El Banco Central confirmó que, tras la revisión del acuerdo con el Fondo Monetario, continuará adaptando la política monetaria a los requerimientos del programa acordado con el organismo. En el marco del Informe de Política Monetaria (IPOM) que publica en forma trimestral, la autoridad monetaria ratificó el compromiso oficial con dos de las exigencias centrales del Fondo: las tasas de reales positivas, es decir, por encima de la inflación, y también un ritmo de devaluación que evite el atraso en el precio del dólar, que el organismo calculó en torno a 20% desde que se firmó el acuerdo hace un año.
Sin embargo, el Banco Central también ratificó que continuará aplicando una de las políticas más cuestionadas por el Fondo Monetario, que incluyó su objeción en el documento que hizo público tras la aprobación de la revisión de las metas, el denominado staff report. En ese texto se hace alusión expresa a las intervenciones oficiales en el mercado de bonos. “Las intervenciones del Banco Central en los mercados secundarios de bonos deberían ser limitadas a abordar los riesgos de estabilidad financiera”, sostuvo el FMI en el documento, tras advertir sobre la necesidad de realizar esfuerzos “prudentes” para mitigar los riesgos de la renovación de la deuda de corto plazo. La definición se sumó a la prohibición mucho más expresa de utilizar reservas o instrumentos de deuda de corto plazo para intervenir en el mercado parlelo del dólar, es decir, el contado con liquidación y el dólar Bolsa, ambas cotizaciones que se operan con títulos públicos.
A pesar de esta advertencia, desde el BCRA confirmaron que mantendrán la intervención en el mercado de bonos soberanos. “Se buscará preservar la estabilidad financiera utilizando la capacidad de intervención a través de operaciones de mercado abierto, a los efectos de auspiciar una mayor liquidez, profundidad y transparencia de los mercados de deuda soberana”, sostuvo la entidad en el IPOM, difundido horas después del texto consensuado con el FMI.
La frase se coló entre otras definiciones de la autoridad monetaria, en las que anticipó la posibilidad de una nueva suba de tasas de interés en el contexto de una suba de la inflación y también una mayor velocidad del ritmo de devaluación, ambos conceptos alineados con las exigencias del organismo internacional.
“En los próximos meses, el BCRA continuará calibrando sus políticas con el objetivo de reducir la inflación. En este sentido, se continuará ajustando la tasa de política monetaria en la medida en que las condiciones financieras, cambiarias y la dinámica de precios lo requieran”, se especificó en el informe, en el que se detalló también que en materia cambiaria, el Banco Central continuará “adaptando el ritmo de depreciación de la moneda doméstica con el objetivo de preservar los niveles de competitividad externa, readecuando gradualmente la tasa de crawl en el marco del régimen vigente de flotación administrada a un nivel acorde con el ritmo de la inflación”.
Aunque el Gobierno renueva así su compromiso de no atrasar más el tipo de cambio, lo cierto es que la exigencia está vigente desde que se firmó el acuerdo, salvo en el breve período entre noviembre y diciembre del año pasado, cuando la devaluación corrió a una velocidad promedio de 6,5% contra una inflación de 5% mensual. Eso, sin embargo, se volvió a invertir en los primeros meses de este año.
Finalmente, la autoridad monetaria confirmó la entrada en vigencia de un nuevo dólar soja, que se anunciaría en las próximas horas y deslizó nuevas regulaciones para “adaptarlas a las necesidades de la coyuntura”. El mercado da por descontado un inminente endurecimiento de las restricciones para importar. Como es ya de rutina, el Central prometió flexibilizar esas restricciones en la medida que una mejora en las condiciones lo permitan. Así quedó expresado en el IPOM: “Todo ello se complementará con otras medidas que fomenten el incremento de exportaciones con el objetivo de fortalecer las reservas internacionales. Asimismo, se continuará gestionando prudentemente las regulaciones cambiarias con el fin de adaptarlas a las necesidades de la coyuntura. En la medida que las condiciones macroeconómicas lo permitan se irán flexibilizando gradualmente las regulaciones, con el objetivo de mantener en el mediano y largo plazo un conjunto de normativas macroprudenciales compatibles con la dinamización de los flujos de capitales orientados a la economía real”.
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