tradujo en un aumento del 70% entre diciembre y febrero. Como resultado de la caída en la demanda, los concesionarios están haciendo bonificaciones para poder cubrir costos fijos ya que el mercado está muy frenado.
En este sentido, las ventas cayeron un 33% interanual en enero y 18,7% en febrero. La baja mensual fue del 26,9%, según la Asociación de Concesionarios de Automotores de la República Argentina (ACARA).
Desde el sector aseguran que si en marzo caen más del 40%, el impacto ya será en el total de ventas del año, que podrían quedar cerca de las 300.000 unidades. En perspectiva, durante 2023 se vendieron 450.000 vehículos.
Esta proyección hizo que las empresas se replantearan los planes de producción antes de empezar el año o en los dos primeros meses. Siempre es una opción parar la fabricación, aunque es más costosa.
Por el momento la mayoría de los fabricantes mantienen el esquema de producción previsto porque además del mercado local, abastecen el mercado de exportaciones. Sólo Volkswagen y General Motors extendieron las vacaciones de enero a febrero.
Desde la Asociación de Fábricas de Automotores (ADEFA) precisaron: “Con 13 días hábiles de actividad, cinco días menos que el año pasado, febrero tuvo la particularidad de registrar la parada extendida por vacaciones y la necesidad de recomponer stocks. En este contexto, las terminales automotrices produjeron 37.491 vehículos, un 65,60% más que el volumen de enero y 19% menos respecto de las 46.286 unidades que se produjeron en febrero del año pasado”.
Otro de los inconvenientes que enfrenta el sector es la recuperación de proveedores tras el corte en la cadena de pagos por la acumulación de deuda comercial dada la escasez de dólares que atravesó el Banco Central meses atrás.
Si bien esto se subsanó en casi todos los casos con la suscripción al BOPREAL y el flujo de pagos a 30, 60, 90 y 120 días; a algunas empresas les está costando darle ritmo a la entrega de insumos debido a que sus proveedores directos acumularon deuda con aquellos que los abastecen. “En nuestra industria la provisión just-in-time es fundamental para poder tener las plantas operativas”, aseguró una fuente del sector.
Industria siderúrgica
Respecto a la industria siderúrgica, la producción de acero cayó un 7,8% en enero, lo que representa un recorte en la baja tras el desplome del 24,2% interanual de diciembre. De acuerdo a la Cámara Argentina del Acero (CAA), la contracción se debió a las dificultades para el acceso a los insumos y la caída de la demanda.
En este contexto, la siderúrgica Acindar, una de las dos más grandes del país, informó recientemente que paralizará durante un mes las cuatro plantas que tiene en el país ante una caída “abrupta” de sus ventas. Durante ese periodo ajustarán sus niveles de producción, otorgarán vacaciones, francos y reducirán horas extra.
“ArcelorMittal Acindar informa que, a raíz de la caída sostenida de la demanda en el mercado interno, la que ha impactado en una abrupta reducción de entre el 35% y el 40% de las ventas en los últimos meses, la compañía se ve obligada a reajustar los niveles de producción conforme a los nuevos niveles de actividad”, dijeron desde la firma en un comunicado.
“Estas medidas de carácter extraordinario tienen como único propósito minimizar el impacto de la actual situación. En todo momento la voluntad de la compañía es redoblar sus esfuerzos para preservar a las personas, entendiendo que la única manera de lograrlo es garantizando la sustentabilidad del negocio”, agregaron.
Industria alimentaria
Por su parte, en enero el sector de alimentos y bebidas mostró una tendencia contractiva en línea con la caída que el sector viene acumulando desde el año pasado, “combinada con una expectativa compleja frente a la caída de las ventas minoristas de alimentos y bebidas”, señalaron desde la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (COPAL).
Según CAME, las ventas minoristas pyme en alimentos y bebidas bajaron 37,1% anual en enero y 33,3% en febrero. Así, acumulan una caída de 35,2% en los primeros dos meses del año frente al mismo periodo de 2023.
En tanto, la actividad cerró el año pasado con una caída anual de la producción del 3,9%, explicada por la contracción de la mayoría de los subsectores, de acuerdo al Índice de Producción de Alimentos y Bebidas de COPAL. Se registraron rojos interanuales en 10 de los 12 meses del año.
Asimismo, las exportaciones del sector cayeron 27% en relación a 2022, año en que se había registrado un récord histórico. “La fuerte contracción de las ventas externas se explicó por las condiciones climáticas desfavorables y la compleja situación para el abastecimiento y pago de importaciones de insumos, materias primas y demás bienes que requiere el sector para su normal desenvolvimiento, así como por la propia incertidumbre y dificultades en materia cambiaria, principalmente”, afirmaron desde la Copal.
A pesar de esto, el sector continúa siendo ampliamente superavitario en materia de comercio exterior. En este sentido, en 2023 la industria tuvo un saldo comercial positivo de USD 23.000 millones, lo que significa que exporta 12 dólares por cada dólar que importa.
Hacia adelante, la consultora LCG proyectó: “No somos optimistas respecto a una recuperación de la actividad industrial en el corto plazo. En el segundo semestre, en la medida que el gobierno logre anclar expectativas podrá empezar a traccionar, pero difícilmente logre terminar de compensar la contracción de estos meses. Nuestra proyección es una caída promedio de 6% anual”.
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